Hurd dimite para facilitar la reelecci¨®n de Major
A la conmoci¨®n causada por el anuncio del primer ministro, John Major, de dimitir como l¨ªder tory el jueves, se sum¨®, ayer la provocada por la no menos sensacional noticia de que su hombre de confianza, el ministro de Exteriores Douglas Hurd, no figurar¨¢ en el futuro Gobierno conservador. Pese a la insistencia de Hurd en separar una decisi¨®n de otra, su dimisi¨®n, reclamada por el ala euroesc¨¦ptica del partido con especial insistencia a lo largo de la ¨²ltima semana, no puede interpretarse sino como un gui?o de Major a los sectores rebeldes que allanar¨¢, sin duda, su camino hacia una reconquista del poder.
El momento escogido por Hurd para anunciar su decisi¨®n, en una improvisada rueda de prensa celebrada a la entrada del Foreign Office, est¨¢ lleno de significado. Pese a que en su breve mensaje, el ministro de Exteriores insisti¨® en que s¨®lo pretende materializar un viejo deseo -"en la primavera de 1994 le anunci¨¦ al primer ministro mi deseo de retirarme este verano", dijo-, a nadie se le escapa el sentido pol¨ªtico de su marcha. Ofrecerse como v¨ªctima propiciatoria a la derecha del partido que ha concentrado en ¨¦l todo su rechazo a la pol¨ªtica demasiado proeuropea de Major."Tras 16 a?os ocupando cargos ministeriales, 11 de ellos dentro del Gobierno y casi seis como ministro de Exteriores, he decidido que ha llegado la hora de r¨¦tirarme", dijo Hurd. Su decisi¨®n, favorablemente acogida por un reputado euroesc¨¦ptico como Tony Marlow, fue acompa?ada por los m¨¢s encendidos elogios de Major, que le calific¨® como "uno de los grandes ministros de Exteriores del siglo".
El canciller del Exchequer (ministro de Hacienda), Kenneth Clarke, acogi¨® la noticia sin sorpresa. "Hace tiempo que conoc¨ªa la intenci¨®n del ministro de Exteriores de retirarse. Ha sido muy agradable trabajar con ¨¦l estos a?os", fueron sus palabras.
Rifkin, posible sucesor
El m¨¢s firme candidato a suceder a Hurd, que continuar¨¢ en el Gabinete hasta la pr¨®xima remodelaci¨®n -con toda probabilidad el mes pr¨®ximo-, es el actual ministro de Defensa, Malcolm Rifkind. Douglas Hurd, de 65 a?os, antiguo alumno del selecto colegio de Eton y uno de los m¨¢s firmes euroentusiastas del Partido Conservador, fue colocado al frente del Foreign Office por Margaret Thatcher en 1989. Su estilo, en la m¨¢s depurada tradici¨®n diplom¨¢tica brit¨¢nica, sumamente profesoral y ponderado, hab¨ªa empezado a resultar intolerable al ala derecha de los tories.
La hist¨®rica oposici¨®n del ala derechista conservadora a la l¨ªnea representada por Hurd se hab¨ªa convertido, en los ¨²ltimos meses, en algo m¨¢s que un mero sentimiento pol¨ªtico. El ministro representaba la voz de una cierta sensatez proeuropea. frente a: la furibunda actitud- de rechazo a Bruselas que encarnaban en el Gabinete de Major los ministros John Redwood, Peter Lelley y Michael Portillo.
Su cabeza era el precio reclamado tambi¨¦n por el comit¨¦ ejecutivo del influyente Comit¨¦ 1922 (las bases parlamentarias del partido), para resta?ar las profundas heridas que la "cuesti¨®n europea" ha abierto en el seno conservador. En medio de la ¨²ltima vor¨¢gine, con el tema europeo como fondo, Hurd intent¨® el pasado martes tender un cable al enemigo, manifest¨¢ndose por sorpresa partidario de un refer¨¦ndum sobre la moneda ¨²nica. Pero ya era demasiado tarde. La suerte estaba echada para el jefe de la diplomacia brit¨¢nica, el hombre de la media sonrisa, de la imperturbable mirada tras unas gruesas gafas de miope.
En la hora de la despedida, el ministro de Exteriores no quiso dejar pasar la oportunidad de arropar a Major en la pr¨®xima elecci¨®n interna, de la que dijo: No tengo la menor duda de que ser¨¢ reelegido".
La propia Margaret Thatcher, principal promotora de la crisis que ha llevado a Major a dimitir, abandon¨® ayer toda reserva y le ofreci¨® su total apoyo. "Si fuera a¨²n diputada le votar¨ªa", dijo. Unas palabras algo m¨¢s c¨¢lidas que la sibilina frase pronunciada por la dama de hierro el Jueves, cuando se enter¨® de la noticia mientras era entrevistada por la televisi¨®n francesa. Entonces, lady Thatcher, tras declararse convencida de un triunfo de Major, se?al¨® que no cre¨ªa posible que ning¨²n miembro de su Gabinete se propusiera como rival, para a?adir, tras una breve pausa, "en la primera vuelta".
John Major se entreg¨® ayer de lleno a su campa?a electoral visitando una escuela en su jurisdicci¨®n de Huntingdon. Atr¨¢s quedaba Londres y las agoreras opiniones de la oposici¨®n -en este caso las del portavoz de Exteriores del Partido Laborista, Robin Cook- advirtiendo que la dimisi¨®n de Hurd no traer¨¢ la unidad al Partido Conservador.
Los mercados financieros cotizaron ayer a la baja la renuncia de Major. La incertidumbre pol¨ªtica hizo caer tanto a la libra respecto al marco y al d¨®lar como a la Bolsa de Londres. La dimisi¨®n de Hurd afect¨® tambi¨¦n negativamente a los mercados.
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