Rescoldos de torer¨ªa
A lo mejor la fiesta no est¨¢ erdida del todo, porque de vez en cuando se le atisba un rescoldo de torer¨ªa. Suele ser en Madrid, y. no por nada -no porque aqu¨ª haya ministerios y viva el Rey- sino porque tiene una plaza de Las Ventas donde no aceptan gatos indecentes ni figuritas cursis poniendo posturas y d¨¢ndose aires propios del emperador de la China, seg¨²n acontece en los restantes cosos del solar patrio. De manera que si en Madrid no salen toros, protesta la afici¨®n; los toreros han de torear o no se les arrienda la ganancia, y hasta puede surgir cuando menos se piensa un veterano que hace as¨ª, sopla el rescoldo y prende deslumbrante la llamarada del arte.?l veterano fue Manolo Ortiz, banderillero maduro que conoci¨® tardes de gloria en esta misma plaza, y en la ocasi¨®n presente banderille¨® como ya no se banderillea. No estuvo solo en el fugaz renacer del toreo puro: Juan Cu¨¦llar tore¨® por redondos al tercer toro c¨®mo tampoco se torea, y Regino Agudo hizo lo propio al cuajar al sexto tres derechazos con el ajuste y la ligaz¨®n que configuran el canon de la tauromaquia.
Ortigao / Galindo, Cu¨¦llar, Agudo
Cuatro toros de Ortigao Costa (dos rechazados en el reconocimiento) y 2? y 6? de Hermanos Astolfi, terciados, mansos, manejables.Ra¨²l Galindo: espadazo infamante trasero bajo -aviso con retraso-, descabello y se tumba el toro (pitos); estocada (aplausos y salida al tercio). Juan Cu¨¦llar: tres pinchazos -aviso- estocada honda, rueda de peones y tres descabellos (silencio); cuatro pinchazos -aviso-, pinchazo y descabello (silencio). Regino Agudo, que confirm¨® la alternativa: media perpendicular y dos descabellos (aplausos y salida al tercio); estocada corta perpendicular ca¨ªda, rueda de peones -aviso- y descabello (vuelta por su cuenta protestada). Plaza de Las Ventas, 6 de agosto. Media entrada.
Algunos dir¨¢n que el toreo es pegar pases a un gato, eternizarse peg¨¢ndole pases, correr mucho para pegarlos, el ruedo enterito a disposici¨®n de los pases, las carreras, las posturas, las zalemas, el aura imperial, el gato. Bueno. Las opiniones son libres. Sin embargo otros sostenemos que toreo es torear un toro; y se ejercita domin¨¢ndolo con temple y ligaz¨®n.
Manolo Ortiz banderille¨® al cuarto como ya no se -banderillea. En el segundo par esper¨® a que el toro se le arrancara con fijeza -que es el fundamento real de la suerte-, cuarte¨® limpi¨¢mente, reuni¨® en la cara, clav¨® en lo alto, sali¨® andando Ah¨ª qued¨® eso. Juan Cu¨¦llar tore¨® al segundo como ya no se torea: tras encelarlo mediante los ayudados, se embraguet¨® sin soluci¨®n de continuidad en unos redondos ce?idos y ligados. De similar corte ejecut¨® los suyos Regino Agudo al sexto cuando ya hab¨ªa pegado una cantidad excesiva de derechazos poni¨¦ndose bonito seg¨²n la moda. Debi¨® sobrevenirle de s¨²bito la inspiraci¨®n pues. engarz¨® tres redondos meti¨¦ndose literalmente en el terreno del toro, con tanta hondura que la embestida se agotaba y la vaci¨® por delante a la cl¨¢sica manera embarcando el forzado pase de pecho.
Tres llamaradas de arte que sal¨ªan de los rescoldos de la fiesta. Parec¨ªa un milagro. Y quiz¨¢ lo era, ya que el com¨²n de las actuaciones no hac¨ªa presagiar apenas nada que tuviese que ver con la torer¨ªa aut¨¦ntica. Antes al contrario, los tres diestros hac¨ªan gala de un desesperante pegapasismo vocacional y escucharon avisos; los picadores perpetraban la carioca infame mientras met¨ªan alevosos puyazos traseros a la mansa corrida; el peonaje, a salvo honrosas excepciones -Manolo Ortiz en lugar de honor- convert¨ªa en sainetes los tercios de banderillas, prendi¨¦ndolas a una mano, en el improbable caso de que se acercaran lo suficiente para llegar al pelo con el arp¨®n. O sea, un desastre.
Ra¨²l Galindo se dej¨® ir dos toros de buen tono. Abusivo en el alivio del pico, mulete¨® despegadillo a su primero, reposado, gustoso y de cerca al cuarto, que era una babosa. Juan Cu¨¦llar, aparte los redondos dichos y unos muletazos de rodillas al quinto, se mostr¨® dubitativo, desconfliado e inseguro. Regino Agudo derroch¨® vol¨²ntad de triunfo, mas se excedi¨® en los derechazos y en la duraci¨®n de las faenas y mat¨® sin acierto.
A los tres se les fue sin torear una corrida extra?a que habiendo mostrado su mansedumbre inequ¨ªvoca en el caballo, lleg¨® al ¨²ltimo tercio manejable e incluso pastue?a. Quiz¨¢ tambi¨¦n fueran, estos, rescoldos de buena casta. Y constituir¨ªan entonces gran hallazgo, porque la casta es un aut¨¦ntico tesoro para la fiesta.
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