Hemingway
Hemingway se peg¨® un tiro el d¨ªa en que por fin descubri¨® que era un mal escritor. Tal vez este juicio de Borges sea un poco exagerado. Hemingway ten¨ªa mucha pegada en la distancia corta, en los relatos breves, pero sin duda su fama se debe a que supo conjugar el turismo con la crueldad. Este literato era sustancialmente un fascista: amaba la violencia como una forma de belleza. Se sent¨ªa atra¨ªdo por la sangre de personas o de animales, y viajaba a cualquier lugar donde ¨¦sta se le ofreciera de un modo gratuito: toros, gallos, guerras, cacer¨ªas ` En los a?os veinte vino a Espa?a para presenciar en vivo una de nuestras t¨ªpicas barbaries que suced¨ªa en Pamplona, y de ella extrajo una p¨¦sima novela, The sun also rises, traducida con el t¨ªtulo de Fiesta. De hecho, Hemingway nunca logr¨® entender la muerte sino como espect¨¢culo. Pasado el tiempo, los espa?oles deparamos a este escritor otra gran corrida que dur¨® tres a?os y en la que se cortaron un mill¨®n de orejas. Herningway tampoco falt¨® a la cita. Se instal¨® en el hotel Florida de Callao y asisti¨® a esta larga carnicer¨ªa civil tomando notas desde la barrera. Con esto escribi¨® otra mala novela, Por qui¨¦n doblan las campanas, sin ahorrarse la complaciente mirada del explorador que se siente excitado ante unos nativos heroicos y violentos. Su verdadero genio consist¨ªa en salir siempre en la mejor fotograf¨ªa, ya que estaba en cada momento en el sitio exacto, en el bar o restaurante oportuno en su ¨¦poca m¨¢s gloriosa. Gracias a este talento singular, Hemingway se ha convertido ¨¦l solo en una agencia de viajes, de modo que tiene menos lectores que turistas. ?stos toman cochinillo en Bot¨ªn, o daiquiri en el Floridita de La Habana, o whisky en los Harris's Bar de Par¨ªs y de Venecia. Recientemente, uno de estos seguidores ha rendido homenaje al escritor durante un encierro en Pamplona dej¨¢ndose partir la aorta por un toro. Era un joven norteamericano que ha muerto sin enterarse de que una sangre parecida a la suya, en su momento, s¨®lo pudo engendrar una literatura mediocre.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.