Pocas esperanzas espa?olas en el segundo 'grande'
Poco espa?ol se hablar¨¢ durante el primer centenario del torneo de golf m¨¢s antiguo de Estados Unidos y uno de los cuatro grandes del mundo. Una campa?a decepcionante -s¨®lo un triunfo de prestigio, el de Ballesteros en el Open de Espa?a- llega a su apogeo con un Jos¨¦ Mar¨ªa Olaz¨¢bal que se resiente de las secuelas de su operaci¨®n en el pie, un Severiano Ballesteros irregular y un Miguel ?ngel Jim¨¦nez que est¨¢ pagando los esfuerzos de su gran temporada en 1994. Por si esto fuera poco, triunfar en el torneo que resume el orgullo yanqui ha sido hasta ahora algo prohibido para los mejores espa?oles hasta cuando se encontraban en su mejor momento.La lucha en el t¨ªpicamente norteamericano campo de Shinnecock Hills, en el estado de Nueva York, parece que se cerrar¨¢ entre los norteamericanos duros -Janzen, Love, Kite o hasta Floyd-, entre alg¨²n europeo que se inspira en esos ambientes -el escoc¨¦s Montgomerie, segundo los dos ¨²ltimos a?os, o el ingl¨¦s Faldo-, o en los ap¨¢tridas -el surafricano Ernie Els, ganador el a?o pasado, o el australiano Greg Norman-.
La tropa europea pocas opciones m¨¢s puede tener. La ¨²nica ayuda les viene de la meteorolog¨ªa. Viento, lluvia y tiempo fresco han creado en el habitualmente t¨®rrido Shinnecock Hills un ambiente a la inglesa, lo cual puede despistar a los locales. Poca ayuda para ¨¦stos, hombres que juegan a pi?¨®n fijo: drive largo y recto para evitar los roughs, mantenidos como siempre a una altura ligeramente inferior a la del tejado de la casa club, y bolas altas, sin florituras, para llegar a los duros greens. El viento les puede matar.
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