'Mahagony' , con 65 a?os de retraso
Merece elogio el voluntarismo del Festival de Oto?o al dar a conocer en Madrid la ¨®pera Mahagony de Brecht y Weill, pero ello no modifica un hecho: nos llega con 60 a?os de retraso este mensaje oper¨ªstico de la Alemania de los a?os veinte. Quien se enfrenta a esta ¨®pera/ anti¨®pera, que a fin de cuentas acaba aceptando los condicionamientos de lo primero, la entiende lejana, como hecho hist¨®rico que es necesario conocer, pero sin inmediatez por m¨¢s que no pocos vicios, crueldades e idolatr¨ªas contin¨²en existiendo presididas por el becerro de oro, su majestad el dinero.Cuando se estren¨® Mahagony en Barcelona, en febrero de 1971 por la ¨®pera de Klagenfurt, hab¨ªa preocupaci¨®n en la empresa que distribuy¨® unas octavillas advirtiendo que la representaci¨®n de la obra de Brecht-Weill no supon¨ªa identificaci¨®n con las ideas art¨ªstico-sociales expuestas en ella. Lo m¨¢s curioso fue que Mahagony pasaba sin especiales dificultades, pero lo que el respetable no pudo tolerar fue la vomitona de uno de los personajes. All¨ª fue el esc¨¢ndalo. Lo que quiere decir que el p¨²blico burgu¨¦s, tan conservador como era entonces el del teatro de Las Ramblas, digiere como diversi¨®n -dig¨¢moslo as¨ª- aquello que naci¨® como protesta de una sociedad, sus usos e ideas.
Mahagony
Festival de Oto?o de la Comunidad de Madrid. Ascensi¨®n y ca¨ªda de la ciudad de Mahagony, de Bertold Brecht y Kurt Weill. Int¨¦rpretes: Claudia Eder, Alphons Eberz, Hermann Becht, Gabriel Reinholz, Mario Brell, Helmut Pampuch, Michael Busch, Martin Blasius, Markus M¨¹ller. Coro y Orquesta de la ¨®pera Alemana del Rhin. Director musical: W. Gugebauer; director esc¨¦nico: Kurt Horres. Escenarios y trajes: Andras Reinhardt. Teatro de la Zarzuela. Madrid, 11 de octubre.
El p¨²blico del Festival de Oto?o es muy otro, pero la liturgia de la ¨®pera es una y as¨ª, tras contemplar una pieza, m¨¢s interesante por Brecht que por Weill, como Mahagony, los cantantes saludan, sonrientes si hace al caso, y todo el mundo se va a casa -quiz¨¢ algunos a la pr¨¢ctica de una op¨ªpara cena- libre de preocupaciones y sabedor de que el tel¨®n hab¨ªa puesto fin al tinglado de una farsa tan tremenda. y realista. La ¨®pera es as¨ª.
Otra cosa es la maestr¨ªa con la que Brecht dispuso sus escenas y el saber desplegado por Weill al incorporar las m¨²sicas vulgares de la calle, los ritmos americanos triunfantes en los a?os veinte o el repertorio, fr¨ªvolamente triste, del cabar¨¦ alem¨¢n. Su actitud se combina con otros saberes, iron¨ªas y parodias (La flauta m¨¢gica, Freischutz). Abundan los n¨²meros felices como el c¨¦lebre Alabama y la instrumentaci¨®n es de singular atractivo.
La versi¨®n de la ?pera del Rhin fue de una agilidad digna de aplauso; cantantes y voces exhibieron una profesionalidad de buen nivel y si la regie de Kurt Horres resulta acertada, sobre todo en los actos segundo y tercero, los escenarios abusan de un esquematismo que quiz¨¢ olvida que con lo vulgar y lo pobre tambi¨¦n cabe hacer belleza. Excelente el director musical Walter Gugebauer. En resumen, una oferta teatral y musical que quiz¨¢ merec¨ªa mayor n¨²mero de representaciones que las dos anunciadas.
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