Tortura de escaparate
Las sociedades protectoras se quejan de la falta de leyes que regulen el trato que reciben los animales en las tiendas
Mafi tiene seis meses de vida, apenas ladra y no se ha pegado nunca una carrerita por un parque. Los tres primeros meses de su existencia, mientras esperaba a que un due?o le ofreciese su cari?o, se aliment¨® a base de pan duro y vivi¨® en una jaula de dimensiones ¨ªnfimas en el aseo de una pajarer¨ªa. A¨²n no ten¨ªa nombre y ya sab¨ªa lo que era el dolor: las secuelas de una enfermedad cong¨¦nita de f¨¢cil tratamiento -que no se le aplic¨®,- la han dejado pr¨¢cticamente inv¨¢lida. Mafi, una hembra de bull-terrier de cara simp¨¢tica y miedo a los quir¨®fanos, es un ejemplo pat¨¦tico de c¨®mo las tiendas de mascotas pueden convertir su escaparate en un potro de tortura."Mafi naci¨® con un varus, una enfermedad cong¨¦nita que no da problemas si se trata a tiempo", explica F¨¦lix Vallejo, veterinario que se ha hecho cargo del animal. "Le crec¨ªa m¨¢s el c¨²bito que el radio [huesos de las extremidades anteriores] y empez¨® a torcer las patitas", explica, "y en la tienda s¨®lo se les ocurri¨® ponerle un vendaje terrible que le produjo una contractura y descalcificaci¨®n de los huesos. La pobre acab¨® apoy¨¢ndose en las mu?ecas".
Cuatro o cinco operaciones
Pero ah¨ª no acabaron las desgracias: "Con la inc¨®moda postura, presa y sin ver la luz del sol, las patas posteriores acabaron atrofi¨¢ndose y ahora sufre una luxaci¨®n de ambas r¨®tulas. Necesitar¨¢ entre cuatro y cinco operaciones", dice Vallejo, propietario de la cl¨ªnica Happy-Animals, quien reconoce que lo primero que pens¨® cuando su colega Marta Rodr¨ªguez Miquel le trajo al animal fue en sacrificarlo. Aun as¨ª, ya ha ayudado al veterinario Tom¨¢s Fern¨¢ndez a realizar cuatro de las costosas -por encima de las 100.000 pesetas- "y dolorosas" operaciones. "El problema es que no sabe caminar y tendremos que ense?arla", se lamenta. El pasado mi¨¦rcoles, el bistur¨ª hizo incisi¨®n de nuevo en las patas delanteras de Mafi. Espa?a no cuenta con una legislaci¨®n global que regule los principios b¨¢sicos de respeto, defensa y protecci¨®n de los animales de compa?¨ªa. Y no todas las autonom¨ªas han elaborado sus propias normas. "Hay comunidades donde el due?o de un perro puede matarlo si le da la gana", asegura Mila Sanz de Galdeano, presidenta de la Asociaci¨®n Nacional para, la Defensa de los Animales (ANDA). Madrid s¨ª tiene ley, pero, seg¨²n la dirigente de ANDA, "es muy ambigua y dificil de aplicar". El primer problema es saber cu¨¢ntos negocios de este tipo hay. La ley 1/1990, de Protecci¨®n de los Animales Dom¨¦sticos, publicada en el Bolet¨ªn Oficial del Estado del 2 de marzo de 1990, determina que los establecimientos dedicados a la cr¨ªa o venta de animales de compa?¨ªa "deber¨¢n ser declarados n¨²cleos zool¨®gicos por la consejer¨ªa competente" (en el caso madrile?o, la Consejer¨ªa de Econom¨ªa). A?os m¨¢s tarde, a principios de 1994, se inaugur¨® el registro madrile?o -que ya era obligatorio a ra¨ªz de una orden ministerial de 1980- en el departamento de Protecci¨®n Animal de la Direcci¨®n General de Agricultura.Actualmente, s¨®lo se han inscrito 112 n¨²cleos zool¨®gicos, de los cuales 69 son tiendas de animales, 19 criaderos y 24 rehalas (jaur¨ªas de perros de caza). Otros 88 centros han iniciado los tr¨¢mites para ser legales.
Sin embargo, s¨®lo en la capital -que aglutina al 60% de las tiendas de mascotas de la regi¨®n- hay m¨¢s de quinientos negocios que comercian con animales vivos, seg¨²n datos de la Concejal¨ªa de Sanidad y Consumo del Ayuntamiento. De acuerdo con estas cifras, menos del 15% de las tiendas de animales cumple ese requisito de la inscripci¨®n. El Servicio de Protecci¨®n a la Naturaleza (Seprona), de la Guardia Civil, que, entre otras funciones, inspecciona las tiendas -ya sea por denuncia o bien de oficio-, no tiene un censo de las tiendas.
El Ayuntamiento de Madrid tampoco tiene datos claros sobre el n¨²mero exacto de tiendas de animales ubicadas en la capital. El control y las inspecciones dependen de las juntas municipales de distrito, que informan de su gesti¨®n con cuentagotas. En este sentido, Emilio Merchante, jefe del servicio de Inspecci¨®n de Consumo, asegura que no son tantos los establecimientos dedicados al comercio de animales: "Los ep¨ªgrafes del registro de actividades econ¨®micas son algo confusos, y seguramente est¨¢n mezcladas las tiendas de animales con las florister¨ªas y herborister¨ªas", dice. Merchante tambi¨¦n dice que en las inspecciones de la Polic¨ªa Municipal no se encuentran demasiadas irregularidades. La mayor parte de las denuncias municipales tiene su origen en la venta ambulante.
Vender cachorros
Un pu?ado de frases de la ley hablan de la calidad de vida de estos seres vivos en los puntos de venta. "Deber¨¢n [los establecimientos] tener buenas condiciones higi¨¦nico-sanitarias, adecuadas a las necesidades fisiol¨®gicas y etol¨®gicas [comportamiento] de los animales que alberguen". A partir de ah¨ª todo -queda en manos de la profesionalidad de los empresarios."Nos encontramos con que en muchas tiendas apenas se alimenta a los animales para que no crezcan y poder venderlos como cachorros", asegura la presidenta de ANDA. "Igualmente", se lamenta, "una vez que la tienda echa el cierre, es imposible saber si les echan de comer, si los sacan de paseo o si llevan a los perritos a que duerman con sus madres
Este peri¨®dico ha comprobado c¨®mo los cachorros sirven de escaparate de muchas tiendas durante las 24 horas del, d¨ªa, rodeados por sus heces (los expertos aseguran que un perro nunca duerme donde hace sus deposiciones), mientras los encargados aseguran que se los llevan "al chal¨¦" durante el fin de semana.
Manuel Cases, presidente de la Asociaci¨®n para la Defensa de los Derechos de los Animales (ADDA), tambi¨¦n clama para que la reglamentaci¨®n sea m¨¢s exacta -tama?o de las jaulas, sistemas de alimentaci¨®n, lugares para dormir, paseos al aire libre- y para que se incremente la vigilancia.
Por su parte, los comerciantes consultados niegan que se de un trato inadecuado a los animales."El que pone una tienda, necesariamente adora a los animales, porque es una aut¨¦ntica esclavitud", afirma M¨¢ximo Mediano, de 65 a?os, propietario de la tienda Jarpo, abierta en 1972.
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