Sentadas las bases para la reforma del selecto club
El G-7 ha sentado las bases en Halifax para reformar las grandes instituciones internacionales que, creadas reci¨¦n finalizada la II Guerra Mundial, no tienen los mecanismos para hacer frente a los retos de una econom¨ªa globalizada. Muchos observadores consideran que esta reforma no debe afectar s¨®lo al Fondo Monetario, Internacional y el Banco Mundial, si no que deber¨ªa incluir tambi¨¦n al propio Grupo de los Siete.Representante de menos de la mitad del producto interior bruto (PIB) mundial, el peso espec¨ªfico de este club en la econom¨ªa global se est¨¢ viendo alterado por el despertar de los dragones asi¨¢ticos y la pujanza de grandes pa¨ªses como China, India o Brasil. Rusia, que participa en las discusiones pol¨ªticas del G-7 desde hace cuatro a?os, anhela desde entonces ser formalmente aceptado como el octavo miembro de esta organizaci¨®n.
Los Siete, adem¨¢s, han demostrado en los ¨²ltimos a?os su incapacidad para hacer frente a los grandes problemas de la econom¨ªa. En las 21 cumbres celebradas desde su creaci¨®n en 1975, s¨®lo cuatro o cinco han resultado en una coordinaci¨®n exitosa. Una de las ¨²ltimas, la cumbre de Tokio de 1993, sirvi¨® para dar un impulso definitivo a la aprobaci¨®n de la Ronda Uruguay para la liberalizaci¨®n del comercio mundial. Por lo dem¨¢s, las reuniones, que en su origen permit¨ªan una discusi¨®n informal entre los l¨ªderes, se han reducido al ritual de posar ante las c¨¢maras.
Otro ejemplo de fracaso se refleja en la imposibilidad de llegar a un acuerdo entre Jap¨®n y Estados Unidos en su viejo enfrentamiento en el sector de autom¨®viles, que sigue con oscuras perspectivas.
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