El G-7 habr¨¢ muerto otra vez
Hace un a?o, en Italia, el grupo de los siete pa¨ªses m¨¢s ricos del mundo se autoencarg¨® un estudio sobre la reforma de las instituciones de Bretton Woods, para adaptarlas a la nueva din¨¢mica mundial de unos mercados financieros enormemente vol¨¢tiles y descontrolados.Desde entonces, las cosas han ido a peor y el G-7 se ha tenido que enfrentar ahora, esta vez reunido en Canad¨¢, a unas condiciones bastante desestimulantes: guerra de Bosnia, con la incapacidad expl¨ªcita ante la opini¨®n p¨²blica de los pa¨ªses m¨¢s influyentes de lograr una cooperaci¨®n m¨ªnimamente coherente para acabar con el conflicto; crisis financiera de M¨¦xico, que no advirti¨® el G-7 de modo previo a su estallido y que, una vez emergida, tampoco supo sofocar como colectivo (fue Estados Unidos el que, en solitario, por una de cisi¨®n personal de Bill Clinton, tuvo que encabezar el paquete de rescate); constante ca¨ªda del d¨®lar respecto al yen y el marco y desmayo del Sistema Monetario Europeo, en parte como consecuencia del efecto tequila (hay indicios permanentes de la posibilidad de otros efectos tequila, identificados con distintos pa¨ªses emergentes); amenaza de una guerra comercial entre Estados Unidos y Jap¨®n, dos de los miembros m¨¢s poderosos del club de los siete, referida al sector del autom¨®vil, que evidencia que cuando sus intereses est¨¢n en juego, los m¨¢s liberales se hacen proteccionistas; y s¨ªntomas de una recesi¨®n en el seno de la recuperaci¨®n econ¨®mica, de la que todav¨ªa no se conocen sus grados y extensi¨®n.
Frente a estos factores de descomposici¨®n de la cooperaci¨®n intemacional se alzan los partidarios de un mayor nacionalismo econ¨®mico, de un mayor aislamiento pol¨ªtico, dejando que cada palo, aguante su vela. Los enemigos principales del Grupo de los Siete o de un FMI fortalecido y con ganas de intervenir, ya no est¨¢n en los movimientos alternativos, tipo del denominado Con 50 a?os basta (que celebran sus cumbres paralelas en el mismo lugar y tiempo en que se re¨²ne el G-7 o la asamblea del FM1), sino en muchos personajes de Washington, identificados con la extrema derecha republicana y con el Contrato con Am¨¦rica, partidarios de la introspecci¨®n norteamericana. "?sta es la opini¨®n de muchos estadounidenses", escrib¨ªa recientemente The Economist: "Temiendo que se produzca un embrollo exterior,, siempre celoso de su libertad de acci¨®n, Estados Unidos es por instinto un colaborador reticente. Ultimamente esta reticencia ha aumentado. Ahora hay una fuerte sensaci¨®n de abatimiento ante lo que se prev¨¦ que ser¨¢ un fracaso de la cooperaci¨®n y de las instituciones creadas para expresarla. Los pilares del orden internacional liberal -ONU, FMI, OMC- encuentran sus cr¨ªticos m¨¢s severos en Washington. El comunicado que ya ha sido redactado para ser difundido en Halifax sin duda reforzar¨¢ este estado de ¨¢nimo de desenga?o intensificado. Es una l¨¢stima, no s¨®lo para el resto del mundo, sino tambi¨¦n, y en algunos sentidos, particularmente para Estados Unidos. La cooperaci¨®n internacional se merece que EE UU hiciera un mayor esfuerzo".
El fin de la guerra fr¨ªa, al eliminar el principal elemento que manten¨ªa unido al G-7, ha hecho aflorar las diferencias entre sus miembros. El G-7 no est¨¢ en condiciones de ejercer sus responsabilidades, y la sensaci¨®n de que nadie est¨¢ al frente de la tienda estimula la desconfianza y la inestabilidad mundial. Por ello, de Halifax habr¨ªa de salir, independientemente de los comunicados oficiales, la voluntad pol¨ªtica de reformar tanto las reglas del juego como las instituciones econ¨®micas internacionales. O el G-7 habr¨¢ muerto otra vez.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.