Un asunto de ri?ones
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?Qu¨¦ es m¨¢s sorprendente, que Jalabert haya ganado la Vuelta o que lleve todo el a?o ganando carreras? ?Qu¨¦ puede dar de s¨ª el franc¨¦s? ?Puede ser rival de Indur¨¢in en el Tour o pasar¨¢ a la historia como flor de un d¨ªa? La clave de las respuestas a las preguntas que se hace todo el mundo est¨¢ localizada en una parte muy especial del cuerpo del franc¨¦s, sus ri?ones.A los expertos les sorprende menos la evoluci¨®n de Jalabert de hombre r¨¢pido a ganador de Vueltas que su permanencia en la cumbre a lo largo de todo el a?o. Lo primero lo ha conseguido a base de entrenamiento, lo segundo es una novedad en estos tiempos modernos.
Su evoluci¨®n tiene una clave: Jalabert, mediante unos entrenamientos y cargas de trabajo muy importantes, ha ganado resistencia sin perder poder explosivo, velocidad. Ha sabido alargar sus fibras intermedias -en los m¨²sculos hay tres tipos: cortas, responsables de la velocidad; largas, fundamentales para la resistencia, e intermedias- sin afectar en nada a las cortas. Y tambi¨¦n es explosivo: las diferencias las hace con ataques cortos y muy fuertes, que hacen imposible a nadie cogerle la rueda; despu¨¦s, con su resistencia reci¨¦n ganada y su escaso peso sabe mantener las diferencias. La explosividad es el asunto de los ri?ones, o, m¨¢s bien, de un m¨²sculo de esa zona, el sacro-il¨ªaco, endurecido en sus tiempos de especialista. en llegadas.El sacro-il¨ªaco es el m¨²sculo responsable de los movimientos extensor y flexor de las piernas, el movimiento natural del ciclista. El demarraje, la especialidad de Jalabert, se basa en ese m¨²sculo. Es un momento en que toda la fuerza del cuerpo est¨¢ concentrada en ese punto. La ejecuci¨®n a toda velocidad de esa potencia es lo que trae consigo la explosi¨®n.
Jalabert, sin ser un s¨²per clase, ha ganado la Vuelta. Otro factor que destacan los entendidos, y el propio ciclista franc¨¦s, es su inteligencia natural y su saber estar en el pelot¨®n. La escuela del sprint de nuevo: la lucha por ganar la posici¨®n a base de codazos, la lectura inmediata de la situaci¨®n de la carrera, la velocidad para coger la rueda buena, la habilidad en el manejo de la bicicleta para no perder el temple en situaciones dif¨ªciles. El orgullo, la ambici¨®n y la motivaci¨®n hacen el resto para convertirle en campe¨®n.
Si su evoluci¨®n tiene una explicaci¨®n m¨¢s o menos l¨®gica, su permanencia si que ha hecho a m¨¢s de uno. Algunos entrenadores y m¨¦dicos lo consideran ya un caso de estudio. En unos tiempos de especialistas por meses, de hombres en forma fugaz, la aparici¨®n de un corredor con tres picos de forma alta en la temporada es una novedad. De puertas afuera se habla de descansos activos en abril y agosto. Algo que nadie se hab¨ªa atrevido antes a hacer, o que si lo hab¨ªa hecho lo hab¨ªa callado por haber. fracasado. Con Jalabert ha funcionado: en marzo gan¨® a los especialistas clasic¨®manos; en julio hizo el Tour de su vida y en septiembre ha ganado la Vuelta.
La nebulosa Jalabert comienza al hablar del futuro. La Vuelta, en la que apenas ha tenido rivales de entidad, no es un punto de referencia para pensar en el Tour. Nadie le ha puesto a prueba y ¨¦l mismo sabe que si no progresa no puede aspirar al Tour.
La rev¨¢lida ser¨¢ en 1996. ?Aguantar¨¢ su cuerpo la carga de entre namientos que le han llevado a reinar en 1995? ?Habr¨¢ quemado en una sola temporada todas sus reservas o progresar¨¢ m¨¢s a¨²n -tiene 27 a?os- y ser¨¢ el hombre que impida a Indur¨¢in ganar su sexto Tour?
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