?Existe una alternativa?
La mezcla de pol¨ªtica fiscal y monetaria que ha sido instaurada en Espa?a en los ¨²ltimos a?os, no puede calificarse como una experiencia positiva para la marcha de la econom¨ªa espa?ola, seg¨²n explica el autor.
En junio de 1989 el Gobierno tom¨® la important¨ªsima decisi¨®n de introducir la peseta en el mecanismo de cambios del Sistema Monetario Europeo (SME). Probablemente, el factor que termin¨® desencadenando esta decisi¨®n fue la situaci¨®n creada por la ya famosa huelga general del 14 de diciembre de 1988, que trajo consigo fuertes presiones para aumentar el gasto p¨²blico social y los salarios. Ambos factores estaban empezando a crear un fuerte aumento de los costes de las empresas, una mayor inflaci¨®n y un mayor d¨¦ficit p¨²blico, es decir, todos los ingredientes para perder competitividad en un momento en que la econom¨ªa estaba m¨¢s necesitada de mejorarla por su casi total apertura exterior derivada del Mercado ¨²nico. Se pens¨® entonces que hab¨ªa llegado el momento de buscar un instrumento externo que introdujese disciplina y evitase las consecuencias negativas de la inflaci¨®n de demanda y de costes que se estaban generando.Con la entrada en dicho mecanismo se buscaba, por tanto, un anclaje nominal externo para la pol¨ªtica monetaria a trav¨¦s de la fijaci¨®n del tipo de cambio de la peseta con el del marco alem¨¢n (con una banda m¨¢xima de fluctuaci¨®n del 6%), pensando que dada la tradici¨®n de estabilidad de precios conseguida por el Bundesbank en Alemania, se introducir¨ªa una f¨¦rrea disciplina monetaria en la econom¨ªa que evitar¨ªa tanto la monetizaci¨®n del mayor d¨¦ficit p¨²blico como la financiaci¨®n de las mayores presiones salariales.
El modelo de mezcla de pol¨ªtica macroecon¨®mica que se introdujo entonces era el de una pol¨ªtica fiscal expansiva y una pol¨ªtica monetaria contractiva, que te¨®ricamente es el m¨¢s adecuado para obtener un crecimiento de la renta en una econom¨ªa abierta con libertad de movimientos de capital y en un r¨¦gimen de tipos de cambio fijos como el elegido entonces con la entrada en el mecanismo de cambios del SME. En un sistema de tipos de cambio fijos entre econom¨ªas abiertas es la pol¨ªtica fiscal, y no la pol¨ªtica monetaria, la que debe de expandirse para conseguir un aumento de la renta. Si se elige como opci¨®n b¨¢sica una pol¨ªtica monetaria expansiva aumentando la base monetaria y reduciendo los tipos de inter¨¦s a corto plazo se consigue un aumento inicial de la renta. Pero o bien el aumento de la base monetaria empeora directamente el saldo de la balanza de bienes y servicios y el menor nivel de tipos de inter¨¦s empeora el saldo de la balanza de capitales, con lo que se produce un d¨¦ficit de la balanza de pagos. Como el tipo de cambios es fijo y no puede despreciarse para restaurar el equilibrio de dicha balanza, y el d¨¦ficit da lugar a una p¨¦rdida de reservas de divisas que reduce la base monetaria y aumenta los tipos de inter¨¦s, compensando, por tanto el aumento inicial de la renta, que vuelve al punto inicial de partida sin haber conseguido el objetivo. Para evitar el impacto negativo de la p¨¦rdida de reservas sobre la base monetaria, el banco central puede tratar de esterilizar dicho efecto inyectando liquidez en la econom¨ªa mediante la compra de deuda p¨²blica en el mercado de capitales, pero no puede hacerlo indefinidamente, ya que, si no se act¨²a sobre las causas del d¨¦ficit de la balanza de pagos que genera la p¨¦rdida de reservas, al final las reservas de divisas se agotan y no se pueden compensar con liquidez interna.
Por el contrario, si en un sistema de tipos de cambio fijos se elige una pol¨ªtica fiscal expansiva, no s¨®lo se aumenta la renta sino tambi¨¦n el tipo de inter¨¦s (m¨¢s a¨²n si se combina con una pol¨ªtca monetaria contractiva), con lo que, aunque el aumento de renta produce un empeoramiento de la balanza de pagos por cuenta corriente, los tipos de inter¨¦s m¨¢s elevado atraen capitales del exterior y producen un super¨¢vit en la cuenta de capital que compensa el d¨¦ficit corriente, con lo que no se da un d¨¦ficit de la balanza de pagos, no se pierden reservas y el aumento inicial de renta se consolida. Dicho aumento de renta ser¨¢ tanto mayor cuanto mayor sea la libertad de movimiento de capitales y, por tanto, mayor sea el super¨¢vit por cuenta de capital.
?C¨®mo ha funcionado esta mezcla de pol¨ªtica fiscal y monetaria en estos ¨²ltimos a?os en Espa?a? La experiencia no puede calificarse de muy positiva. Por un lado, la pol¨ªtica fiscal ha sido excesivamente expansiva, incluso en las fases alcistas del ciclo, con lo que la pol¨ªtica monetaria ha tenido que ser mucho m¨¢s restrictiva de lo necesario. Su efecto conjunto se ha visto, adem¨¢s, reforzado porque, mientras los mercados financieros han considerado que la pertenencia de la peseta al mecanismo de cambios del SME era cre¨ªble y sostenible, es decir, que no hab¨ªa riesgos de su devaluaci¨®n a corto plazo, los relativamente m¨¢s altos tipos de inter¨¦s, derivados de la expansi¨®n fiscal y de la restricci¨®n monetaria, atra¨ªan enormes flujos de capital que aumentaban las reservas de divisas que el Banco de Espa?a ten¨ªa que esterilizar para evitar un aumento excesivo de la base monetaria y, por tanto, de las tensiones inflacionistas. Para ello vend¨ªa deuda en el mercado interno y retiraba liquidez, con lo que ten¨ªa que subir a¨²n m¨¢s los tipos de inter¨¦s para lograr colocar dicha deuda adicional, Y su mayor diferencial atra¨ªa a¨²n m¨¢s capitales a corto plazo que apreciaban a¨²n m¨¢s la peseta. El mantenimiento de tipos de inter¨¦s elevados y crecientes produc¨ªa un efecto recesivo de la demanda interna que compensaba el efecto expansivo del d¨¦ficit p¨²blico y provocaba una tensi¨®n sobre el tipo de cambio de la peseta, que se situaba en el techo m¨¢ximo de su banda de fluctuaci¨®n, lo que reduc¨ªa la, competitividad de los productos en los mercados exteriores y reduc¨ªa la demanda extema. En un momento determinado, el Banco de Espa?a, paa evitar ese c¨ªrculo vicioso, tuvo que introducir l¨ªmites a la expansi¨®n del cr¨¦dito interno y encarecer la entrada de capitales a corto Plazo, pero s¨®lo pudo mantenerlos temporalmente, porque afectaban muy negativamente a la credibilidad de la pol¨ªtica econ¨®mica espa?ola y pod¨ªan desencadenar ataques especulativos.
Por otro lado, Alemania, inici¨® entonces su proceso de reunificacion que le supuso un enorme esfuerzo presupuestario que su Gobiemo no financi¨® subiendo los impuestos, como hubiera sido lo correcto, sino aumentando el endeudamiento y el d¨¦ficit p¨²blico, lo que indujo una fuerte expansi¨®n de su demanda interna. El Bundesbank reaccion¨® inmediatamente subiendo los tipos de inter¨¦s para evitar un aumento posterior de la inflaci¨®n. Los restantes pa¨ªses miembros del mecanismo de cambios, entre ellos Espa?a, tuvieron que subir los tipos tambi¨¦n para mantener las paridades de los tipos de cambio con el marco, lo que, dado que sus econom¨ªas se encontraban en una tendencia c¨ªclica recesiva, empeor¨® a¨²n m¨¢s su actividad econ¨®mica.
Finalmente, la peseta, que hab¨ªa entrado en el mecanismo, de cambios del SME con una paridad del tipo de cambio superior al de equilibrio a medio plazo (como luego la experiencia ha confirmado), se mantuvo, como resultado de. dicha mezcla de p¨®l¨ªtica macroecon¨®mica, como la moneda m¨¢s fuerte del sistema, situ¨¢ndose en el techo m¨¢ximo de la banda, haciendo menos competitiva nuestra producci¨®n y generando un mayor d¨¦ficit por cuenta corriente del esperado por la expansi¨®n fiscal. El doble efecto negativo sobre la renta de los elevados tipos de inter¨¦s y del alto d¨¦ficit por cuenta corriente se ha pagado muy caro en t¨¦rminos de p¨¦rdida de producci¨®n privada de bienes y servicios comerciales, especialmente industriales, y de destrucci¨®n de empleo.
Felizmente, los mercados financieros internacionales, se dieron cuenta de que la situaci¨®n no era sostenible, y en agosto de 1992 rompieron el mecanismo de cambios del SME mediante fuertes ataques especulativos a las monedas de los pa¨ªses miembros, lo que periniti¨® a Espa?¨ªa, tras tres devaluaciones, recuperar la competitividad perdida y bajar, los tipos de inter¨¦s a corto plazo.. Como consecuencia de ello, el nuevo mecanismo de cambios vigente hoy en el SME ha optado por unas bandas del 15%, con lo que no s¨®lo intenta evitar los ataques especulativos haci¨¦ndolos m¨¢s inciertos, sino que pemite un mayor juego competitivo a los. tipos de cambio. No se puede decir que se haya vuelto totalmente a un sistema, de tipos de cambio flexibles, pero el margen de fluctuaci¨®n es muy elevado y permite un mayor campo de juego a la pol¨ªtica monetaria.
Tambi¨¦n, felizmente el Banco de Espa?a ha logrado su estatuto de autonom¨ªa y ha cambiado su objetivo intermedio de pol¨ªtica monetaria abandonando el objetivo de mantenimiento de tipo de cambio con el marco y estableciendo un objetivo de inflaci¨®n, con lo que se evita entrar en el c¨ªrculo vicioso del pasado.
Por ¨²ltimo, el Gobierno ha iniciado en 1995 una pol¨ªtica fiscal m¨¢s contractiva, aunque a¨²n t¨ªmida con vistas al proceso de convergencia de Maastricht. Dicha ligera restricci¨®n fiscal no ha sido considerada suficiente por los mercados financieros, que han seguido castigando la deuda espa?ola y la peseta provocando una nueva devaluaci¨®n (aunque, por razones externas de la relaci¨®n marco / d¨®lar, la peseta se haya vuelto a recuperar). Por otro lado, el Banco de Espa?a se ha visto obligado a aumentar los tipos de inter¨¦s e iniciar de nuevo una pol¨ªtica monetaria m¨¢s restrictiva, advirtiendo al Gobierno de la necesidad de reducir el d¨¦ficit p¨²blico en mayor medida. Es decir, la mezcla de pol¨ªtica macroecon¨®mica no se puede decir que haya cambiado, a pesar de haber cambiado, la situaci¨®n externa con las nuevas bandas del SME e interna con la autonom¨ªa del Banco de Espa?a.
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