Jupp¨¦, ante el oto?o de la decepci¨®n
El primer ministro franc¨¦s pierde con rapidez sus reservas de credibilidad
Jacques Chirac y Alain Jupp¨¦ se sienten incomprendidos. Numerosos pa¨ªses critican sus ensayos nucleares, Alemania no se f¨ªa de que Francia pueda cumplir los requisitos para la Uni¨®n Monetaria los mercados financieros no les ven capaces de reducir el d¨¦ficit p¨²blico y, seg¨²n los sondeos, los propios franceses no creen que puedan resolver la crisis del desempleo. Ambos pierden popularidad r¨¢pidamente, pero es Jupp¨¦ quien lleva la peor parte. El presidente acaba de ser elegido por siete a?os y tiene mucho tiempo por delante. El primer ministro, en cambio, puede caer en cualquier momento. Sus problemas han sido agravados al conocerse las presiones gubernamentales sobre un juez que debe dictaminar ma?ana sobre los privilegios inmobiliarios de la familia Jupp¨¦.En plena campa?a electoral ya se hablaba del riesgo que asum¨ªa Chirac al prometer un "cambio" de propiedades casi m¨¢gicas con el que se podr¨ªa bajar los impuestos, reducir el d¨¦ficit y crear empleo, todo a la vez. El peligro de decepci¨®n era muy grande, y se ha revelado cierto. Una vez en el Gobierno, la pol¨ªtica econ¨®mica resulta fiel heredera de la desarrollada por el anterior primer ministro y ex candidato a la presidencia, ?douard Balladur. "Una cosa es la campa?a electoral y otra la acci¨®n de gobierno", afirm¨® Jupp¨¦ el mi¨¦rcoles con aparente tranquilidad.
El problema es que, con una pol¨ªtica parecida, Balladur pod¨ªa resultar m¨¢s convincente. Balladur contaba con un Gobierno de pesos pesados, con al menos cinco primeros ministros potenciales: Charles Pasqua, Simone Veil, Francois L¨¦otard, Nicolas Sarkozy y el propio Jupp¨¦. El actual Gobierno, por el contrario, es un conjunto de figuras casi an¨®nimas. El ministro de mayor entidad, Alain Madelin, encargado de las finanzas, fue despedido en verano por sus declaraciones contra los privilegios en el sector p¨²blico. La patronal cre¨ªa en Madelin, y los mercados financieros ten¨ªan confianza en su liberalismo y en su voluntad de someter a adelgazamiento a la robusta Administraci¨®n francesa. La ca¨ªda de Madelin redujo el cr¨¦dito del Gobierno."?Por qu¨¦ cree todo el mundo que Madelin era el aut¨¦ntico reformador? En realidad, Madelin quer¨ªa aumentar el n¨²mero de funcionarios de su ministerio", se defiende Pierre-Mathieu Duhamel, jefe de Gabinete de Jupp¨¦ y cerebro econ¨®mico del primer ministro. Duhamel se siente furioso por la desconfianza con que los mercados Financieros han acogido el presupuesto franc¨¦s. "Por primera vez en muchos a?os se intenta controlar el gasto p¨²blico. Lo que no se puede", sigue, "es hacerlo todo a la vez. La reducci¨®n del d¨¦ficit se percibir¨¢ a lo largo de tres o cuatro a?os. Los analistas no han querido entender nuestro presupuesto".Tampoco ha sido bien acogida en el palacete de Matignon la desconfianza alemana. "Carece de sentido que nos exijan una disciplina presupuestaria adicional a la pactada en Maastricht. Nosotros cumpliremos los criterios para la uni¨®n monetaria. Supongo que plantean tantas exigencias", dice Duhamel, "para convencer a su propia opini¨®n p¨²blica de que la moneda europea ser¨¢ tan s¨®lida como el marco".
El propio Parlamento franc¨¦s puede mostrarse cr¨ªtico con el presupuesto. En la Asamblea Nacional, pese a la abrumadora mayor¨ªa de la derecha, la comisi¨®n de finanzas est¨¢ controlada por los balladuristas, que no perder¨¢n ocasi¨®n de incordiar a Jupp¨¦. En el Senado, la izquierda volver¨¢ a contar con una presencia notable tras las elecciones parciales de hoy.
Pero el mayor peligro para Jupp¨¦ es la sensaci¨®n, casi generalizada de que el Gobierno no controla la situaci¨®n y carece de habilidad pol¨ªtica. El caso de las viviendas de la familia Jupp¨¦ es el mejor ejemplo de ello. Cuando en junio se public¨® que el primer ministro, su ex esposa, sus hijos y su cu?ado disfrutaban en Par¨ªs de viviendas p¨²blicas con alquileres reducidos, obtenidas todas ellas durante la ¨¦poca en que Jupp¨¦ era adjunto al alcalde, ¨¦ste dijo que las informaciones period¨ªsticas eran "basura".
Luego se supo que Jupp¨¦ pidi¨® personalmente una rebaja en el alquiler de su hijo, que fue inmediatamente concedida. Nueva tormenta period¨ªstica. En lugar de buscar un domicilio privado para su reto?o y echar tierra sobre el asunto, Jupp¨¦ se mantuvo en sus trece. Y cuando el Servicio Central de Prevenci¨®n de la Corrupci¨®n empez¨® a estudiar el caso, a Jupp¨¦ y a su ministro de Justicia, Jacques Toubon, no se les ocurri¨® otra cosa que presionar y amenazar al presidente del servicio, el juez Bernard Challe, de palabra y por escrito.
El juez se ha negado a dimitir, como le exig¨ªa Toubon, hasta despu¨¦s de emitir su dictamen, cosa que debe ocurrir ma?ana. Se cree que en el informe del servicio anticorrupci¨®n se advertir¨¢n indicios de delito de injerencia por parte del primer ministro. Eso no implicar¨¢, al menos directamente, el procesamiento de Jupp¨¦, pero le colocar¨¢ en una situaci¨®n comprometida.
Todo esto se une a la psicosis de atentados isl¨¢micos, al malestar de la poblaci¨®n de origen norteafricano, que se siente bajo sospecha y acosada por la polic¨ªa, y a la irritaci¨®n de los empleados del sector p¨²blico, a quienes se ha congelado el salario. Todos los sindicatos han convocado una huelga general en el sector p¨²blico para el pr¨®ximo 10 de octubre. Puede ser el inicio de un oto?o malhumorado, la cosa que menos le conviene a Alain Jupp¨¦. El presidente Chirac repite con demasiada insistencia que el primer ministro cuenta con "todo su apoyo". ?sa suele ser mala se?al.
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