Olvidar las penas
La c¨¢rcel de j¨®venes Alcal¨¢ 2 recibi¨® ayer al Circo Mundial
Soledad Velasco tiene buena memoria para las cifras: la pillaron en la Aduana con 1,7 kilos de hach¨ªs; le cayeron cuatro a?os, dos meses y un d¨ªa; entr¨® por la puerta de la prisi¨®n Alcal¨¢ 2 el 1 de mayo de 1994; han pasado 17 meses; quedan otros 33. A dos pasos, en el patio del m¨®dulo de mujeres de la c¨¢rcel, tres elefantes ejecutan piruetas subidos a unas palanganas. Soledad no parece muy impresionada."Yo caminaba con ellos", recuerda la mujer, "con el Circo Mosc¨², o con el Italia, por todo el mundo". Durante 17 a?os, Soledad fue la compa?era de Hass¨¢n Mauli, uno de los domadores a las ¨®rdenes de ?ngel Cristo. Las cosas tambi¨¦n acabaron mal para Mauli, que est¨¢ cumpliendo condena por homicidio en la c¨¢rcel de Nanclares de la Oca (Vitoria). "As¨ª que ya ves", concluye la mujer, "¨¦l all¨ª y yo aqu¨ª, despu¨¦s de 17 a?os".
El mayor espect¨¢culo del mundo ha vuelto al encuentro de Soledad Velasco. La c¨¢rcel de Alcal¨¢ 2 abri¨® ayer sus puertas al Circo Mundial, que lleva 10 d¨ªas instalado junto a la plaza de Las Ventas. Los reclusos -370 hombres y 220 mujeres, la mayor¨ªa entre los 16 y los 25 a?os de edad-abarrotaron en dos turnos el polideportivo del centro penitenciario para ver al d¨²o Caveagna, al tr¨ªo Mirage y a los payasos Ivanov.
"?Adm¨ªrense, se?oras y se?ores, con los perros de Jos¨¦ Mar¨ªa Gonz¨¢lez, junior!" Entre el p¨²blico,- Manuel Guti¨¦rrez enciende un pitillo. "Esto te sube la moral", dice; "sales del m¨®dulo, te da un descanso; ah¨ª dentro, de lo que menos hay es compa?erismo". Guti¨¦rrez est¨¢ cumpliendo 12 a?os por un delito de sangre. "Fue una pelea, una venganza. No encontraron el cuchillo ni ten¨ªan suficientes pruebas, pero el abogado, era de oficio. Eramos tres, y ca¨ª yo solo".
?Y ahora, se?oras y se?ores, un aut¨¦ntico doberman!".'Guti¨¦rrez ten¨ªa 19 a?os cuando ocurrieron los hechos. Cumpli¨® los tres primeros en la c¨¢rcel del Puerto de Santa Mar¨ªa. Hace dos le trasladaron a Alcal¨¢ 2, un centro al que s¨®lo suelen acceder los reclusos con buen comportamiento y dispuestos a asistir a clases y talleres.
La diferencia entre los dos centros es grande, seg¨²n Guti¨¦rrez: "All¨ª no hay circos, t¨². Aquello es un pozo. Esto es tranquilo, puedes hacer una vida normal. Dentro de lo que cabe, vamos. Yo ya he hecho un curso de pintor. Mi madre est¨¢ viuda. Tengo un hermano enganchado. Hay que salir de esto". En la pista, Enrique Polo, de la dinast¨ªa Polo, hace un n¨²mero con un tigre.
Es la primera vez que el Circo Mundial act¨²a en una c¨¢rcel. Pero su director, Juan Carlos Gonz¨¢lez, est¨¢ dispuesto a repetir. "Es una experiencia muy bonita", dice, "llevar algo de alegr¨ªa a sus vidas, ayudarles a olvidar las penas".
Pero las penas son precisamente lo que los reclusos no est¨¢n dispuestos a olvidar. Yolanda y Maribel recitan los d¨ªgitos de corrido: "Cuatro meses, dos a?os y un d¨ªa. Llevamos 23 meses". Las dos chicas, y el marido de una de ellas, cumplen condena por robo con intimidaci¨®n. "Est¨¢bamos con el mono y le dimos el palo a una t¨ªa por la calle". La polic¨ªa no andaba lejos. La se?ora llevaba 5.000 pesetas en el bolso. "Estamos presas por mil duros. Ponlo as¨ª: presas por mil duros".
Mejor que la ¨®pera
"?Se?oras y se?ores, desde Cuba, los juegos malabares de Rafael de Carlos!". Atendiendo al espect¨¢culo con un ojo, Maribel se queja: "Aqu¨ª no ve una m¨¢s que ladrillos, y lo mismo te sacan del m¨®dulo un d¨ªa, te llevan al polideportivo y te cascan una ¨®pera". Lo del circo no lo ven tan mal. Ser¨¢ una tonter¨ªa, dicen, pero les va bien para evadirse. "Pero la c¨¢rcel no es un circo", apunta Yolanda. Y remacha Maribel: "Bien caro vamos a pagar esto del elefante".Aunque la c¨¢rcel es sobre todo para j¨®venes, tambi¨¦n recibe a algunas mujeres maduras que no caben en otros centros penitenciarios. La decana es Mar¨ªa Odette, una portuguesa de 51 a?os, de aspecto pulcro y modo calmoso. "Me li¨® un amigo, hice una tonter¨ªa", cuenta. A Mar¨ªa Odette la cogieron con tres kilos de hach¨ªs cruzando de Espa?a a Portugal. La condena: se repite como una letan¨ªa: cuatro a?os, dos meses y un d¨ªa. "Tengo un hijo de 27 a?os y est¨¢ destruido", sigue Mar¨ªa Odette. "Mi vida est¨¢ destruida". La mujer tiene una peluquer¨ªa en Lisboa, y all¨ª volver¨¢ en cuanto pueda.
El director de Alcal¨¢ 2, Fernando Bay¨®n, no se queda a la zaga a la hora de memorizar fechas: "Estoy al frente de este centro desde hace nueve a?os y medio". Es la segunda vez que. Bay¨®n organiza un espect¨¢culo circense en la c¨¢rcel. "Ellos no pueden salir", recuerda, "as¨ª que hay que traer la calle aqu¨ª dentro".
Una o dos veces al mes, grupos de teatro y de m¨²sica visitan Alcal¨¢ 2. Seg¨²n Bay¨®n, el grupo preferido de los reclusos es el Teatro de la ONCE. Bay¨®n se disculpa porque los elefantes no quepan por la puerta: "El constructor de Alcal¨¢ 2 no hab¨ªa previsto que el polideportivo fuera a usarse como una pista de circo".
?ngel Payasito, que est¨¢ a punto de hacer su entrada, es un experto en estas lides carcelarias. Asegura que los reclusos son un p¨²blico agradecido y tierno, "de los que m¨¢s se r¨ªen". Mar¨ªa Odette lanza una mirada pl¨¢cida sobre el espect¨¢culo, suspira y sentencia: "Aqu¨ª hay m¨¢s gente buena que mala".
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