Indurain pasa revista a sus rivales
Pantani gana en los Pirineos y el l¨ªder aumenta su ventaja sobre Z¨¹lle y Jalabert
Ning¨²n aspirante ha logrado consolidar un ataque al l¨ªder. Al Tour le falta una etapa, la reina de los Pirineos ma?ana (el Tourmalet y sus damas de honor), para decretar veredicto. E Indur¨¢in no ofrece resquicios. Su . comportamiento tiene un efecto demoledor sobre sus rivales, muy superior al propio goteo de segundos. La mayor¨ªa se ve obligada a operar seg¨²n una estrategia de corto alcance: seguir la rueda del l¨ªder es la ¨²nica garant¨ªa. Lo hizo Z¨¹lle y apuntal¨® su estancia en el podio. Lo consigui¨® a duras penas Riis y puede ver a Jalabert en el horizonte. La primera visita a los Pirineos no sirvi¨® para otra cosa que alimentar el apetito de Pantani. Italia disfruta de un fest¨ªn de victorias: seis en 14 etapas.Pantani se ha convertido en un aliado de Indur¨¢in porque sus ofensivas sirven para que el. l¨ªder pueda fabricarse un escenario. La candidatura de Pantani a la victoria en cualquier etapa monta?osa es un elemento a tener en cuenta. Para empezar, Indur¨¢in sabe que el Carrera tendr¨¢ que hacer una parte del trabajo previo e impedir que ning¨²n escapado se aleje del margen de cobertura de su l¨ªder. Chiappucci y compa?¨ªa se encargan de sujetar las fugas hasta la base del puerto, una tarea que ya no tiene que hacer s¨®lo Banesto.
Luego, basta con interpretar los h¨¢bitos de caza de Pantani. Es un escalador de los que no suelen esperar demasiado, m¨¢xime si el terreno no es excesivamente duro. Los Pirineos recibieron al pelot¨®n con niebla y frio, una demostraci¨®n m¨¢s de c¨®mo el Tour somete a prueba a los ciclistas. Puestos sobre el escenario 40 kil¨®metros de carretera estrecha, piso mojado, pendientes medias y visibilidad m¨ªnima nadie pod¨ªa sustraerse a la batalla. Pantani dio el pistoletazo.
Indur¨¢in maniobr¨¦ como si estuviera haciendo un chequeo a sus rivales. Cuando obtuvo respuestas a todas sus preguntas tom¨® la decisi¨®n final. Indur¨¢in no movi¨® un m¨²sculo tras el ataque de Pantani. Tanto es as¨ª que muchos interpretaron, a la vista del boquete que abri¨® el italiano, que pod¨ªa pasar alg¨²n tipo de dificultad. Ah¨ª estaba Indur¨¢in, quieto a rueda de Aparicio. Riis se puso nervioso y abandon¨® la compa?¨ªa del grupo. Indur¨¢in quieto, a rueda de Aparicio. ?C¨®mo interpretarlo? Jalabert no pudo m¨¢s y se march¨® entre el delirio general. "Indur¨¢in en dificultad", cantaba Radio Tour sin poner freno a su euforia. E Indur¨¢in quieto, a rueda de Aparicio.
Jalabert miraba hacia atr¨¢s y no parec¨ªa cre¨¦rselo del todo. Su empe?o en buscar la huella de Riis no iba por buen camino pero demostraba que no llegaba a entender lo que suced¨ªa. Quedaban 30 kil¨®metros y si era cierto que Indur¨¢in lo estaba pasando mal, el Tour se le vest¨ªa de amarillo. Y el l¨ªder a rueda de su escudero.
Pocos repararon en que Indur¨¢in miraba de continuo a todas partes, hacia arriba y hacia atr¨¢s. Y un hombre en dificultad no mira a ning¨²n sitio. Sencillamente, fija la vista en el vac¨ªo, a solas con su sufrimiento. Cuando Indur¨¢in mira, es que est¨¢ calculando, examinando. Pasaba revista. A rueda de Aparicio, esper¨® a que Jalabert se rindiera. Primera respuesta almacenada. Y, en el momento preciso, de un golpe, acab¨® con la aventura de Riis. Radio Tour qued¨® en silencio. Un murmullo recorri¨® la sala de prensa. Indur¨¢in sab¨ªa en ese momento todo lo que ten¨ªa que saber. Riis y Jalabert, tambi¨¦n: no daban para m¨¢s.
A cinco kil¨®metro de la meta puso la firma. S¨®lo Z¨¹lle y Gotti lograron resistir ese ritmo. Y Z¨¹lle sin intentar nada raro, muy disciplinado, tras un ¨²nico objetivo: haga lo que haga el equipo (la prensa francesa empieza a hablar de "guerra espa?ola" por la rivalidad ONCE-Banesto), ¨¦l a rueda de Indur¨¢in. Y a su rueda, su resultado fue m¨¢s s¨®lido que el de Jalabert (51 segundos de retraso). Indur¨¢in hab¨ªa pasado revista a sus rivales vivos. ?l es quien hace las preguntas en este Tour.
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