"Lavapi¨¦s vive el teatro con much¨ªsima alegria"
Un Madrid triste de esp¨ªritu y apariencia recibi¨® a Cristina Rota en 1978, rompiendo la ilusi¨®n sembrada por los cuentos de sus abuelos, un vasco y una navarra, defensores de una ciudad que regal¨® a la reci¨¦n llegada los tres peores a?os de vida. Cristina Rota, Buenos Aires, 1945, campe¨® la intransigencia de la transici¨®n espa?ola hasta que esta ciudad se convirti¨® en la suya a medida que se iban cumpliendo sus anhelos. La sala El Mirador, escuela y escenario, es la sede de sus sue?os. Un total de 300 alumnos aprenden y hacen teatro, y de all¨ª est¨¢ surgiendo una intensa cantera en los ¨²ltimos tiempos: Gabino Diego, Pen¨¦lope Cruz, Ana Torrent, Aitor Merino, Armando del R¨ªo y su propio hijo, Juan Diego Botto. El ¨¦xito cinematogr¨¢fico de los citados est¨¢ siendo una jugosa e inevitable promoci¨®n para Cristina Rota y su escuela.Pregunta. Como mujer de teatro, ?no se siente traicionada cuando sus alumnos triunfan en el cine?
Respuesta. No, el cine es un ¨¢rea de expresi¨®n extraordinaria. Me da mucha rabia que en Espa?a se siga manejando el concepto equivocado de que un actor de cine es diferente a uno de teatro.
P. Dicen que usted ense?a mejor a interpretar la pena que la alegr¨ªa.
R. No creo, lo que sucede es que trabajo mucho los extremos. El teatro es como la vida, tragedia y comedia han de estar compensadas. Por citar ejemplos, lo ¨²ltimo de Juan Diego Botto en teatro ha sido c¨®mico, Ana Torrent acaba de hacer una comedia, igual que Cristina Marcos o Gabino Diego.
P. ?Le importa decir cu¨¢nto cuestan sus clases?
R. De 12 a 6 horas semanales, 27.000 pesetas al mes.
P. ?Sabe c¨®mo se lo costean sus alumnos?
R. Naturalmente que s¨ª, es algo que comentamos en din¨¢mica de grupo. La mayor¨ªa se lo pagan ellos mismos trabajando en hosteler¨ªa, camareros, cocineros, empleos todos eventuales.
P. Su llegada a Madrid no fue alegre.
R. Madrid no se parec¨ªa nada a la ciudad que me hab¨ªan descrito mis abuelos. Me encontr¨¦ en un sitio triste donde todo el mundo vest¨ªa de gris. Yo no pod¨ªa ponerme determinada ropa ni decir lo que pensaba. A partir del 81 las cosas comenzaron a cambiar de forma vertiginosa, casi compulsiva.
P. ?Y ahora?
R. Esta es la ciudad donde he decidido vivir y Lavapi¨¦s el barrio en e1 que paso m¨¢s horas. Nuestro vecindario es absolutamente solidario con el teatro. La gente jam¨¢s se queja. Vienen mucho por la sala y quieren saber qu¨¦ tal nos va. Lavapi¨¦s vive el teatro con much¨ªsima alegr¨ªa.
Pu?aladas en escena. Sala El Mirador. Doctor Fourquet, 31. Metro Atocha. 19 de octubre, estreno de Esperando al zurdo.
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