29 heridos por otra bomba en el metro de Par¨ªs
"Ah¨ª abajo est¨¢ el infierno", dijo un bombero que emerg¨ªa a la superficie, el rostro negro y los ojos enrojecidos. En el t¨²nel, entre el humo y los gritos, hubo que instalar un peque?o hospital de campa?a, en el que lleg¨® a practicarse una amputaci¨®n. La bomba que estall¨® ayer en el metro de Par¨ªs hiri¨® a 29 personas, de ellas tres muy graves y dos en situaci¨®n cr¨ªtica, y agudiz¨® un poco m¨¢s el miedo que desde julio padece la capital francesa. Fue, como en anteriores ocasiones, una peque?a bombona de butano rellena de explosivo y metralla la que caus¨® estragos entre los usuarios del metro.
Todos los indicios apuntan a que fueron otra vez tos franco-argelinos de suburbio captados por el fanatismo isl¨¢mico del Grupo Isl¨¢mico Armado (GIA). La bomba hab¨ªa sido depositada bajo un asiento del segundo vag¨®n de un convoy del RER, el tren de cercan¨ªas cuyas l¨ªneas cruzan el subsuelo de Par¨ªs. El convoy hab¨ªa partido de la estaci¨®n de Mus¨¦e d'Orsay y se dirig¨ªa a la de Saint Michel, donde otro atentado mat¨® a siete personas e hiri¨® a 84 el pasado 25 de julio, cuando estall¨® el artefacto.Pasaban unos minutos de las siete de la ma?ana. "Un ruido, un intenso olor a azufre, mucho humo y muchos gritos", explic¨® un viajero ileso. La explosi¨®n hab¨ªa hecho desaparecer todo un lateral del coche y gran parte del suelo. El conductor del tren, herido, fue quien organiz¨® la evacuaci¨®n. Pidi¨® calma y que todo el mundo permaneciera donde estaba mientras llegaba auxilio.
La polic¨ªa y las primeras ambulancias tardaron menos de cinco minutos en llegar a la estaci¨®n de Mus¨¦e d'Orsay, pero el acceso al lugar del accidente present¨® grandes dificultades. Quienes pod¨ªan andar fueron conducidos por el t¨²nel hacia la estaci¨®n, en una penosa marcha de m¨¢s de un kil¨®metro dificultada por la espesa humareda y las crisis de p¨¢nico. Los heridos m¨¢s graves tuvieron que ser asistidos en el mismo t¨²nel.
Testimonios
Fuera, la polic¨ªa acordon¨® un amplio per¨ªmetro y empez¨® a recoger testimonios. Un hombre de aspecto magreb¨ª que hab¨ªa abandonado la estaci¨®n segundos despu¨¦s de la explosi¨®n fue detenido e interrogado, y se dio orden de buscar un BMW azul oscuro con tres ocupantes. Pero las dos pistas resultaron erradas. La asistencia m¨¦dica convirti¨® el vest¨ªbulo del Museo de Orsay, catedral del impresionismo, en un hospital improvisado. La mayor¨ªa de los heridos sufr¨ªa conmociones o lesiones pulmonares causadas por el humo.
El primer ministro, Alain Jupp¨¦, acudi¨® al lugar con el responsable de Interior, Jean-Louis Debr¨¦, un hombre que habl¨® en exceso despu¨¦s de que la polic¨ªa matara a tiros al presunto terrorista Jaled Kelkal. Debr¨¦ atribuy¨® a Kelkal demasiadas fechor¨ªas y le dio demasiada importancia. El propio Debr¨¦ anunci¨® ayer un plan de emergencia antiatentados en el que tomar¨¢n parte, en labores de vigilancia, efectivos militares.
Las redes terroristas franco-argelinas siguen operativas, como se comprob¨® ayer. "Francia no se dejar¨¢ intimidar ni capitular¨¢ ante la barbarie", proclam¨® Alain Jupp¨¦ ante la Asamblea Nacional. M¨¢s tarde, el primer ministro recibi¨® a los jefes de los grupos parlamentarios para exponerles, en privado, las l¨ªneas de investigaci¨®n que segu¨ªa la polic¨ªa. El presidente Jacques Chirac visit¨® a su vez a los heridos hospitalizados.
El atentado pod¨ªa haber causado una matanza, dado que la l¨ªnea C del RER, utilizada cada d¨ªa por unas 400.000 personas, suele estar saturada a primera hora de la ma?ana. Inusualmente para una hora punta, el vag¨®n en que estall¨® la bomba estaba ocupado por una veintena de personas, muy por debajo de la media de 80.
Desde que el 11 lde julio empez¨® la ola de atentados con el asesinato del jeque Abdelbaki Sahraoui, cofundador del Frente Isl¨¢mico de Salvaci¨®n (FIS) y contrario a la violencia, ocho personas han resultado muertas y 132 han sufrido heridas.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.