Indur¨¢in cumpli¨® con la agenda
Octava victoria del ciclista espa?ol en una contrarreloj del Tour y buen trabajo de Escart¨ªn y Mauri
La victoria tuvo cierto aire rutinario. Efectivamente, Indur¨¢in gan¨® la contrarreloj. Nadie lo dudaba. Cruz¨® la l¨ªnea de meta, se dirigi¨® a los guardaespaldas, abandon¨® su bicicleta con prisas y subi¨® a la antesala del podio. Atendi¨® al periodista de guardia con un "ya veremos" cuando le pregunt¨® no por el quinto sino por el sexto Tour, y espero la entrega de su pen¨²ltimo maillot amarillo, el n¨²mero 60 de su carrera para ser exactos. Besos de azafatas, ramo de flores, alg¨²n aut¨®grafo al vuelo, nuevas declaraciones y un traslado a la sala de prensa para atender al pelot¨®n mundial de enviados especiales. Para ser un hombre que hab¨ªa circulado a 48,5 kil¨®metros por hora durante casi 60 minutos, un cambio tan brusco de actividad resultaba sorprendente. La victoria parec¨ªa haber quedado en el olvido por culpa del propio Indur¨¢in. No se dio un respiro. No hubo celebraci¨®n. No mir¨® atr¨¢s. Ya est¨¢. Una victoria m¨¢s, la octava contra el cron¨®metro. Un Tour m¨¢s. Sencillamente, parec¨ªa tener prisa. Ganar parec¨ªa ser un compromiso m¨¢s en su agenda del d¨ªa.No hubo emoci¨®n. Fue una contrarreloj estad¨ªstica de principio a fin. Para el propio Indur¨¢in, que supo al kil¨®metro 10 que todo segu¨ªa el plan previsto. Y para todos los dem¨¢s, porque Riis dejaba bien claro que Jalabert no podr¨ªa darle alcance. Los tres minutos de diferencia que separaban a los ¨²ltimos corredores hurtaron al espect¨¢culo una tentaci¨®n que flotaba en el ambiente: comprobar si Zulle escapar¨ªa, de las garras de Indur¨¢in. No hubo cacer¨ªa, pero habr¨ªamos asistido a ella de estar separados en dos minutos. No hubo sorpresas. No hubo m¨¢s an¨¦cdota que el en¨¦simo pinchazo de Rominger. Las referencias anunciaron con muchos kil¨®metros de antelaci¨®n la llegada de Indur¨¢in vestido de amarillo y en gran campe¨®n.
Poco hab¨ªa importado cuanta referencia se hizo al estado de la carretera, dado que la meteorolog¨ªa sorprendi¨® a los correderores con una pertinaz lluvia. En esas ocasiones siempre hay un baile de impresiones por un qu¨ªtame estas ruedas, un quiz¨¢ es mejor no utilizar las lenticulares o un yo dir¨ªa que ser¨ªa mejor que calzaras un 54 por 12. Indur¨¢in aparc¨® la Espada de momento y se inclin¨®, efectivamente, por un 54/12 seguro como estaba de sus. fuerzas. Hizo una contrarreloj t¨ªpica. T¨ªpica quiere decir implacable. T¨ªpica quiere decir regular, aumentando diferencias en progresi¨®n aritm¨¦tica.
Zulle no pudo esta vez sujetarse a la rueda de Indur¨¢in. Tampoco podr¨¢ abusar demasiado de los juegos de n¨²meros. ser segundo, a 4.35 minutos de Indur¨¢in, no es una mala marca, pero nunca fue un rival directo. Nunca le mir¨® a la cara a Indur¨¢in. Sus verdaderos rivales, con los que contaba el l¨ªder para el compromiso de este Tour, han regresado a casa o sacaron bandera blanca hace alg¨²n tiempo. Conviene que Zulle no lo olvide si piensa que en 1-995 no ha hecho otra cosa que invertir para 1996. Dentro de un a?o, s¨ª estar¨¢ en la agenda de Indur¨¢in.
La contrarreloj, sin embargo dej¨® un buen recuerdo para cierta parte del pelot¨®n espa?ol. Fernando Escart¨ªn hizo un trabajo m¨¢s que meritorio, que obliga a pensar que merece un estatus que no sea el de simple gregario. No muy diferente es la posici¨®n de Mauri. Tres espa?oles entre los diez primeros de una contrarreloj siempre es un ¨ªndice que debe destacarse. Tres espa?oles entre los diez primeros de la general se ha producido muy pocas veces en un Tour. As¨ª es como Escart¨ªn y Mauri rompieron a su manera la sensaci¨®n de rutina que asomaba por el horizonte de la jornada. Cierto es que la agenda de Indur¨¢in est¨¢ muy cargada de compromisos. Pero, hombre, podr¨ªa haberse tomado un respiro.
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