Desilusi¨®n a bordo de la 'flotilla para la paz'
La flotilla para la paz vivi¨® ayer un d¨ªa triste. La explosi¨®n del primer artefacto nuclear en Mururoa fue seguida por un constante hostigamiento sobre las peque?as embarcaciones por parte de las patrulleras y los helic¨®pteros franceses. Apenas una hora despu¨¦s de la explosi¨®n, la flotilla decidi¨® emitir un comunicado para expresar su "amarga tristeza y desilusi¨®n, y su determinaci¨®n de proseguir su protesta pacifica". Otra mala noticia acab¨® de crispar el d¨ªa: Greenpeace supo que el Gobierno franc¨¦s ten¨ªa intenci¨®n de retener indefinidamente los dos buques apresados, el Rainbow Warrior y el Greenpeace.
Los capitanes de cada una de las 13 naves de los corsarios verdes estaban llegando al Manutea para celebrar la reuni¨®n de cada mediod¨ªa. La noche hab¨ªa sido larga, llena de carreras y roces con los buques militares franceses. Se daba por. seguro que a esa hora de. la ma?ana no se producir¨ªa ya la temida explosi¨®n nuclear y la gente reposaba al sol su sue?o y su cansancio. Nadie percibi¨® nada a las 11.39: la habitual mar rizada y azul, el habitual viento, el mismo chasquear de velas y los mismos crujidos de siempre. Nada especial ni sospechoso.Unos minutos m¨¢s tarde, a las 11.47, uno de los cinco periodistas a bordo del Manutea recibi¨® una llamada de su redacci¨®n en Europa. As¨ª, de rebote y con la frialdad del tel¨¦fono, se conoci¨® la noticia a s¨®lo 12 millas del estallido. El Tui, el buque oceanogr¨¢fico de la Marina neozelandesa que acompa?a a la flotilla, precis¨® de su instrumental para registrar la explosi¨®n de los 20 megatones del artefacto: fueron 120 decibelios y 4,7 en la escala de Richter.
"Son unos criminales", mascull¨® rabiosamente David McTaggart, fundador de Greenpeace y carism¨¢tico l¨ªder de la flotilla. Todo el mundo estaba consternado. Tras varios d¨ªas de espera sin que se produjera la explosi¨®n se hab¨ªa llegado a concebir la escasamente realista idea de que tal vez las pruebas controladas por el general Paul Vericel, director del llamado Centro de Experimentaci¨®n Nuclear de Mururoa, nunca se llevar¨ªan a cabo. La reuni¨®n de capitanes, con 13 participantes, tom¨® de inmediato varias decisiones. Primero, designar al abogado neozeland¨¦s Peter Williams como jefe de la flota, aunque el mando real siguiera en manos de McTaggart, para subrayar que Greenpeace s¨®lo era una m¨¢s entre las organizaciones y particulares participantes. Segundo, condenar la prueba como "un crimen contra la humanidad" y reafirmar la intenci¨®n de mantener presente la flota e incrementar sus efectivos. En tercer lugar se prepararon nuevas jugadas y actos de protesta.
Sobre estos ¨²ltimos, se acordaron varias ideas b¨¢sicas que deber¨¢n madurarse en los pr¨®ximos d¨ªas. Las l¨ªneas maestras pasan por conceder m¨¢s protagonismo a los ciudadanos polinesios y por captar la presencia en el lugar de pol¨ªticos de todo el mundo. "Con nuestros cuatro activistas que se colaron el lunes y , los dos ex comandos brit¨¢nicos que fueron detenidos esta noche [del lunes al martes] en Mururoa, hemos demostrado ya que la seguridad del atol¨®n es muy vulnerable. Seguiremos trabajando en ideas de ese tipo y en otras cosas que pronto tendremos a punto", dijo Audrey Gardwell, portavoz de Greenpeace.
Se estaba redactando una carta de protesta al almirante franc¨¦s por el constante acoso a la flotilla en aguas internacionales, cuando las fuerzas francesas parecieron querer subrayar la raz¨®n que asist¨ªa a los reunidos: un helic¨®ptero franc¨¦s inici¨® una larga serie de atronadoras pasadas sobre el Manutea y las dem¨¢s naves, volando tan bajo que casi rozaba los m¨¢stiles. El acoso, con barcos, helic¨®pteros y aviones, dur¨® todo el d¨ªa. Las radios de la flotilla vomitaron a toda s horas mensajes de advertencia del almirante franc¨¦s.
Los corsarios verdes del Pac¨ªfico intentaron cobrarse revancha por la noche, con una nueva carrera simult¨¢nea hacia la l¨ªnea fat¨ªdica de las 12 millas destinada a colapsar las patrullas francesas. Como el d¨ªa antes, todos los buques de guerra tuvieron que emplearse a toda m¨¢quina para cubrir huecos, hasta que la flotilla fren¨® en seco justo antes de cruzar la l¨ªnea. McTaggart dirigi¨® la carga desde el puente del Manutea, vestido con un pareo -sus ¨²nicos pantalones se estaban lavando- y con un cigarrillo medio consumido sobre la oreja.
Mientras oteaba el oscur¨ªsimo horizonte, McTaggart deb¨ªa pensar en las preocupantes noticias que le llegaban desde Europa. Greenpeace tem¨ªa una pr¨®xima notificaci¨®n oficial, por parte francesa conforme a la cual los dos buques de la organizaci¨®n apresados el viernes (el Rainbow Warrior y el Greenpeace) van a ser retenidos indefinidamente. Los portavoces militares franceses no confirmaron ni desmintieron la posibilidad. Una retenci¨®n indefinida de ambas naves m¨¢s el helic¨®ptero y otros veh¨ªculos menores a bordo del Greenpeace provocar¨ªa un largo y oneroso pleito judicial y, por mucho tiempo, privar¨ªa a la organizaci¨®n ecologista de sus principales instrumentos de campa?a.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.