No hubo milagro
La afici¨®n cre¨ªa que se reproducir¨ªa el alboroto currista del pasado d¨ªa 1, y no fue as¨ª, l¨®gicamente. Lo contrario hubiera sido un suceso extraordinario, y no est¨¢ el a?o para tanta ventura junta. No hubo, pues, segundo milagro.Lo cierto es que los muchos seguidores de Curro no pierden nunca la esperanza. En vista de que sus toros no le facilitaron el lucimiento, le rogaron piadosamente que hiciera un quite en el sexto, a lo que Curro no accedi¨®; y aun as¨ª, sali¨® de la Maestranza entre una cari?osa ovaci¨®n hasta la Feria de Abril del pr¨®ximo a?o.
Curro no triunf¨® por varias razones: la primera, porque es lo normal en ¨¦l; la segunda, porque hab¨ªa triunfado hace 11 d¨ªas y, por ¨²ltimo, porque los toros no colaboraron. Y esta raz¨®n tercera no es del todo cierta, ya que ambos dos fueron muertos a lanzazos por los aut¨¦nticos matadores de toros de la cuadrilla de Curro: Pepillo de M¨¢laga y Pepillo (hijo), ambos mal llamados picadores. El padre se ensa?¨® con el primero en tres lanzazos como si tuviera de lante un pregonao. El animal lleg¨® a la muleta con la muerte en la cara, y Curro se limit¨® a pasaportarlo. De nuevo, el padre cogi¨® al cuarto, que era un manso, y le propin¨® una paliza de ¨®rdago, y el hijo lo enganch¨® a continuaci¨®n y lo acab¨® de matar. Con el toro muerto, Curro se hizo el valiente. El animal fue apuntillado y el p¨²blico lo pag¨® con el presidente.
Moura / Romero, Mu?oz, Joselito
Cuatro toros de Jo¨¢o Moura, muy blandos, mansos y nobles; 5o y 6o (sobrero) de Gavira, sosos. Curro Romero: silencio; 4? fue apuntillado. Emilio Mu?oz: palinas; silencio. Joselito: aviso y ovaci¨®n;;;; palmas.Plaza de la Maestranza, 12 de octubre. Casi lleno.
Un inv¨¢lido tuvo Mu?oz en primer lugar y s¨®lo le permiti¨® algunos redondos en el conjunto de una labor elegante que inici¨® con unos magn¨ªficos lances a la ver¨®nica rematados con dos medias belmontinas. En el quinto, sin embargo, Mu?oz naufrag¨® en una faena sin orden, sin ligaz¨®n y sin mando en la que s¨®lo brillaron algunos derechazos. Prob¨® terrenos y distancias sin encontrar nada, y, al final, se descompuso.
El m¨¢s manso de la tarde, el tercero, le toc¨® a Joselito. El toro no dej¨® de huir desde que sali¨® al ruedo y, s¨®lo la decisi¨®n del torero consigui¨® meterlo en la muleta, en el centro del ruedo, en tres tandas de gran m¨¦rito. Pero el toro vio las tablas, corri¨® despavorido hacia ellas y de all¨ª no se movi¨® m¨¢s. El sexto desarroll¨® mucho, sentido, puso en aprietos al torero y ¨¦ste mont¨® la espada con inusitada rapidez. Joselito se luci¨® con un va riado toreo de capote en distintos quites a la ver¨®nica, por chicuelinas y en unos lances a pies juntos.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.