Sin tabaco y sin u?as
Pasaron en cuatro horas de la silla el¨¦ctrica al para¨ªso. Al menos, eso dicen. Jos¨¦ Mar¨ªa del Nido y Horacio G¨®mez, presidentes, de momento, de los consejos de administraci¨®n del Sevilla y el Celta, vivieron la ma?ana de su vida. El primero de ellos no sali¨® en ning¨²n momento de uno de los despachos de la Liga. El segundo no par¨® de moverse de ac¨¢ para all¨¢, en un disciplinado ejercicio que llev¨® a su boca cerca de treinta cigarrillos y, exactamente, diez u?as.Se qued¨® sin tabaco. Y sin u?as. A las doce se asomaba a la puerta de la Liga, cuid¨¢ndose, claro, de no traspasar aquella, donde miles de aficionados juraban mandarle al pared¨®n. Horacio G¨®mez hizo gala de una enorme descoordinaci¨®n l¨¦xica: "Estoy en la silla el¨¦ctrica", declar¨® "esperando que alguien apriete el bot¨®n y volemos todos".
Una hora despu¨¦s, el rechazo de la mayor¨ªa de los equipos a las medidas propuestas por la mesa de la Liga le llev¨® al mismo despacho donde esperaba Del Nido. Apenas se miraron. El presidente sevillista hizo p¨²blico entonces su temor: "A Bar¨® se le est¨¢ escapando de las manos". Del Nido cre¨ªa tenerlo todo atado. La cuenta del tel¨¦fono de su oficina se ha disparado en los ¨²ltimos d¨ªas. Cosas de las conferencias. Por si acaso, ayer recibi¨® en persona a la mayor¨ªa de los asistentes a la asamblea. En unos casos, con un apret¨®n de manos; en otros, con un abrazo. En todos ellos, con el "por favor" de rigor.
Pero a las 13:30 del mediod¨ªa nada estaba resuelto. Los. clubes rechazaban de plano el plan de la Liga, mientras Jos¨¦ Mar¨ªa Caneda, presidente del Compostela, hablaba de pitos y chorizos. Ah¨ª se le escap¨® una leve sonrisa a Del Nido y G¨®mez. Dur¨® poco.
Llaneza, del Villarreal, devolvi¨® al rostro de ambos un gesto de indignaci¨®n y hast¨ªo. El presidente del Celta, por entonces, segu¨ªa li¨¢ndose en sus rogativas: "?Que se acabe, por favor!; ?Me das un cigarro?".
La aparici¨®n final de Jes¨²s Gil le sirvi¨® de b¨¢lsamo. Y lo vio claro: "El Celta est¨¢ en Primera", dijo. Los aficionados que esperaban en la calle dieron rienda suelta a su euforia en el momento en el que Del Nido entraba en un servicio y sal¨ªa de ¨¦l bien acicalado. Le esperaba la tele. "Me importa un pimiento lo que ocurra conmigo. Estoy dispuesto a barrer la puerta n¨²mero cinco del Pizju¨¢n. Por fin, la sangre vuelve a circularme por el cuerpo".
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