Desahucios ¨¦tnicos en Croacia
La ONU investiga la expulsi¨®n de decenas de inquilinos de origen serbio de viviendas p¨²blicas croatas
En cualquier librer¨ªa de Zagreb se puede adquirir un mapa ¨¦tnico de Croacia, que localiza los principales municipios mediante circulos de tama?o proporcional a su poblaci¨®n y los reparte en una tarta ¨¦tnica de porciones nacionales o religiosas: azul, para los croatas; verde, para los musulmanes; marr¨®n, para los serbios; amarillo, para los h¨²ngaros, y as¨ª sucesivamente. Nada tiene de extra?o en un Estado cuya Constituci¨®n proclama el derecho de sangre como fuente de la nacionalidad y se limita a definir a Croacia como "la patria de los croatas". En medio del fervor nacionalista, el nuevo pa¨ªs se presenta con una pureza de sangre croata del 78%. Pero se trata de datos de hace cuatro a?os, cuando se elabor¨® el ¨²ltimo censo. El flujo de refugiados croatas procedentes de la regi¨®n de Eslavonia y Krajina, bajo control serbio y parcialmente recuperada en el caso de la Eslavonia occidental en la ofensiva de mayo lo que provoc¨® el ¨¦xodo forzado de miles de civiles serbios, ha desatado desde hace tres a?os una ola de violentas expulsiones de inquilinos serbios de viviendas estatales para poder realojar a los reci¨¦n llegados. Las Naciones Unidas, que han registrado 3.600 casos, y organizaciones humanitarias c¨®mo la Federaci¨®n de Helsinki investigan desde hace tiempo las acusaciones de desahucios ¨¦tnicos en Croacia.
Las expulsiones, en la mayor¨ªa de los casos acompa?adas de episodios de violencia, afectan al parque de viviendas del antiguo Ej¨¦rcito Nacional Yugoslavo, la organizaci¨®n inter¨¦tnica por excelencia de la desaparecida federaci¨®n socialista. El Estado croata incorpor¨® a su patrimonio 40.000 de estos pisos p¨²blicos. Aunque la situaci¨®n de los derechos humanos en Croacia dista a los luz de la tragedia vivida por los musulmanes en las operaciones de limpieza ¨¦tnica serbia en Bosnia-Herzegovina, los observadores internacionales en Zagreb coinciden en expresar su. preocupaci¨®n por las violaciones de los derechos de las minor¨ªas.
La Iglesia cat¨®lica lanza adem¨¢s continuos llamamientos a la reconciliaci¨®n y contra las tentaciones de represalias ¨¦tnicas a trav¨¦s del cardenal de Zagreb, Franjo Kuhariz. Pero algunos pol¨ªticos no han dudado en proclamar la "responsabilidad colectiva" de todos los serbios por las matanzas y violaciones de los derechos humanos ocurridas durante el conflicto armado de 1991. Del 12% de poblaci¨®n serbia en Croacia en 1991 se ha pasado en la actualidad a un 5%.
Expulsiones con impunidad El ¨²ltimo informe (1994) del hasta ahora relator especial de la ONU sobre la situaci¨®n de los derechos humanos en la antigua Yugoslavia, Tadeusz Mazowiecki, destaca la gravedad de los desahucios extrajudiciales acompa?ados de amenazas y violencia, en los que han intervenido tambi¨¦n soldados en activo. El mismo informe hace hincapi¨¦ en la Impunidad de las expulsiones, ya que los tribunales civiles se han abstenido de intervenir.
Grupos de refugiados croatas arrollados por el avance serbio en Vukovar se presentan, en ocasiones escoltados por la Polic¨ªa Militar, en las viviendas castrenses con un documento que conmina a los inquilinos -algunos con casi 30 a?os de antig¨¹edad en el alquiler- a desalojar la casa al d¨ªa siguiente. "Cuando se cumplan los planes de paz internacionales, con la ayuda de las Naciones Unidas, y los desplazados puedan regresar a sus pueblos, se revisar¨¢n los desahucios de las viviendas estatales", contest¨® por escrito el presidente de la C¨¢mara de la Vivienda de Karlovac (al suroeste de Zagreb) a la reclamaci¨®n de uno de los expulsados.
La discriminaci¨®n ¨¦tnica y la ausencia de un proceso legal justo se conjugan, seg¨²n el informe de Mazowiecki, con el mutismo de las autoridades croatas frente a las quejas de los Gobiernos europeos y de las organizaciones no gubernamentales. Sin embargo, la ola de desahucios ¨¦tnicos comenz¨® a detenerse a finales del a?o pasado. Las autoridades alegan que la mayor¨ªa de las expulsiones obedecen a irregularidades en la cesi¨®n de las viviendas o a subrogaciones no autorizadas por el Estado. Muchos serbios cedieron a sus familiares los contratos antes de abandonar el territorio croata por miedo a eventuales represalias. Una portavoz del Gobierno expone as¨ª la versi¨®n oficial: "Todos los desahuciados carec¨ªan de papeles en regla; adem¨¢s, las expulsiones quedaron suspendidas a finales del a?o pasado. Una comisi¨®n parlamentaria estudia las denuncias y se espera que en septiembre pueda presentar un proyecto de ley para resolver el problema de las viviendas p¨²blicas".
Este enviado especial asisti¨® el pasado mi¨¦rcoles a la declaraci¨®n de una joven croata, aunque de padre serbio, ante un funcionario de las Naciones Unidas. "Me lo han quitado todo, ni siquiera he podido llevarme el televisor y los muebles que hab¨ªa comprado yo". La semana pasada se presentaron en su casa 15 hombres y una mujer con esta advertencia: "Esto es nuestro, tienes que marcharte. Las denuncias de la joven ante la polic¨ªa civil no surtieron ning¨²n efecto. "Es un caso militar", se excusaron en la comisar¨ªa. S¨®lo pudo recuperar su ropa. "Si no te largas, te matamos", asegura que la amenazaron los nuevos ocupantes. Fuentes de las Naciones Unidas han registrado al menos siete casos durante este mes de julio.
La Federaci¨®n Internacional de Helsinki para los Derechos Humanos, una organizaci¨®n no gubernamental que vigila el cumplimiento del Acta de Helsinki, ha compilado en un documento una veintena de declaraciones de denunciantes de expulsiones ilegales en Zagreb, Split y Osijek (noreste) cometidas entre 1992 y 1993 contra inquilinos de origen no croata. En todos los supuestos se constata la ausencia de resoluci¨®n judicial que avale el desahucio. La Federaci¨®n de Helsinki denuncia la pasividad del Gobierno croata y exige una investigaci¨®n internacional para acabar con la impunidad de los desahucios en Croacia.
?xodo de 5.000 refugiados de Glamoc
Las mismas im¨¢genes de la desolaci¨®n recorren todos los rincones de Bosnia. Mujeres tirando de carros, ni?os colgados de sus madres, ancianos renqueantes. En el norte, en Bihac. En el este, en Zepa. Y ahora tambi¨¦n en el oeste, en Glamoc, 120 kil¨®metros al sur de Bihac.Ahora les ha tocado el turno a los serbobosnios, como en mayo le toc¨® a los serbios de la regi¨®n croata de Eslavonia occidental, recuperada por Zagreb. La ONU calcula que unos 5.000 desplazados por los bombardeos de la ofensiva croato-bosnia han huido hacia Drvar, a mitad de camino de la carretera que une Glamoc con la ciudad de Banja Luka. El Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR) no da abasto y ha tenido que vaciar sus almacenes para auxiliar a la Cruz Roja local.
Entretanto, los convoyes escoltados por los cascos azules han evacuado a unos 4.200 civiles del enclave bosnio de Zepa, capturado por los serbios el pasado martes.
M¨¢s de 3.300 de ellos han logrado llegar hasta Zenica, donde han sido instalados en una decena de campamentos y en viviendas particulares. Otros 720 desplazados -los serbo-bosnios aseguran que ya no quedan m¨¢s civiles en Zepa, que lleg¨® a contar con unos 15.000 habitantes- acababan de llegar ayer a Kaladanj, en la misma l¨ªnea divisoria de los contendientes.
En Bihac, el actual ojo del hurac¨¢n de la guerra en Bosnia, 8.000 personas han tenido que huir de los combates en direcci¨®n a la capital del enclave, donde, con sus almacenes de provisiones a punto de agotarse, el ACNUR reconoce que la situaci¨®n es "desesperada".
El alcalde de Bihac, Adnan Alagic, entrevistado por tel¨¦fono v¨ªa sat¨¦lite por una emisora de radio croata, afirm¨® el jueves que las bombas volantes" (cohetes de aviaci¨®n modificados para su uso en tierra) han da?ado seriamente la red de suministro de agua en la ciudad.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.