El despachito oficial
A principios de la pasada semana, los magistrados tomaron por fin posesi¨®n de sus despachos individuales, anhelo largamente contenido y origen de s¨®rdidas batallas por el mejor emplazamiento, la mejor orientaci¨®n y, sobre todo, los de mayor tama?o. Dicen que los mejores les han tocado a los de lo Contencioso, jurisdicci¨®n a la que pertenece Pascual Sala, que para eso ha sido el que los ha construido. Los de lo Penal se quejan de estar "en el culo del edificio, siendo como son pr¨¢cticamente los ¨²nicos que acuden a diario al tribunal y los que reciben m¨¢s visitantes.Pese a que estaban repartidos con anterioridad, tras banderazo de salida todos corrieron a ocuparlos, por si acaso. Hasta el fiscal general del Estado, Carlos Granados, acudi¨® a preservar la pieza que le corresponde en su condici¨®n de magistrado en excedencia. Cuentan que le segu¨ªa una cohorte de ayudantes que traslada ban pilas de libros destinados al marcaje de la reserva del territorio, se g¨²n unos, o a presagiar su inminente regreso al Supremo, seg¨²n otros.
Por lo dem¨¢s, la alineaci¨®n de los despachos y el nombre de sus ocupantes a la puerta permite colegir de una ojeada que los magistrados, de lo Contencioso y los de lo Social siguen prefiriendo trabajar en casa. Los pupitres de las fieles secretarias, alineados a la puerta de cada despacho, permanecen casi todos vac¨ªos, ya que alguien no repar¨® en que los ordenadores donde pasan a limpio las sentencias est¨¢n cuatro plantas m¨¢s abajo, en los s¨®tanos.
Los vigilantes del servicio de seguridad, que antes se envanec¨ªan de hacerse un promedio de 30 pinchos al d¨ªa entre navajas y punzones que interceptaban a las visitas, no tienen ahora otra distracci¨®n que examinar minuciosamente los aburridos portafolios de los abogados o despojar de todas sus monedas a los profesionales, antes de hacerles pasar por la horca del detector de metales.
Del palacio han ido saliendo en oleadas sucesivas la antigua Audiencia Territorial, la, Provincial, la Fiscal¨ªa General del Estado y el Colegio de Abogados. Los informadores gr¨¢ficos han sido los pen¨²ltimos en ser expulsados, mientras los dem¨¢s temen verse confinados en una sala de prensa, a expensas de la ¨²nica informaci¨®n que suministre el gabinete t¨¦cnico.
De todas las corporaciones expulsadas, s¨®lo los abogados han podido recuperar el decanato en el que ejerciera Antonio Pedrol, a cambio de haber cedido el sal¨®n de actos. En el trasiego han desaparecido las placas conmemorativas de los colegiados muertos en la guerra civil y la de los cinco abogados laboralistas asesinados en 1977 en su despacho de la calle de Atocha. Las ¨²nicas placas que quedan en el Palacio de Justicia son la que recuerda a Pedrol y la que conmemora el reestreno de la sede del Supremo, siendo su presidente Pascual Sala.
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