La agricultura surgi¨® en el neol¨ªtico con pocos genes mutados.
Ma¨ªz, arroz y sorgo se domesticaron con igual resultado en tres continentes
Entre 7.000 y 12.000 a?os antes de que Gregor Mendel descubriera las leyes de la herencia, los primeros agricultores neol¨ªticos domesticaron los cereales con lo que hoy parecer¨ªa un derroche de elegancia gen¨¦tica. Estos pioneros de la biotecnolog¨ªa trabajaron de forma independiente en Asia, ?frica y Am¨¦rica, y usaron unas especies vegetales que llevaban 65 millones de a?os sin tener nada que ver una con otra. Pese a todo, sus resultados fueron tan similares que hoy habr¨ªan inundado de reclamaciones las oficinas de patentes.
Seg¨²n el trabajo publicado en la revista Science (22 de septiembre) por Andrew Paterson y sus colaboradores de la Universidad de Tejas, la domesticaci¨®n del arroz en Asia, del ma¨ªz en Am¨¦rica y del sorgo en ?frica result¨® de la selecci¨®n de un peque?¨ªsimo n¨²mero de mutaciones que, sorprendentemente, son las mismas en las tres plantas: una aut¨¦ntica receta gen¨¦tica multiuso. La domesticaci¨®n de cada planta debi¨® de ser un avance muy r¨¢pido, consumado tal vez en menos de un siglo.
El gran salto
Se supon¨ªa hasta ahora que la selecci¨®n era un proceso gradual y continuo, que proced¨ªa por una lenta acumulaci¨®n de peque?¨ªsimas variaciones en much¨ªsimos genes y que jugaba m¨¢s con la modulaci¨®n de cantidades que con la invenci¨®n de cualidades. Aparentemente no es as¨ª.La domesticaci¨®n supone un conflicto de intereses. A los humanos les gustan las semillas grandes, pero las plantas las prefieren peque?as para facilitar su diseminaci¨®n y su penetraci¨®n en el suelo. Los humanos quieren una floraci¨®n Independiente de la duraci¨®n del d¨ªa, pelo las plantas suelen sincronizarla de modo que la producci¨®n de semillas coincida con la estaci¨®n ¨®ptima de lluvias. Las espigas desgarbadas facilitan la diseminaci¨®n, pero los agricultores las prefieren compactas para cosecharlas m¨¢s c¨®modamente.
Un solo gen
Resulta ahora que todas estas caracter¨ªsticas se basan en un peque?¨ªsimo n¨²mero de mutaciones. Por ejemplo, la compactaci¨®n de la espiga en el sorgo se debe a un ¨²nico gen mutante. Esa misma mutaci¨®n est¨¢ presente en las variedades cultivadas del arroz y el ma¨ªz. El tama?o de la semilla y la independencia del periodo solar tambi¨¦n dependen de un peque?o n¨²mero de genes mutantes, que son los mismos , en las tres especies.Pocos avances, t¨¦cnicos habr¨¢n sido tan relevantes en la historia. La domesticaci¨®n trajo consigo las primeras ciudades y permiti¨® despuntar a la primera civilizaci¨®n hace unos 6.000 anos, al f¨¦rtil abrigo de los r¨ªos Tigris y ?ufrates. Un milenio despu¨¦s, los egipcios inventaron a los ministros de agricultura.
A¨²n hoy, los cereales siguen aportando la mayor¨ªa de las calor¨ªas a la dieta humana, y de su mejora depender¨¢ poder cubrir las crecientes necesidades de abastecimiento. "Saber que unos pocos genes fueron tan importantes en la domesticaci¨®n puede abrir nuevas v¨ªas a la biotecnolog¨ªa", afirma Pilar Vall¨¦s, de la Estaci¨®n Experimental Aula Del del CSIC, en Zaragoza.
Seg¨²n esta investigadora, se podr¨¢ disponer ahora de "marcadores moleculares" para etiquetar propiedades como el tama?o de las semillas, lo que acortar¨¢ los procesos de selecci¨®n. M¨¢s a largo plazo, los genes podr¨¢n clonarse y transferirse de unas especies a otras.
La ingenieria gen¨¦tica, que modifica las plantas mediante la manipulaci¨®n directa de su ADN, suele aparecer enfrentada a la cl¨¢sica mejora vegetal, basada en la hibridaci¨®n y la selecci¨®n. "La biotecnolog¨ªa suscit¨® recelos en los mejoradores, que pensaron que la transferencia degenes desplazar¨ªa a los otros m¨¦todos", explica Vall¨¦s.
Consagradas por milenios de pr¨¢cticas agr¨ªcolas, las t¨¦cnicas de selecci¨®n no suscitan ese tipo de alarmas. Pero los resultados de una y otra t¨¦cnica no son, despu¨¦s de todo, tan distintos. Enfrentado al problema de domesticar las especies silvestres, un ingeniero gen¨¦tico actual localizar¨ªa algunos genes clave que dieran cuenta de caracter¨ªsticas de inter¨¦s y los modificar¨ªa para obtener las variantes deseadas. Sin saberlo los primeros agricultores del neol¨ªtico hicieron algo muy parecido.
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