"Un horizonte que mide 30 metros"
En la c¨¢rcel, Rafael Vera ha vivido, le¨ªdo y aprendido mucho. La idea que ten¨ªa sobre lo que es una prisi¨®n no se le ha venido abajo, pero "hay cosas que no te puedes imaginar". Lo que m¨¢s le ha impresionado es c¨®mo circula la droga en el interior del recinto. Cree que es fruto de "una cierta permisividad para rebajar la tensi¨®n que viven los presos all¨ª dentro".En la prisi¨®n de alta seguridad de Alcal¨¢-Meco ("la m¨¢s dura del Estado") sigui¨® siendo llamado "don Rafael", y Vera reconoce que manten¨ªa "una cierta influencia sobre algunos reclusos, y no s¨®lo sobre los tres que cada d¨ªa compart¨ªan con ¨¦l las dos horas cotidianas de gimnasia y carreras, que s¨®lo suspendi¨® el ¨²ltimo d¨ªa.
?l,entre las dos especies que habitan el m¨®dulo de aislamiento n¨²mero 5, los castigados y los protegidos, pertenec¨ªa a este ¨²ltimo grupo. Las horas de celda, sobre todo entre las 21.30 y las ocho de la ma?ana del d¨ªa siguiente eran duras, a pesar de la compa?¨ªa de la tele y los libros, pero lo peor era el patio. "El horizonte mide un m¨¢ximo de 30 metros; s¨®lo ves hormig¨®n y el cielo. Por eso me explico ahora la obsesi¨®n de algunos presos por echar de comer a los gorriones, para que no faltaran nunca, y algunos se llevan a la celda las cr¨ªas de los que all¨ª anidan para tener compa?¨ªa y alguna obligaci¨®n".
"Cinco meses es mucho tiempo, porque la vida en la prisi¨®n es mucho m¨¢s lenta, pero jam¨¢s he estado deprimido. Lo atribuyo a que me hab¨ªa preparado psicol¨®gicamente antes, y al principio lo tom¨¦ como una liberaci¨®n de aquellos meses que viv¨ª sinti¨¦ndome acosado, con la angustia de lo que iba a suceder. Si dije aquello de 'estoy deseando ir a prisi¨®n' fue porque lo sent¨ªa de veras. Mi responsabilidad me empujaba a pasar por lo que estaban sufriendo algunos de mis colaboradores. Si hab¨ªa alg¨²n responsable era yo el que deb¨ªa pagar por ello".
Vera no sabe definir lo que siente ahora que disfruta de "una libertad condicionada y muy cara, por cierto" (en alusi¨®n a los 200 millones de fianza que le han impuesto, cantidad que le lleva a decir en broma que la cotizaci¨®n de la Seguridad del Estado sigue estando muy alta si se la compara con el mill¨®n fijado para el ex director del Cesid, el general Emilio Alonso Manglano). Comenta que necesitar¨¢ alg¨²n tiempo para poner en, orden "esa mezcla de sensaciones vividas", en la que el contrapunto es el aluvi¨®n de visitas y llamadas que recibe.
Lo malo de la prisi¨®n lo concentra en la ocasi¨®n en que se cruz¨® en el pasillo con el etarra Lizarralde. "No puedo olvidar la sonrisa que me lanz¨® y tampoco los comentarios hirientes que me llegaban a trav¨¦s de los funcionarios. Ellos [los de ETA] dec¨ªan que yo era su reh¨¦n para poder salir de prisi¨®n. Pensaban que, si lleg¨¢bamos a ser condenados, hab¨ªa ya una moneda de cambio, el equilibrio que se ha producido con determinados indultos en otros casos. Cuando has estado combatiendo el fen¨®meno terrorista tantos a?os y con tanto esfuerzo, eso te duele y te produce cierto cabreo".
Lo bueno para ¨¦l fueron los libros. "He le¨ªdo de todo. Muchas novelas policiacas, incluida la ¨²ltima de John Le Carr¨¦; todos los libros de Joaqu¨ªn Leguina, que me envi¨® ¨¦l mismo a prisi¨®n; el Ardor guerrero, de Mu?oz Molina; libros de aventuras, ensayos, Kundera y hasta algo de Plat¨®n. Tambi¨¦n le dio tiempo para escribir una novela que trata de un asesinato en prisi¨®n que investiga un funcionario. M¨®dulo 5 la ha titulado. Y si al principio parece dispuesto a confesar qu¨¦ personaje se ha reservado, luego dice que ¨¦l s¨®lo es el autor. "Aunque est¨¢ escrita en primera persona, recoge lo que he visto y tambi¨¦n la otra cara del individuo, aunque ¨¦ste sea un preso", afirma.
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