Sospechas con rumor de sables al fondo
La crisis pol¨ªtica ecuatoriana reviste caracter¨ªsticas comparables a la registrada cuando el presidente Le¨®n Febres Cordero fue secuestrado, en 1985, en una base militar. El chantaje consigui¨® que Febres acatase una amnist¨ªa parlamentaria para su ex comandante, el general golpista Frank Vegas Pazos.Fuentes ecuatorianas consultadas telef¨®nicamente recuerdan que la actual trifulca comenz¨® con una reuni¨®n privada a la que asist¨ªan, entre otros, Dabik, y el subdirector del diario Expreso. Los comentarios del vicepresidente sobre desembolsos del Estado para lograr la aplicaci¨®n de sus pol¨ªticas fueron publicados por el rotativo. "Esto dio lugar a una hecatombe", dice Roque Espinoza, analista del peri¨®dico Hoy. El mentis de Dahik no convenci¨® a nadie.
Hombres del principal partido de la oposici¨®n, el socialcristiano, quedaron implicados como corruptos. Mont¨® en c¨®lera Febres Cordero, ahora alcalde de Guayaquil. Habl¨® del fraudulento uso de fondos reservados y apremi¨® el juicio pol¨ªtico al vicepresidente, del que sali¨® sin condena. Tarjetas de cr¨¦ditos, casas, viajes o secretarias privadas figuraban en la lista de gastos sufragados presuntamente con dinero p¨²blico.
El partido socialcristiano cerr¨® filas, convoc¨® a su bloque y promovi¨® ante la Corte Suprema el juicio penal. Esa instancia dict¨® auto de prisi¨®n preventiva "en base de indicios de mal uso de los fondos reservados". Las presiones para lograr la. renuncia de Dahik se sucedieron, pero el presidente Sixto Dur¨¢n Ball¨¦n resisti¨®. El vicecanciller de Costa Rica manifestaba ayer que los militares amenazaron al presidente con un golpe si insist¨ªa en retener a su segundo.
Espinoza aludi¨® a complicadas maniobras en la crisis que llama la atenci¨®n sobre una corrupci¨®n generalizada en el sistema pol¨ªtico. "Y no s¨®lo de la vicepresidencia, sino tambi¨¦n de la presidencia, al dictarse un decreto que imped¨ªa el acceso. a los microfilmes de los fondos reservados de Dahik y Dur¨¢n Ball¨¦n. Pareci¨® quedar claro entonces que todos los partidos utilizaron dolosamente las partidas de la controversia.
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