"La tentaci¨®n de la vanidad puede llevar a la neurosis"
Jos¨¦ Mar¨ªa Guelbenzu (Madrid, 1944) ha pretendido en su ¨²ltima novela, El sentimiento (Alianza), indagar en las causas por las que el sentimiento es capaz de crear a Io largo de la vida y de la memoria una capa de conciencia que acaba enfrent¨¢ndonos con la propia realidad. "El sentimiento", afirma, "conforma el conocimiento". Isabel y Diana, dos mujeres a las que el autor no niega un car¨¢cter simb¨®lico -extrovertida, moderna y con una desmedida ambici¨®n profesional, la primera; introvertida, tradicional e indefensa ante el mundo, la segunda- evolucionan de forma paralela y fragmentar¨ªa hasta llegar a un punto de confluencia en el que se descubren a s¨ª mismas.El cr¨ªtico Ignacio Soldevilla escribi¨® que Jos¨¦ Mar¨ªa Guelbenzu, en sus inicios, fue sometido a un m¨¦todo habitual de la cr¨ªtica espa?ola: la ducha escocesa. Su primera: novela, El mercurio obtuvo aplausos calurosos, mientras que la segunda, Antifaz, mereci¨® un g¨¦lido sofi¨®n. Soldevilla a?ade que si se hubieran publicado en orden inverso, el resultado habr¨ªa sido el mismo. Cabe extender este diagn¨®stico a la evoluci¨®n narrativa posterior de Guelbenzu, con inusitadas aclamaciones (El r¨ªo de la luna, La mirada) y pateos inmisericordes (El esperado). Seg¨²n esta teor¨ªa, a esta ¨²ltima novela, El sentimiento, corresponder¨ªa un jarro de agua fr¨ªa.
"Me parece muy bien el m¨¦todo", sonr¨ªe Guelbenzu. "Es conveniente que se apliquen al escritor las duchas escocesas, porque la tentaci¨®n de la vanidad, que tal vez proviene de su condici¨®n esencial de solitario, puede llegar a neurotizarle. No tiene mucha importancia, adem¨¢s, porque cuando una obra es realmente poderosa no hay chaparr¨®n que la mueva. Para m¨ª, en todo caso, es un acicate. Me indign¨®, por ejemplo, la acogida que tuvo El esperado. De la furia que me entr¨® escrib¨ª La mirada, para poner de rodillas a los que me hab¨ªan dicho todo aquello. De cualquier forma pienso que es mejor para un escritor que le apliquen duchas escocesas a que le eleven a los altares"
Experimental o distinto
Guelbenzu, ciertamente, no frecuenta los altares. Parti¨® de un experimentalismo -frunce el ce?o al o¨ªr el t¨¦rmino- tan extempor¨¢neo como imprescindible para alcanzar, tras un silencio de siete a?os, una l¨ªnea narrativa en la que la ruptura se produc¨ªa mucho m¨¢s en la estructura de la novela que en el lenguaje, seg¨²n confiesa. "En realidad, yo no quer¨ªa ser experimental, sino ser distinto, en un panorama que era verdaderamente pobre. Para destruir algo, dec¨ªa Eliot, es necesario conocerlo a fondo. Debo confesar, sin embargo, que no me importar¨ªa terminar siendo experimentalista a los 70 a?os".Tras la muerte de Benet y el alejamiento de Goytisolo, Guelbenzu es la ¨²nica referencia cierta de una narrativa que traslad¨® a Espa?a las urdimbres de la literatura contempor¨¢nea. En su conversaci¨®n destaca a Joyce y a Cort¨¢zar, defiende a Mart¨ªn Santos -aunque piensa que tal vez no era un aut¨¦ntico novelista- y reclama las vanguardias como tradici¨®n. Su disciplina le ha llevado a ahondar en la esencia de la novela con la lucidez de La mirada y la profundidad de El sentimiento.
"El sentimiento es una novela estructurada con un principio y un final que vuelve a la misma posici¨®n. Entre medias, ha transcurrido la vida. Las sorpresas est¨¢n anuladas para que el lector pueda dedicarse m¨¢s a los personajes. La vida de los personajes acude seg¨²n la memoria lo necesita. Esa memoria est¨¢ movida por los sentimientos. La afluencia continua e indiscriminada de elementos va poco a poco conformando una historia, una historia m¨²ltiple, hasta llegar a un n¨²cleo central, titulado La situaci¨®n, en el que el personaje aparentemente m¨¢s fuerte, Isabel, se encuentra en una situaci¨®n de debilidad y el aparentemente m¨¢s d¨¦bil, Diana, de fortaleza. Estas p¨¢ginas tratan de plasmar la idea de que la vida es un azar. A partir de aqu¨ª, los dos tipos de vida se mezclan y la narraci¨®n adquiere otro desarrollo. Isabel se enfrenta a la muerte, una situaci¨®n absurda que puede acabar con todo lo que ha creado; Diana ha de tomar una decisi¨®n sobre su vida cuando no dispone de formaci¨®n ni de medios para hacerlo. Ambas quedan clavadas en este punto. Han pasado, del sentimiento al conocimiento de s¨ª mismas. Ya no volver¨¢n a ser las mismas".
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