El M¨¦rida gana con angustia
El M¨¦rida confirm¨® su progresi¨®n con una victoria a costa de un Sporting que sigue mostr¨¢ndose v¨ªctima propiciatoria lejos de El Molin¨®n. El triunfo de los extreme?os estuvo rodeado de una atm¨®sfera angustiosa, habitual ya en el Estadio Municipal en los instantes finales. Porque el M¨¦rida se complic¨® con su propia e incomprensible actitud un partido que controlaba c¨®modamente.
Cuando el ¨²ltimo cuarto de hora asoma en el horizonte, una extra?a reacci¨®n se produce en los hombres de Kresic. La proximidad de la victoria paraliza su ideario atacante y un imperceptible toque de retirada deval¨²a el centro del campo para acumular efectivos en tomo a la muralla romana. Este mismo estado de ansiedad se traslada, al grader¨ªo, que rompe en un largo y profundo suspiro cuando escucha el pitido final.
Desparpajo
M¨¦rida y Sporting compartieron planteamientos iniciales. El resultado fue una acumulaci¨®n de hombres en la mediana de ambos campos. Pero los dos conjuntos rompieron con fluidez la masificaci¨®n y el bal¨®n circulaba con desparpajo. Fue el momento de los tiros largos. Primero Velasco, con un impresionante derechazo de 70 metros al que respondi¨® Leal con precisi¨®n. Prieto equilibr¨® las oportunidades estrellando un bal¨®n en el larguero, algo que repiti¨® su compa?ero Jos¨¦ Mar¨ªa. Hab¨ªa ganas en dos rivales que afrontaban su particular rev¨¢lida. El Sporting intentando demostrar que es alguien fuera de su terreno y el M¨¦rida necesitado de ratificar ante su parroquia la madurez que adquiere lejos de casa.Y apareci¨® Prieto, elev¨¢ndose en el aire y llevando el bal¨®n lejos de Ram¨®n. Prieto es un caso ejemplar de jugador sacrificado y paciente. Delimita sus posiciones al borde del ¨¢rea. Antepone bravura y fuerza a t¨¦cnica y dispone de ese toque de agresividad necesario para advertir al marcador de turno que el delantero no tiene por qu¨¦ ser la v¨ªctima. Hace s¨®lo tres temporadas se fajaba en categor¨ªas defenestradas.
Toribio, Sinval, Correa y Quique Mart¨ªn encontraban espacios c¨®modos y el p¨²blico disfrutaba. Hasta que lleg¨® la silenciosa orden de retirada y mec¨¢nicamente los extreme?os dieron por concluido el partido, apostando por una larga y tensa espera. Claro que el Sporting no estaba para escalar murallas.
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