Mucho ruido y pocas nueces en 1989

Portugal renunci¨® a su primera presidencia de la Comunidad Europea (CE), que le correspond¨ªa a los pocos meses de su ingreso, pero el Gobierno espa?ol asumi¨® la suya tres a?os despu¨¦s de su adhesi¨®n con el entusiasmo europe¨ªsta que caracterizaba a la Espa?a socialista de finales de la d¨¦cada pasada. La agenda de aquella presidencia del primer semestre de 1989 estaba mucho menos cargada que la que le espera a Espa?a en la segunda mitad de 1995. "Hubo mucho ruido y pocas nueces", recuerda un diplom¨¢tico que desempe?¨® entonces un papel destacado.A lo largo del semestre espa?ol lograron el visto bueno del Consejo de Ministros de la Comunidad 45 directivas, siete reglamentos y 10 decisiones, en su mayor¨ªa relacionadas con la puesta en marcha del mercado ¨²nico, que entr¨® en vigor en 1992.

En la cumbre de Madrid, con la que concluy¨® en junio de 1989 la presidencia, fueron aprobadas sanciones pol¨ªticas contra China por la matanza de estudiantes en la plaza de Tiananmen, y, a pesar de las reticencias de los Pa¨ªses Bajos, se adopt¨® una nueva resoluci¨®n sobre Oriente Pr¨®ximo en la que se recordaba que la Organizaci¨®n para la Liberaci¨®n de Palestina deb¨ªa ser considerada como un interlocutor en el proceso de paz.

El principal logro espa?ol consisti¨®, como resalt¨® el entonces ministro de Asuntos Exteriores, Francisco Fern¨¢ndez Ord¨®?ez, "en haber puesto en marcha el proceso desencadenante hacia la Uni¨®n Monetaria", ahora prevista para 1999.

El principal fracaso espa?ol est¨¢ tambi¨¦n relacionado con la moneda. Al final del semestre, Felipe Gonz¨¢lez quiso resaltar el compromiso de su Gobierno con la integraci¨®n comunitaria e introdujo a una peseta sobrevaluada en el Sistema Monetario Europeo. Aquella decisi¨®n supuso un gran perjuicio para las exportaciones espa?olas, s¨®lo paliado cuando, a partir de septiembre de 1992, se produjeron tres devaluaciones sucesivas.

Impulso insuficiente

En el balance que hizo ante el Parlamento Europeo, en julio de 1989, de la presidencia el entonces secretario de Estado para la CE, Pedro Solbes, que ahora desempe?a la cartera de Econom¨ªa, reconoci¨® que el impulso dado por Espa?a a la Carta Social y a la Europa de los ciudadanos -la libre residencia para estudiantes y jubilados y el derecho de voto de los inmigrantes- hab¨ªa sido algo insuficiente. Tambi¨¦n lo fue en otros asuntos que, parad¨®jicamente, deb¨ªan interesar especialmente a Espa?a, como la protecci¨®n del medio ambiente en las regiones mediterr¨¢neas.

Una de las voces m¨¢s cr¨ªticas con la gesti¨®n de Espa?a fue la del entonces eurodiputado popular, Marcelino Oreja, ahora comisario europeo nombrado por el Gobierno. A prop¨®sito de la Carta Social, acus¨® al Ejecutivo de haberse limitado a "marear la perdiz", una denuncia que secund¨® inmediatamente la Uni¨®n General de Trabajadores.