Las cosas fundamentales de la vida son indefinibles, dice Jos¨¦ Hierro
El poeta fue investido ayer doctor 'honoris causa' por la UIMP
A Jos¨¦ Hierro, la edad se le ha perdido entre los pliegues de la piel y bajo la voz ¨¢spera. Acodado en la barra, mientras espera el momento de recibir el doctorado honoris causa por la Universidad Internacional Men¨¦ndez Pelayo (UIMP) de Santander, digno y triste y cansado de tantos d¨ªas y de tantos versos, el poeta ahueca la nariz y suelta: "Que defina la poes¨ªa, me dicen. Pero ?y yo qu¨¦ co?o s¨¦ lo que es la poes¨ªa?".
Las cosas fundamentales de la vida no se pueden definir, sostiene Hierro. Pero una cosa s¨ª distingue a la poes¨ªa de la prosa: "La prosa dice lo que dice. La poes¨ªa dice m¨¢s de lo que dice". Y la ret¨®rica, a?ade Hierro, dice mucho menos de lo que dice.La UIMP invisti¨® ayer doctor honoris causa a Hierro "en atenci¨®n a sus m¨¦ritos como poeta y escritor". Aunque naci¨® en Madrid en 1922, el poeta ha pasado en Santander casi toda su vida. All¨ª pas¨® la guerra, afiliado a la Uni¨®n de Escritores y Artistas Revolucionarios. Su primer poema, Una bala le ha matado, apareci¨® en 1937 en la revista CNT. Hace casi 60 a?os.
"La poes¨ªa es ahora m¨¢s necesaria que nunca", dice Hierro, para quien la dictadura racional y tecnol¨®gica de nuestros tiempos es una mera apareciencia. Sobre las emociones, Hierro tiene ideas encontradas. Mantiene que hay una emoci¨®n est¨¦tica, distinta de la emoci¨®n humana, y asegura que "la m¨²sica es muy valiosa para el poeta, le da el ritmo y le estimula por dentro el sentido del misterio".
Como los humanistas de tiempos pasados, Hierro tiene un sistema para ordenar las artes en un eje que va del espacio al tiempo. Cerca del espacio est¨¢n la arquitectura y las artes pl¨¢sticas. En el extremo del tiempo aparece la m¨²sica. La poes¨ªa ocupa el centro puntual del esquema. "Cuanto m¨¢s cerca de ese centro ha estado una ¨¦poca, m¨¢s rica ha sido en su creaci¨®n art¨ªstica", sostiene. En nuestros d¨ªas ya no hay centros ni extremos: todo vale, como en el mundo de la moda.
Sin embargo, Hierro cree que las tendencias y los ismos pueden todav¨ªa volver, con la ¨²nica condici¨®n de que haya una persona de talento que impresione a los j¨®venes, reclute imitadores y genere una escuela, tal y como ocurri¨® con Rub¨¦n Dar¨ªo y los modernistas. De todos modos, el poeta es un hombre de su tiempo y se declara ecl¨¦ctico.
De que los tiempos sean malos para la poes¨ªa, Hierro no quiere ni o¨ªr hablar: "Nunca ha habido tiempos malos, lo que ha habido es poetas malos para un tiempo, como en el siglo XVIII". El escritor est¨¢ acabando los ¨²ltimos poemas para su nuevo libro, Cuaderno de Nueva York, que le ha impedido este a?o ver la playa, por primera vez en su vida. La nueva obra es distinta de su anterior producci¨®n, "con versos muy largos, muy dilatados, tal vez muy pesados, pero qu¨¦ le vamos a hacer, es lo que me ha salido".
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