Genealog¨ªas
Si nos fijamos en los poetas de los que se ha ocupado Seamus Heaney a lo largo de m¨¢s de 20 a?os de ensayismo cr¨ªtico vemos con claridad dos cosas: una, que su estilo de cr¨ªtico, como suele ocurrir con la cr¨ªtica de los creadores, posee la cualidad de lo literario a la vez que arroja luz aut¨¦ntica, de ley, sobre aquello de lo que escribe; dos, que sus preocupaciones de cr¨ªtico dibujan un territorio de ancestros y genealog¨ªas que explican desde distintos ¨¢ngulos su propia poes¨ªa. Wordsworth, Yeats, Hoplkins, Theodore Roethke, son algunos de sus poetas favoritos y a ellos dedica espl¨¦ndidos ensayos en su libro Preocupaciones (Faber & Faber, 1980), y lo hace con una cierta sencillez reflexiva, dando pistas constantemente sobre el fundamento de sus opiniones, casi como si temiera que su auditorio se perdiera en el curso de sus averiguaciones, incluso puede que escaldado por las venenosas pedanter¨ªas de los cr¨ªticos profesores que saquean a los poetas para ser ellos mismos estrellas a su costa.Estilo ensay¨ªstico el suyo que da gusto leer, que huye de los preciosismos in¨²tiles y se aferra a la reflexi¨®n en s¨ª, al coraz¨®n del pensamiento, a la justificaci¨®n casi pedag¨®gica de sus opiniones, paso a paso, ejemplo tras ejemplo. Estilo adem¨¢s que se puede disfrutar con calma, sin aparatosidad, sin las el¨¦ctricas sacudidas para la galer¨ªa de algunos poetas que se ocupan tambi¨¦n de poes¨ªa. El ejemplo m¨¢ximo de T. S. Eliot puede que explique esta clase de cr¨ªtica que siempre pone la reflexi¨®n por delante sin renunciar a la hermosura de la dicci¨®n cuya majestad est¨¢ precisamente en ser pensamiento transparente y belleza serena.
Y as¨ª vemos a Wordsworth acudiendo a la mesa de trabajo de Heaney para reactivar el gran fundamento de la poes¨ªa grande de siempre, el que hace del sentimiento, con may¨²sculas discretas, el origen de la creaci¨®n propia y ajena, de la de Heaney desde luego y de una forma rotunda y absoluta. Y tambi¨¦n vemos en estos ensayos al no menos grande G. M. Hopkins, profesor de Griego en Dubl¨ªn, un pariente: pr¨®ximo de Heaney en la riqueza de su lengua, en su textura dulce y musical a la vez que extremadamente penetrante y densa. Y por ¨²ltimo tambi¨¦n vemos aparecer por la puerta grande de este libro a Theodore Roethke para justificar una leg¨ªtima hermandad. Dios los hace y ellos se juntan, y as¨ª es exactamente en esta ocasi¨®n porque tanto Roethke como Heaney han seguido caminos paralelos para llegar a su para¨ªso perdido particular, a la mina de donde todav¨ªa surgen las grandes emociones que explican la presencia alta de su poes¨ªa.
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