"En la ampliaci¨®n al Este deben pagar m¨¢s los que m¨¢s tienen"
No va a compaginar el cargo de vicepresidente del Gobierno espa?ol con el de ministro de Asuntos Exteriores, y podr¨¢ dedicarsede lleno a la presidencia espa?ola. A pesar de que la agenda del semestre espa?ol est¨¢ cargada, Javier Solana, a punto de cumplir sus 53 a?os, le ha a?adido ya un mont¨®n de tareas adicionales.Pregunta. ?Puede un Gobierno sumergido por los problemas de pol¨ªtica interior ejercer una presidencia digna de la UE?
Respuesta. Tenemos la firme voluntad de hacer cuanto est¨¦ a nuestro alcance para que esta presidencia sea un ¨¦xito para Espa?a y para Europa. La ¨²nica duda es si el resto de las formaciones pol¨ªticas espa?olas van a estar a la altura del desaf¨ªo. Espero que entre todos seamos capaces de rebajar un poco la tensi¨®n en las batallas pol¨ªticas que estamos librando con una intensidad, a mi juicio, excesiva.
P. ?Ha hecho todo lo posible el Gobierno para consensuar la presidencia con la oposici¨®n?
R. S¨ª. Tengo la conciencia bien tranquila de que he hecho lo posible para que todas las fuerzas se encuentren c¨®modas en el programa de esta presidencia. He hablado con todas ellas a lo largo de los ¨²ltimos meses. Tienen pr¨¢cticamente la misma informaci¨®n que yo mismo. En las sesiones de la comisi¨®n mixta Congreso-Senado para la UE el debate es siempre sereno. En otros foros en cambio hay gente de la oposici¨®n que pierde el sentido de la realidad y quiz¨¢ tambi¨¦n el de la responsabilidad.
P. Si se except¨²an algunos conflictos como la guerra del flet¨¢n, Europa est¨¢ casi ausente del debate pol¨ªtico en Espa?a, a diferencia de lo que sucede en el Reino Unido, Dinamarca, etc¨¦tera.
R. Lo que me duele de la situaci¨®n espa?ola es que el debate pol¨ªtico est¨¢ volcado en su totalidad en el ayer y no, como deber¨ªa estarlo, en el hoy, y, menos a¨²n, en el ma?ana. Un pa¨ªs que no piensa en el ma?ana corre el riesgo de no tener ma?ana.
P. Felipe Gonz¨¢lez reconoci¨® en Cannes que algunos l¨ªderes socialistas europeos le hab¨ªan preguntado con preocupaci¨®n por la situaci¨®n espa?ola. ?Se f¨ªan los socios europeos del Gobierno espa?ol al frente de la UE?
R. He iniciado ya la gira tradicional por las distintas capitales y lo ¨²nico que he encontrado ha sido simpat¨ªa, afecto y una gran esperanza en la presidencia espa?ola. Sigue habiendo una total confianza en la capacidad de liderazgo europe¨ªsta del presidente del Gobierno, de la Administraci¨®n espa?ola y del equipo que va a gestionar presidencia adelante. No deber¨ªamos autoflagelarnos tanto. Fuera nos aprecian m¨¢s de lo que nos apreciamos a nosotros mismos. Reconozco, no obstante, que existe la percepci¨®n de que hay una cierta inestabilidad pol¨ªtica. Por eso vamos a hacer todo lo posible para que esa percepci¨®n no tenga consecuencias en el buen ¨¦xito de un trabajo muy importante para Europa y para Espa?a. Qu¨¦ duda cabe de que preferir¨ªa que las condiciones objetivas de la pol¨ªtica en Espa?a fueran distintas.
P. La agenda del semestre espa?ol est¨¢ muy cargada, pero, ?se ha renunciado a compromisos adicionales -la presidencia del Grupo de Schengen o la cumbre con ASEAN- porque la dedicaci¨®n del Gobierno a los problemas internos le impide ejercer plenamente la presidencia?
R. Nos pod¨ªan haber correspondido muchas m¨¢s cosas. Uno debe saber tambi¨¦n el alcance de sus capacidades. Ning¨²n pa¨ªs es superman. Nadie con los pies en la tierra, aceptar¨ªa todo lo que nos corresponde a nosotros sobre todo despu¨¦s de Cannes, y adem¨¢s esas tareas suplementarias. Ser¨ªa una falta de sentido de la medida.
P. La anterior presidencia espa?ola se desarroll¨® en 1989 en un clima de entusiasmo europeo en Espa?a. La que empieza ahora se va a desarrollar en un ambiente de escepticismo.
R. S¨ª. Hay que reconocerlo. Espa?a est¨¢ teniendo una evoluci¨®n similar a la de otros pa¨ªses de su entorno. Hay ahora menos pasi¨®n europe¨ªsta que la que hubo en 1989. No creo que sea insuperable. Nuestra presencia en Europa nos ha aportado muchas m¨¢s ventajas que inconvenientes. Si en 1995 no hubi¨¦ramos estado en la Uni¨®n ser¨ªamos como un barco a la deriva. Lo que pasa es que los beneficios que Europa reporta se diluyen en toda la sociedad, mientras que los inconvenientes se concentran en algunos colectivos. Por eso se airean m¨¢s aunque su repercusi¨®n econ¨®mica sea escasa. Esto es lo que pasa, por ejemplo, con algunos de los conflictos pesqueros. A los espa?oles no se les pueden pedir sacrificios, pero s¨ª exigir esfuerzos.
P. Apenas ha empezado el debate sobre la reforma institucional de la UE para prepararla a nuevas ampliaciones y ya han surgido los primeros escarceos. ?Se va a volver a colocar Espa?a al lado del Reino Unido para que se mantenga el derecho de veto o la minor¨ªa de bloqueo?
R. Debemos ir avanzando hacia un mecanismo de toma de decisiones por mayor¨ªas m¨¢s o menos cualificadas, seg¨²n los casos, y tratar de erradicar el veto como forma de dirigir un colectivo de pa¨ªses con esp¨ªritu de Comunidad. Tambi¨¦n es necesario modificar la ponderaci¨®n de los votos de los pa¨ªses m¨¢s poblados en el Consejo de Ministros. No se pueden aplicar las mismas reglas en una Europa de 25, con nuevos miembros poco poblados, que en una de 15 o 12. Va a ser una batalla muy dif¨ªcil, pero es de justicia que se d¨¦ y se gane. Todos tenemos que dejar algo en el camino para construir esa entidad superior que es Europa.
P. Espa?a es en la UE uno de los grandes padrinos de la pol¨ªtica mediterr¨¢nea y no en balde organizar¨¢ durante su presidencia en Barcelona la Conferencia Euromediterr¨¢nea. Pero, a la hora de la verdad, pone pegas para facilitar la entrada de determinados productos agr¨ªcolas de pa¨ªses ribere?os.
R. Es una de nuestras contradicciones. Si de verdad tenemos una sensibilidad por los problemas del Tercer Mundo, empezando por los de nuestros vecinos mediterr¨¢neos, la mejor manera de mostrarla es facilitar el acceso de sus productos a nuestros mercados. Desde luego, hay sectores de nuestra econom¨ªa que compiten con los de estos pa¨ªses. El problema puede resolverse en favor de las dos partes, ya que no se trata de una suma cero. No obstante, hay que ser consciente de que una de las dos es m¨¢s pobre. Anta?o, cuando est¨¢bamos fuera de la Comunidad, nos quej¨¢bamos de ser v¨ªctimas del ego¨ªsmo de los m¨¢s ricos. Ahora no podemos asumir el papel que antes desempe?¨¢bamos.
P. ?Corren el riesgo los pa¨ªses de la UE menos desarrollados, entre los que figura Espa?a, de pagar el precio de la ampliaci¨®n al Este, una regi¨®n que se convertir¨ªa en la destinataria de la solidaridad financiera europea?
R. Todos tendremos que pagar un precio, pero debe ser progresivo, es decir, deben pagar m¨¢s los que m¨¢s tienen. Es verdad que los del Este tienen rentas muy por debajo de la media de la UE y una poblaci¨®n agr¨ªcola muy superior a la media. Ser¨¢n, por tanto, demandantes de la Pol¨ªtica Agr¨ªcola Com¨²n y de las pol¨ªticas de solidaridad. Los espa?oles tenemos que exigir que la distribuci¨®n de las nuevas cargas sea proporcional a la riqueza de cada uno de los actuales miembros de la Uni¨®n.
P. ?Qu¨¦ es lo que le har¨ªa m¨¢s ilusi¨®n sacar adelante durante el semestre?
R. Sin duda ninguna, alcanzar pronto un alto el fuego en Bosnia y que de ah¨ª surgiese una negociaci¨®n que condujera a una paz duradera en los Balcanes. A eso voy a dedicar mis mayores energ¨ªas. No quiero "pensar con el deseo". El tema es de una enorme complejidad, y por eso no soy optimista. Voy a intentar visitar todas las capitales de la antigua Yugoslavia y me gustar¨ªa que me acompa?ara el mediador europeo, Carl Bildt.
P. Hace unos d¨ªas en Cannes, ante la sede de la cumbre europea, se produjo una manifestaci¨®n, en la que hubo una nutrida representaci¨®n espa?ola, pidiendo a los Quince que tomen m¨¢s partido para acallar las armas.
R. Lo que ped¨ªan en el fondo es que se tome partido en una guerra que tiene numerosos ingredientes de guerra civil. Hay que saber medir las consecuencias de cada decisi¨®n. Hemos tenido hace poco dos rehenes en Bosnia, en tanto que otros pa¨ªses tuvieron cientos, y Espa?a entera se conmovi¨® por los dos secuestrados. Hay que pensar si est¨¢n nuestras sociedades preparadas para involucrarse en una acci¨®n de guerra. Este conflicto no tiene una soluci¨®n militar. Se puedan adoptar algunas decisiones de car¨¢cter militar, pero unicamente para contribuir a la soluci¨®n diplom¨¢tica.
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