Disciplina en libertad
?D¨®nde termina la pol¨ªtica y d¨®nde empieza el l¨ªmite de las exigencias ¨¦ticas de cada individuo? Durante muchos y muchos a?os, la tendencia ha ido en la l¨ªnea de politizar absolutamente todo. Nada se ha escapado al debate pol¨ªtico y todo deb¨ªa resolverse en t¨¦rminos pol¨ªticos. Y por ello, consecuentemente, la extensi¨®n del concepto de la disciplina pol¨ªtica -l¨¦ase partidista- lo ha invadido todo. Cualquier problema social deb¨ªa sujetarse a c¨®digos partidistas estrictos. Deber¨ªa reflexionarse sobre si este fen¨®meno no ha influido muy decisivamente en el proceso de debilitamiento de la militancia pol¨ªtica. Posiblemente, muchos ciudadanos pod¨ªan sentirse atra¨ªdos por una determinada formulaci¨®n pol¨ªtica, en base a una coincidencia ideol¨®gica, pero, en cambio, sentirse inc¨®modos ante la disciplina que se les reclamaba en cuestiones que pod¨ªan entenderse situadas al margen de las grandes alternativas pol¨ªticas. Afortunadamente, eran muchos los que se resist¨ªan a que lo pol¨ªtico llegara a invadir el campo de sus propias convicciones m¨¢s ¨ªntimas, a las que se quer¨ªa dar respuesta desde las exigencias, de la ¨¦tica personal.
La sociedad moderna, la que es capaz de adaptarse a los retos de este fin de siglo, no ser¨¢ aquella que tienda a dividirse r¨ªgidamente en los esquemas simples del "estar a favor o en contra". Les matices, las zonas voluntariamente grises que pretenden distanciarse de lo absolutamente blanco o absolutamente negro son la se?al m¨¢s evidente de una sociedad tolerante y liberal. Y as¨ª, mientras la pol¨ªtica tiende a radicalizar las posiciones y parece alimentar la confrontaci¨®n sistem¨¢tica como ¨²nica v¨ªa para su propia. afirmaci¨®n, la sociedad, en sus h¨¢bitos y comportamientos, incluso en los grandes debates intelectuales; de este fin de siglo, se sit¨²a m¨¢s en el campo de la relativizaci¨®n de los dogmas y de los apiriorismos simplistas.
Ser¨ªa bueno aceptar que todo proyecto pol¨ªtico se construye alrededor de unos elementos determinantes que lo caracterizan. ?sta es su esencia, y es en raz¨®n de la misma que se reclama el apoyo popular. Y es en base a este n¨²cleo aglutinador del proyecto que la militancia se construye y la disciplina es exigible. Pero, al margen o colateralmente de este n¨²cleo aglutinante, la evoluci¨®n de los tiempos va definiendo aspectos. de muy diversa ¨ªndole, en los que la libertad individual debe prevalecer sobre la disciplina partidista. O, en todo caso, no deber¨ªa escandalizar. que de manera m¨¢s frecuente se reclamara esta libertad.
En muchas ocasiones se ha reclamado una reforma del sistema electoral, para introducir el sistema de listas abiertas. De hecho, la raz¨®n de esta reforma no tendr¨ªa otro fundamento que el de distinguir, dentro de un mismo proyecto, valores personales de unos candidatos que pudieran parecer m¨¢s id¨®neos. Es la reivindicaci¨®n del elector de no sentirse sometido, ¨¦l tambi¨¦n, a la rigidez de la disciplina partidista.
Seguramente si por la v¨ªa de la pr¨¢ctica se avanzase m¨¢s decididamente en el reconocimiento de estos m¨¢rgenes de libertad personal en la acci¨®n pol¨ªtica, se sentir¨ªa menos la necesidad de la reforma del sistema electoral; los proyectos tomar¨ªan cuerpo. de manera mas plural y diversa, y el valor de las personas aparecer¨ªa menos sometido al peso de las decisiones partidistas.
Ciertamente, debe, reconocerse que no parece avanzar, por aqu¨ª la evoluci¨®n del sistema democr¨¢tico en Europa. M¨¢s frecuentemente aparecen las tensiones que pretenden controlar m¨¢s eficazmente la respuesta de los pol¨ªticos, que no el reconocimiento de mayores supuestos de libertad en su decisi¨®n. No obstante, en la vecina Francia, el criterio partidista aparece menos vigente que en nuestro propio pa¨ªs, y as¨ª, alrededor de temas tan decisivos y trascendentes como el de la unidad europea, se han llegado a conformar toleradas posiciones discrepantes dentro de una misma mayor¨ªa. Y no son infrecuentes, en el Reino Unido, o en algunas democracias centroeuropeas, comportamientos discrepantes de diputados que en Espa?a ser¨ªan considerados como indisciplina de voto.
No se trata de hacer un canto a favor de estas actitudes. Me parecer¨ªa sumamente peligroso instalar en esta etapa de nuestra vida. democr¨¢tica una relajaci¨®n de lo que debe ser el servicio a proyectos pol¨ªticos, s¨®lidos y unidos. Pero ser¨ªa bueno, no obstante, abrir excepciones justificadas que, p¨²blicamente, sirvieran para matizar posiciones personales al margen o discrepantes de lo que son las tesis partidistas.
La aprobaci¨®n del reciente proyecto de ley sobre la despenalizaci¨®n del cuarto supuesto del aborto ser¨ªa una buena ocasi¨®n para introducir esta diferencia entre pol¨ªtica y exigencia ¨¦tica; entre la disciplina de voto y el respeto a la propia conciencia. Que los partidos reconociesen a sus diputados y senadores plena libertad para votar de acuerdo con las exigencias de su propia conciencia ser¨ªa un paso adelante en la necesaria vitalidad del sistema democr¨¢tico espa?ol. Que un partido adoptara colectivamente una posici¨®n, favorable o contraria, pero simult¨¢neamente reconociera la libertad. de sus diputados para pronunciarse en los t¨¦rminos que su propia conciencia les imponga, no ir¨ªa en detrimento del partido que as¨ª actuara, ni ser¨ªa se?al de su debilidad interna, sino precisamente de su fortaleza y de su coherencia. Ser¨ªa situar el debate donde debe estar, o donde puede estar. Ser¨ªa poner a cada uno frente a su propia responsabilidad y no impedir que nadie la pudiera asumir en plena conciencia.
Esta manifestaci¨®n de libertad, en un momento en el que la crisis del sistema de partidos relega la valoraci¨®n de ¨¦stos a niveles muy bajos en la opini¨®n p¨²blica, servir¨ªa positivamente para mejorar esta imagen. Los ciudadanos recibir¨ªan el impacto evidente de que los proyectos pol¨ªticos se construyen precisamente desde la voluntariedad de los que la sirven. Que ¨¦stos tienen su propia personalidad, que a veces incluso discrepan, pero que resuelven estas discrepancias, bien someti¨¦ndolos a la voluntad mayoritaria en lo que hace referencia al n¨²cleo, duro de su opci¨®n ideol¨®gica o desde la libertad de actuaci¨®n en aquello que bien se considera secundario, o que, no si¨¦ndolo, no est¨¢ en la raz¨®n de ser del proyecto que se sirve. O incluso que, aceptando la trascendencia e importancia de la cuesti¨®n, y su arraigo en la ideolog¨ªa que define el proyecto pol¨ªtico, esto no excluye que se quiera aceptar la manifestaci¨®n libre de la conciencia de cada uno de los diputados o militantes del proyecto.
Ser¨ªa bueno para Espa?a, en este momento complicado y dif¨ªcil, que fu¨¦ramos capaces de dar esta victoria a la libertad frente a la disciplina. Ser¨ªa importante para el futuro de las libertades en Espa?a que fuera desde la libertad individual como cada uno pudiera pronunciarse en un tema de esta naturaleza.
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