Hombres a la plancha
La Delegaci¨®n de la Mujer de San Sebasti¨¢n de los Reyes da clases de tareas dom¨¦sticas a los hombres
"Estaba harto de tener que depender de mi hermana para que me hiciera la comida de toda la semana, transportarla 60 kil¨®metros hasta mi casa y congelarla", explica Javier Gonz¨¢lez, de 40 a?os, emplea do de una depuradora en Lozoya del Valle. Javier vive solo y, aunque ya se defiende con la plancha y la limpieza, intenta ponquistar su independencia gastron¨®mica. La mayor parte de los 10 alumnos del taller, organizado por la Delegaci¨®n de la Mujer del Ayuntamiento de San Sebasti¨¢n de los Reyes, se ha apuntado por necesidad imperiosa. Viven solos y no tienen ni pu?etera idea de educaci¨®n dom¨¦sitca. Cocina b¨¢sica, consejos de plancha y rudimentos del uso de la aguja y el hilo forman el programa de estudios."Lo m¨¢s dif¨ªcil de planchar es el embozo de la camisa", asegura uno, "?Pero, hombre, que el embozo es lo de las bodas!", le espeta un compa?ero. Pilar, la profesora, zanja la cuesti¨®n: "Las s¨¢banas tienen embozo, las camisas canes¨²". Pilar comienza la clase con una explicaci¨®n te¨®rica. Cuando toca la pr¨¢ctica comienzan a sacar camisas, pantalones o pa?uelos de sus bolsas y en alg¨²n caso de un malet¨ªn de ejecutivo. "Empezamos por el cuello y los pu?os", ordena Pilar. Y la bombardean a preguntas: "?Qu¨¦ hago si la plancha gotea?", "?y si me quedan dos rayas en el pantal¨®n?". No falta quien ha reflexionado sobre el culpable de su ignorancia dom¨¦stica. "Cuando me fui de casa me arrepent¨ª de no haber aprendido m¨¢s, pero no me considero responsable, soy producto de mi tiempo", se disculpa Luis Miguel Valerio, un joven, en busca de empleo. En broma, afirma que ahora se anunciar¨¢ como "experto en gesti¨®n ofr¨¦cese como interno en casa". Los participantes no entienden por qu¨¦ su decisi¨®n ha levantado tanto inter¨¦s en los medios de comunicaci¨®n. Las tareas dom¨¦sticas deb¨ªan haberse estudiarse en las escuelas, opinan. "Hay muchos hombres que van de progres y luego no mueven un dedo en casa", apunta Valerio.
Aparte de planchar, tambi¨¦n han aprendido a encajar las risitas con las que sus conocidos reciben la noticia de su inscripci¨®n en el taller. "Creo que me reir¨¦ yo m¨¢s cuando acabe el curso" afirma Miguel, de 21 a?os, a punto de terminar la mili y de rematar unas camisetas caqui con la plancha.
F¨¦lix Pombo, uno de los pocos casados del grupo, intenta quitarse el p¨¢nico a la cocina. "No creo que mi matrimonio va, a a cambiar, pero as¨ª estar¨¦ m¨¢s preparado para ayudar. Yo ya coopero en casa, pero lo que me da miedo son las nuevas generaciones. Ni los chicos ni las chicas quieren hacer estas tareas y va a ser un desastre, vivir¨¢n en la mugre".
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