Las campanas contra Aza?a
Durante los a?os de la II Rep¨²blica se repitieron las campa?as contra Manuel Aza?a que buscaban su destrucci¨®n personal y, con ella, la liquidaci¨®n de lo que significaba: la pol¨ªtica de coalici¨®n republicano-socialista al servicio de la reforma democr¨¢tica de Espa?a. Por su personalidad, prestigio intelectual y autoridad moral, Aza?a era la encarnaci¨®n de la Rep¨²blica.Aza?a empez¨® a ser blanco de los caricaturistas que, con ferocidad y crueldad extremas, destrozaron su imagen. Su supuesta homosexualidad, su, masoner¨ªa, la reiteraci¨®n de los calificativos de "d¨¦spota y dictador" se multiplicaron; en suma, fue cre¨¢ndose una imagen de Aza?a como hombre fr¨ªo, inflexible, arrogante, autoritario, que actuaba movido por extra?os resentimientos nacidos de una personalidad compleja y tortuosa.
Los sucesos de Casas Viejas de enero de 1933 (guardias civiles y de asalto fusilaron a 14 campesinos e incendiaron la casa en que se hab¨ªan refugiado, en el curso de una sublevaci¨®n anarquista) provocaron una dur¨ªsima. reacci¨®n en el Parlamento y una feroz campa?a de prensa contra Aza?a ("carnicero" "criminal" etc¨¦tera) que hirieron de muerte a su Gobierno y a ¨¦l mismo. Tras una primera reacci¨®n lamentable ("ha pasado lo que ten¨ªa que p¨¢sar"), Aza?a respondi¨® luego de forma escrupulosamente democr¨¢tica y de acuerdo con el hondo sentido ¨¦tico y jur¨ªdico que ten¨ªa de la pol¨ªtica: abri¨® una investigaci¨®n parlamentaria, no defendi¨® incondicionalmente a sus subordinados, permiti¨® el encausamiento de Todos los responsables y dej¨® libertad a los diputados de izquierda para que votaran (moci¨®n de censura, suplicatorios) de acuerdo con su conciencia.
Aza?a tuvo en contra a la derecha, a la extrerna izquierda,(FICE, CNT) y a la casi totalidad de la prensa, incluida, a partir de un determinado momento, la que hasta entonces le hab¨ªa sido favorable, cambio que se atribuy¨® a la entrada en esos peri¨®dicos del dinero del banquero Juan March (encarcelado desde junio de 1932 y procesado por cohecho y prevaricaci¨®n), al que se quiso ver detr¨¢s de toda la campa?a antiaza?ista.
La crisis de Casas Viejas afect¨® profundamente a Aza?a, que se,sinti¨® cansado, quebrantado por el "ambiente calumnioso" y la "inutilidad de nuestros esfuerzos". Pese a este cansancio, Aza?a estaba dispuesto a continuar: no quiso aceptar responsabilidad personal alguna en el asunto de Casas Viejas; neg¨® que la derrota en las elecciones municipales obligara al Gobierno a dimitir; y relanz¨® la labor del Gobierno. Una nueva derrota le oblig¨®, sin embargo, a dimitir. La salida del Gobierno, y la conciencia de lo sucedido con su persona,. permiti¨® recuperar al mejor Aza?a, convencido del profundo sentido nacional de su obra y de la Rep¨²blica, y del papel de ¨¦sta en la regeneraci¨®n moral, pol¨ªtica, econ¨®mica e internacional de Espa?a.
Esta labor fue interrumpida por la detenci¨®n (de Aza?a, en 1934, acusado de complicidad con la revoluci¨®n de octubre. Camb¨® se dio cuenta inmediatamente de lo que iba a ocurrir: "Se empe?an en crear el mito Aza?a y lo est¨¢n consiguiendo. Van a lograr que surja una corriente de opini¨®n poderos¨ªsima en tomo a don Manuel". En mayo de 1935, Aza?a afirm¨® en un discurso que exist¨ªa "una conjura antirrepublicana" y que hab¨ªa habido un "esp¨ªritu de desquite, de venganza y de destrucci¨®n".
Estas notas forman parte de un escrito titulado Las campa?as contra Aza?a, del que es autor el historiador Juan Pablo Fusi, que ha le¨ªdo Felipe Gonz¨¢lez y, que ha sido repartido en el Consejo de Ministros. Fus? no establece ninguna analog¨ªa con la situaci¨®n actual.
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