La mayor¨ªa de los procesados acusa de o¨ªdas

Salvo las declaraciones del ex secretario general del PSOE de Vizcaya, Ricardo Garc¨ªa Damborenea, y del ex director general de la Seguridad del Estado, Juli¨¢n Sancrist¨®bal, los testimonios contra los cuatro aforados (Felipe Gonz¨¢lez, Jos¨¦ Barrionuevo, Narc¨ªs Serra y Jos¨¦ Mar¨ªa Benegas) se basan en comentarios de terceras personas sobre hechos que quienes los cuentan no conocen de primera mano.Tampoco faltan los testimonios fundamentados en meras suposiciones. Por ejemplo, Sancrist¨®bal acusa a Felipe Gonz¨¢lez porque, "conociendo el talante del ministro Barrionuevo, est¨¢ convencido de que inform¨® al presidente del Gobierno". Garc¨ªa Damborenea, de su lado, implica al entonces ministro de Defensa, Narc¨ªs Serra, afirmando que "necesariamente" Felipe Gonz¨¢lez ten¨ªa que consultar con ¨¦l, pues "el Ej¨¦rcito tuvo que intervenir al estar implicado en la lucha contra el terrorismo".

La acusaci¨®n m¨¢s firme se refiere al ex ministro del Interior Jos¨¦ Barrionuevo y a la conversaci¨®n telef¨®nica que, supuestamente, mantuvo con ¨¦l el entonces gobernador civil de Vizcaya Juli¨¢n Sancrist¨®bal, desde el despacho del jefe superior de Bilbao, Francisco ?lvarez. Fue el 4 de diciembre de 1983 y los autores del secuestro de Segundo Marey acababan de enterarse por Rafael Vera, entonces director de la Seguridad del Estado, a quien se lo habr¨ªa comunicado el delegado del Gobierno en Navarra, Luis Rold¨¢n, que la persona a la que hab¨ªan secuestrado en Hendaya no era el etarra Mikel Lujua.

La conversaci¨®n se produjo en presencia de Garc¨ªa Damborenea, Francisco ?lvarez, Miguel Planchuelo, jefe de la Brigada de Informaci¨®n, y del polic¨ªa Jos¨¦ Amedo. Todos ratifican que existi¨® la llamada, aunque ninguno, excepto el propio Sancrist¨®bal, puede saber con seguridad qui¨¦n era el interlocutor, hasta el punto de que Planchuelo crey¨® mucho tiempo que quien estaba al otro lado de la l¨ªnea era Vera.

Distintas versiones

Las versiones sobre el contenido de la conversaci¨®n var¨ªan ligeramente. Para Planchuelo, Amedo y ?lvarez, fueron Sancrist¨®bal y Damborenea quienes decidieron no liberar a Marey y as¨ª lo comunicaron a Barrionuevo, quien les di¨® luz verde. "Ricardo y yo hemos decidido quedarnos con el t¨ªo unos d¨ªas y dar un escarmiento a los franceses para que vayan entrando en raz¨®n", oy¨® Planchuelo.La versi¨®n de Sancrist¨®bal y Damborenea traslada toda la responsabilidad a Barrionuevo. "Sancrist¨®bal llama al ministro Barrionuevo para consultar qu¨¦ hacer y el ministro ordena que se contin¨²e con la detenci¨®n de Marey durante unos d¨ªas", declara Damborenea.

El ex dirigente socialista vasco es el ¨²nico que dice haber hablado con Felipe Gonz¨¢lez sobre el tema, durante los a?os 1983 y 1984, en La Moncloa, el Congreso o la sede del PSOE, aunque no aporta fechas ni detalles de estas reuniones, salvo que en alguna de ellas estuvo Jos¨¦ Mar¨ªa Benegas, aunque admite que no hay "anotaciones [de las mismas] en libro de registro alguno". Damborenea, que ya tuvo que corregir su declaraci¨®n por haber dicho que el secuestro de Marey ten¨ªa como objetivo la liberaci¨®n del capit¨¢n Mart¨ªn Barrios, muerto dos meses, antes, cometi¨® un nuevo lapsus: dijo haber tenido en su poder en el verano de 1982 el supuesto documento del Cesid sobre la guerra sucia elaborado un a?o despu¨¦s.