El pueblo contra el fuego
Una gigantesca columna de humo blanco, gris y negro asomaba sobre las monta?as que rodean Horcajo de la Sierra. El alcalde, Ra¨²l Andr¨¦s, enfundado en un mono azul, se aprestaba en la tarde de ayer a luchar contra las llamas que amenazaban su pueblo. Concejales y vecinos se desped¨ªan en su despacho. "Nos vamos. No permitiremos que el fuego acabe con nuestra tierra. Si no lo evitamos, ?qu¨¦ va a ser de nosotros?", comentaban los vecinos m¨¢s j¨®venes.El alcalde, Ra¨²l Andr¨¦s, reconoci¨®: "Sabemos que est¨¢ prohibido [organizar patrullas vecinales] pero no podemos permitir que las llamas abrasen los montes. Los bomberos no viven la monta?a y la desconocen". En 1992 murieron cuatro miembros de una de estas patrullas sofocando un incendio forestal en Guadalajara. En Horcajo y Montejo se organizaron grupos que partieron a luchar contra las llamas. S¨®lo en Somosierra los vecinos se quedaron en el pueblo.
PASA A LA P?GINA 3
La centralita de Goyo en Montejo de la Sierra
En la localidad de Montejo de la Sierra la situaci¨®n era parecida a la de Horcajuelo: patrullas de labradores en la l¨ªnea de fuego y la poblaci¨®n atenta a cualquier cosa que pasara.
A Gregorio Garc¨ªa, Goyo, de 72 a?os, que ha sido concejal del pueblo durante 40 a?os y que cuenta con unos cuantos incendios a sus espaldas, le asignaron ayer quedarse pegado al tel¨¦fono del Ayuntamiento. Su misi¨®n est¨¢ clara: "Orientar e informar a todo el que llame".
,"Los j¨®venes, y algunos jubilados, no se crea, han subido al monte a pelear contra el fuego", contaba ayer Goyo desde su centralita, en la que sonaba continuamente la radio: "A ver, est¨¢n continuamente dando noticias".
La gente que arriba luchaba por aplacar las llamas se comunicaba, gracias a un tel¨¦fono m¨®vil, con el puesto del exconcejal. De esta manera, los que se quedaban en retaguardia se enteraban si sus paisanos del frente necesitaban comida, agua, herramientas o cualquier otra cosa.
El martes por la noche, seg¨²n cuenta Goyo, los vecinos de Montejo volvieron al pueblo del incendio contentos, cansados y satisfechos. El fuego que amenazaba sus tierras, y rondaba el hayedo, parec¨ªa sofocado.
Pero ayer por las ma?ana las llamas se reanimaron y volvieron a la carga. De nuevo, los hombres dejaron su trabajo y subieron al monte en los dos veh¨ªculos de Protecci¨®n Ciudadana que posee el municipio o en los coches particulares de cualquiera que se ofreciera a transportar personas.
Durante todo el d¨ªa, incesantemente, nuevas patrullas acudieron desde Montejo de la Sierra al lugar del incendio, situado a 18 kil¨®metros de distancia.
El objetivo, adem¨¢s de sustituir a los que llevaban ya alg¨²n tiempo peleando con el fuego, era ahogar las llamas a base de trazar cortafuegos en el bosque.
"Para eso se han ido con hachas, con motosierras, con podones [podaderas grandes, con mango a modo de martillo y una boca en forma de hacha y otra de cuchillo]," relataba Goyo, que tiene su teor¨ªa particular sobre el fuego, basada en la experiencia: "Va a ser muy dif¨ªcil, seg¨²n me cuentan los que bajan. Hasta que las llamas no lleguen a lo alto de la sierra no hay nada que hacer: all¨¢ arriba, que no hay ¨¢rboles, se le podr¨¢ zurrar bien al incendio. Hasta entonces... ".
Lo ¨²nico que pide Goyo es que no arda nadie. "Qu¨¦ calamidad", resumi¨® el jubilado. "Estar¨¢n all¨ª toda la noche; claro, qu¨¦ otra cosa van a hacer". Mientras tanto, en el pueblo s¨®lo se hablaba de una cosa: "Del fuego, claro, y se va a hablar durante mucho tiempo", concluy¨® Goyo.
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