Las dos caras del acuerdo
Si analizamos Schengen en la perspectiva de la construcci¨®n de Europa, conforme a los prop¨®sitos fundacionales del Tratado de Roma, la posterior Acta ¨²nica y Maasricht, no cabe duda de que la puesta en marcha de este acuerdo representa un paso uy importante para la creaci¨®n del espacio com¨²n necesario a la unidad econ¨®mica y pol¨ªtica que se pretende. La efectiva vigencia del mercado interior y la vivencia diaria de una ciudadan¨ªa europea son elementos b¨¢sicos para que ese sentido de pertenencia se consolide, y la desafecci¨®n que respecto al proyecto europeo parece invadir a parte importante de la poblaci¨®n se revierta. Schengen refuerza y viabiliza amas cosas. Visto desde la ¨®ptica latinoamecana, tambi¨¦n interesa fuertemente, por muchas razones, b¨¢sicamente culturales y estrat¨¦gicas, que efectivamente se plasme un proyecto de integraci¨®n plena en el Viejo Continente. Para los equilibrios intemacionales es conveniente que exista una Europa fuerte, en lo pol¨ªtico y en lo econ¨®mico. Pero tambi¨¦n para la mantenci¨®n e ciertos valores y un determinado modo e vida y de organizaci¨®n societaria no s¨®lo m¨¢s cercano a nosotros, sino con un contenido ¨¦tico que ha sido patrimonio hist¨®rico de los europeos, irradiado en la ra moderna al resto del mundo, que intesa preservar. Schengen es un salto cualiativo en la unidad de Europa. Para los ciuadanos de pa¨ªses terceros habr¨ªa incluso ventajas en algunos aspectos. Por ejemplo, en no tener que pedir visados en varios pa¨ªses para circular por Europa, o, en el caso de solicitantes de asilo, tener la posibilidad de contar con su concesi¨®n con validez para los miembros del acuerdo.Todo esto forma parte de una de sus caras. Peto la otra cara de Schengen es menos amable, desde luego un tanto amenazadora para los no comunitarios y contiene elementos que pueden facilitar, por la v¨ªa de los hechos, el atropello a los derechos fundamentales de los ciudadanos -Inmigrantes o simples transe¨²ntes- procedentes de pa¨ªses terceros. Hay cuestiones objetivas, como las listas negra y gris de pa¨ªses que requieren visado. Y los controles personales en cualquier momento y lugar para los extranjeros del mundo subdesarrollado, que generan para ellos, en la pr¨¢ctica, condiciones de vulnerabilidad y se prestan al abuso y a la arbitrariedad. De hecho, esto sucede en muchos puestos fronterizos o en determinadas zonas de las ciudades europeas. O problemas preexistentes que se complican a¨²n m¨¢s, ya que el otorgamiento de visados Schengen produce necesariamente un alineamiento por la l¨ªnea dura, lo que viene a afectar, por ejemplo, los casos de reagrupaci¨®n familiar. Lo mismo puede decirse de las concesiones de asilo.
Sin embargo, ante los reiterados abusos y atropellos a que estas personas se ven expuestas, existen ciertos mecanismos jur¨ªdicos que eventualmente les proteger¨ªan. Por lo menos en teor¨ªa los hay. El principal problema -y el mayor peligro- de la otra cara de Schengen radica en dos cuestiones muy de fondo: una, que ata?e a una confusi¨®n conceptual, con repercusiones pr¨¢cticas perversas, relativas a la asociaci¨®n de ideas que se produce, a veces t¨¢cita y a veces expl¨ªcitamente, entre extranjero, delincuencia y droga. Si revisamos las declaraciones de las autoridades schengenianas, los controles que se establecen y los archivos policiales que se crean est¨¢n destinados al control de "fa delincuencia, el narcotr¨¢fico y la inmigraci¨®n", estableciendo as¨ª esa relaci¨®n subliminal que repercute luego en la mente de los ciudadanos y alienta la desconfianza hacia el extranjero, por el solo hecho de serlo. La otra es el amplio espacio abierto a la discrecionalidad de los funcionarios encargados de aplicar los controles. Y esto afectar¨¢ principalmente, aunque resulte parad¨®jico, a los procedentes de pa¨ªses latinoamericanos (lista gris), que en el caso de Espa?a y otros pa¨ªses de Schengen no requieren visado para entrar. Como es as¨ª, la admisibilidad o no del ciudadano, y los controles que sobre ¨¦l ser ejerzan, quedan entregados a criterios generalmente subjetivos. La ¨²nica forma de neutralizar esto es la adecuada formaci¨®n de los funcionarios, junto con una fuerte sensibilizaci¨®n de la opini¨®n p¨²blica. De las dos caras de Schengen es de esperar que nos quedemos con la mejor y este acuerdo no se transforme en un instrumento represivo y discriminatorio para los extranjeros. Asimismo, que no sea un freno a una inmigraci¨®n que el continente necesita. Por ¨²ltimo, que no se aliente la temida fortaleza europea, que no s¨®lo es inviable, sino que obstaculizar¨ªa el necesario dinamismo de su inserci¨®n internacional.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.
Archivado En
- Tratado Roma
- Tratado Maastricht
- Espacio Schengen
- ESE
- Libre circulaci¨®n personas
- Opini¨®n
- Reglamentos
- Tratados UE
- Legislaci¨®n UE
- Cooperaci¨®n policial
- Tratados internacionales
- Mafia
- Pol¨ªtica migratoria
- Fronteras
- Justicia deportiva
- Pol¨ªtica social
- Relaciones internacionales
- Pol¨ªtica econ¨®mica
- Pol¨ªtica exterior
- Lucha antiterrorista
- Delincuencia
- Migraci¨®n
- Demograf¨ªa
- Uni¨®n Europea
- Europa