Los arist¨®cratas se ponen el buzo
Breukink, Bernard y Bugno sobreviven a duras penas en el pelot¨®n
Lo de Bernard tiene un pase. El corredor franc¨¦s se reencontr¨® con la pasi¨®n del ciclismo trabajando duro para Indur¨¢in cuatro a?os, y ahora, en la edad de su declive, se ha visto recompensado con el modesto liderato del pobre Chazal. Lo de Bugno tambi¨¦n es entendible. El italiano ha hecho el acople decisivo entre deseos y realidades cuando ha visto que nunca podr¨ªa con Indur¨¢in. Sigue siendo una estrella y comport¨¢ndose como tal, aunque hayan pasado los a?os en que era la gran esperanza blanca. Su status no ha bajado. Lo que es m¨¢s complicado de entender es el caso Breukink, el otro superviviente de la manida generaci¨®n del 64, la de Indur¨¢in, la que habr¨ªa de cambiar el mundo.Erik Breukink es holand¨¦s, no gana una carrera desde hace dos a?os y trabaja de gregario en un equipo espa?ol, el ONCE, a las ¨®rdenes de un franc¨¦s, Laurent Jalabert, y de un suizo, Alex Z¨¹lle. Y cuando se habla de ¨®rdenes, se habla de una jefatura indiscutida, promovida con mano firme por el director Manolo S¨¢iz. Breukink ha visto su sueldo reducido a m¨¢s de la mitad de lo que cobraba en a?os anteriores e introducidas en su contrato primas por victoria. Es un corredor que termin¨® su carrera a los 26 a?os, o al menos la carrera estelar que se presum¨ªa en un ciclista que figuraba como un posible ganador, y que a los 31 sigue visti¨¦ndose diariamente con culotte y maillot y limpi¨¢ndose la badana. Entren¨¢ndose en solitario y pasando crisis. Y espera seguir haci¨¦ndolo un par de a?os m¨¢s. Ayer comenz¨® a disputar su noveno Tour. "Al principio, de joven, uno corre por afici¨®n", cuenta. "Despu¨¦s se hace profesional y piensa en la fama y en el dinero. Ahora s¨®lo corro por dinero y, claro , tambi¨¦n porque me gusta Hay quien dice que a Breukink tampoco es que le haga mucha falta el dinero, que su padre, due?o de una f¨¢brica de bicicletas es millonario y que ¨¦l lleva ya nueve a?os de profesional con buenos contratos. "El que mi padre tenga dinero no significa que lo tenga yo", dice. "Los hijos se tienen que ganar la comida".
Un caballo ganador
Breukink qued¨® tercero en el Giro a los 23 a?os, segundo a los 24 y tercero en el Tour a los 26. Era un caballo ganador. Su llama se apag¨® justo antes de que se encendiera la de Indur¨¢in. "Quiz¨¢s me prodigu¨¦ mucho de joven", dice. "Empec¨¦ enseguida a correr dos grandes vueltas al a?o y puede que me quemara. Despu¨¦s sub¨ª enseguida al podio y pens¨¦ que seguir¨ªa ascendiendo. Pero no sub¨ª lo suficiente. El cuerpo dijo basta". El presunto sucesor de Hinault tom¨® nota de la evidencia, aunque los especialistas tardaron en admitir la realidad: Breukink hab¨ªa alcanzado el techo y nunca lo superar¨ªa. Todo lo que lleg¨® despu¨¦s fue un descenso hacia una normalidad que comienza a bordear el anonimato.
El holand¨¦s quiere dar la impresi¨®n de realismo, de aceptaci¨®n de una realidad que le ha sido adversa. "Tengo que ser realista" dice. "Tengo que trabajar para los dos l¨ªderes s¨®lidos del equipo porque no tengo el nivel suyo. Y no hay m¨¢s". Pero siempre hay algo m¨¢s. Breukink dice que ahora est¨¢, incluso, m¨¢s tranquilo, que le motiva correr en un equipo muy unido, donde predominan los valores colectivos, donde se respira buen ambiente. Y aparece el rasgo que hace dudar que haya dado por fin con la realidad de su persona, que haya aceptado que es simplemente Erik Breukink, ciclista profesional de 31 a?os. "Adem¨¢s, seguro que tengo oportunidades de meterme en alguna escapada y ganar etapas", afirma. A unos metros de all¨ª, su director, Manolo S¨¢iz, proclama el credo del ONCE: "Nadie tendr¨¢ ninguna libertad. Todos mis corredores estar¨¢n sometidos al trabajo para Z¨¹lle y Jalabert".
Y all¨ª quiz¨¢s se acaben las esperanzas de Breukink, el joven que iba para ganador del Tour y acab¨® como lanzador de un sprinter.
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