?Se callen!
No con la voz tronante y la voluntad facciosa de aquel sargento de la Benem¨¦rita cuando mandaba sentarse a los se?ores diputados, sino con voz queda y voluntad suasoria, quisiera dirigirme hoy a los amigos en el Partido Popular, encareci¨¦ndoles un tiempo de silencio y reflexi¨®n para el tema GAL. Les pedir¨ªa la misma (en palabras de su secretario general, ?lvarez- Cascos) "escrupulosidad que en este tema de Intxaurrondo s¨ª que vamos a aplicar". ?Desvela tal lapsus algo de mala conciencia? No por, cierto en ?lvarez Cascos: su reciente coacci¨®n verbal al Tribunal Supremo denota en este dirigente una mentalidad an¨¢loga a la que llev¨® en 1939 a crear tribunales para "responsabilidades pol¨ªticas".
Mentalidad detectable tambi¨¦n en la visi¨®n PP e IU para la comisi¨®n del Senado en que, viva una causa en el Supremo, se pretende la publicidad de sus trabajos y la comparecencia de los aforados: ?qu¨¦ es eso sino propiciar un clima para el "veredicto popular" a que seg¨²n ?lvarez Cascos- habr¨ªa de plegarse la justicia para "no desprestigiarse"?
No s¨¦ si se evitar¨¢n tales extremos y el solapamiento pol¨ªtico-jurisdiccional: cabe que el buen sentido impere y la comi si¨®n practique un examen de conciencia pol¨ªtico omnicomprensivo.
Porque, puestos a volver la mirada atr¨¢s:
1. Habr¨¢ que plantearse los GAL no tan s¨®lo respecto del Gobierno, sino tambi¨¦n de aquellos partidos de la oposici¨®n que nunca ejercieron la obligada denuncia de los desmanes. En los que, desde el "m¨¢s vale terrorista, muerto que preso" de ecos mart¨ªnez-anidescos hasta la incitaci¨®n a la acci¨®n directa allende las fronteras, de lo ¨²nico que acusaban al Gobierno era de pasividad. Ah¨ª est¨¢n las hemerotecas. No busque el lector, no encontrar¨¢ una condena de AP, hoy PP, o de alguno de sus responsables referente a actos terroristas de los GAL, del Batall¨®n Vasco Espa?ol o de la Triple A.
2. Habr¨¢ que indagar sobre la Triple A y el Batall¨®n Vasco Espa?ol, antecedentes ciertos e inmediatos -sin soluci¨®n de continuidad- de los GAL. Mart¨ªn Villa afirma que "a m¨ª tambi¨¦n se me escaparon polic¨ªas". Las escapatorias no fueron, en verdad, parvularias: 29 homicidios (m¨¢s que los GAL), bombas y ametrallamientos indiscriminados como la del bar Hendayais, mercenarios impunes (Cherid, Mendaille), etc¨¦tera.
?Pudier¨®n ejecutarse aquellas acciones violentas cuando UCD sin medios, sin retribuciones, sin organizaci¨®n y apoyo en aparatos del Estado? La negativa ser¨ªa tan pueril como la atinente a lo ocurrido despu¨¦s.
Un "despu¨¦s", GAL, subsistente tres o cuatro a?os. Pero cuya pervivencia procesal, diez a?os despu¨¦s, ocurre al interrumpirse por d¨ªas la prescripci¨®n penal.
Mientras que prescritas, y bien prescritas, est¨¢n las responsabilidades derivadas del contraterrorismo en tiempos de UCD, y hay que congratularse de los sinsabores pol¨ªticos que sus dirigentes se han ahorrado.
Ahora bien, para cualquiera con sentido com¨²n y aun para quien, siendo jurista, est¨¦ habituado a tragar el sapo del dura lex sed lex, se hace. insoportable que la actual conmoci¨®n retrotraiga a unos hechos ocurridos hace tantos a?os menos unos d¨ªas y no a los de hace tantos a?os m¨¢s unos d¨ªas, aun perteneciendo unos y otros a un continuum; s¨ª a los Gobiernos de un partido democr¨¢tico, no a los de otro de igual condici¨®n.
Ambos -UCD y PSOE-, v¨ªctimas y obligadamente represores de un desaf¨ªo a la democracia cual el terrorismo,heredado de un r¨¦gimen antag¨®nico a la misma.
3. Y es que un servidor y otros muchos servidores de usted, lector, no fuimos los art¨ªfices de ETA. La propici¨® Francisco Franco. Hab¨ªa un nacionalismo vasco antes del 36, no hab¨ªa terrorismo. El alzamiento, Gernika, fusilamiento y persecuciones, el castigo fiscal a "las provincias vascas rebeldes!", el genocidio ling¨¹¨ªstico, la represi¨®n durante 40 a?os, etc¨¦tera, parece que algo tienen que ver con el nacimiento y desarrollo de la violencia etarra. (De ah¨ª lo monstruoso de su subsistencia, fenecido el franquismo).
De ah¨ª que la gente, mediante gestos inequ¨ªvocos (hartazgo, elusi¨®n del tema, alusi¨®n. a "chapuzas"), lo que est¨¢ pidi¨¦ndohoy a los partidos es, si no sordina, s¨ª sosiego y perspectivismo -t¨² y tu circunstancia-, al hablarle de Triple A, Batall¨®n Vasco Espa?ol y, GAL.
Y es que la gente ve a¨²n m¨¢s cosas.
Por ejemplo, que s¨®lidas e intachables democracias (Francia, RFA, RU) han combatido "de aquella manera" el terrorismo con la aquiescencia de partidos y opini¨®n p¨²blica.
Mientras que en la Espa?a de democracia incipiente, salpicado su estreno de intentos involucionistas, sometidas sus fuerzas de seguridad al acoso diario de un terrorismo que arroja la piedra y esconde la mano desde, el que fue burladero franc¨¦s, ocurre que diez o doce a?os m¨¢s tarde. cuando el terrorismo declina, disminuye su base social y electoral, los excesos desde dentro han sido erradicados y hay muchos otros problemas a que dedicarnos y por los que democr¨¢ticamente pelearnos, es cuando organizamos esta org¨ªa, calcada de Casas Viejas y alentadora de ETA, cuyos beneficios para nuestra paz ignoro, pero cuyo tributo al narcisismo de ser otra vez Espa?a "la reserva moral de Occidente" intuyo.
Por ejemplo, que los partidos de signo nacionalista, los vencidos en la guerra civil, los que en el exilio o en la clandestinidad (PNV, UDC, Converg¨¨ncia, etc¨¦tera) lucharon por los derechos de sus pueblos, son los que en esta ocasi¨®n -sin dejar de denunciar los excesos del antiterrorismo- los han situado, con af¨¢n constructivo, en su perspectiva hist¨®rica.
Por ejemplo, que un partido como el Popular, notoriamente centralista, aislado en las mesas de Ajuria Enea y Madrid, contrario a la com¨²n e inteligente pol¨ªtica de reinserciones (el ex terrorista reinserto es irrecuperable para la banda e ideol¨®gicamente corrosivo para su "causa"); el partido que no ha aportado un ¨¢pice de imaginaci¨®n para superar la v¨ªa meramente policial en el Pa¨ªs Vasco; que vot¨® en contra del T¨ªtulo VIII de la Constituci¨®n y en contra del Estatuto de Gernika; que. a¨²n hoy disiente de los dem¨¢s y del Tribunal Constitucional en materia ling¨¹¨ªstica, etc¨¦tera, sea precisamente ese partido el que, cogiendo al vuelo el tema GAL, haga de ¨¦l el summum de la problem¨¢tica espa?ola y de su explotaci¨®n nutra en buena medida su carga electoral.
Por ejemplo, postrer y recient¨ªsimo ejemplo, que de la aparente persecuci¨®n de aquella guerra sucia se aproveche, a su vez, la presunta delincuencia com¨²n: hurto y filtraci¨®n, con ¨¢nimo de lucro, de documentos secretos, y uso de los mismos en los procesos GAL, con no otro fin que el, de eludir la justicia para una presunta estafa, bancaria.
Que el m¨¢s importante partido de oposici¨®n no haya condenado hasta el momento tal intento de chantaje a la seguridad y a las instituciones, y convierta su silencio en una, a¨²n no querida, objetiva sumisi¨®n al mismo, ni es de recibo hoy ni garantiza para ma?ana, tras tanto oportunismo, las manos libres en el eventual ejercicio del poder.
Son unas u otras, o todas juntas, las consideraciones que me mover¨ªan a recomendar al, PP la vieja y sana regla de contar hasta diez -o, mejor, hasta cuarenta, cifra elocuente para los espa?oles de este siglo- antes de hablar y, m¨¢s a¨²n, de vociferar acerca del tema.
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