Real Sociedad y Oviedo padecen confusi¨®n mental
E. RODRIG?LVAREZ Anoeta estaba de u?as. La eliminaci¨®n de la Copa del Rey abri¨® en canal la herida que muestra la Real Sociedad, cada vez m¨¢s inconstante, cada vez m¨¢s indolente. Anoeta estaba de u?as y el Oviedo ara?¨® un punto en apenas dos zarpazos. El empate justificaba as¨ª la condici¨®n enfermiza de ambos equipos. El diagn¨®stico es sencillo: confusi¨®n mental.
El transcurso del partido resulta lineal y habitual. El Oviedo se adue?¨® de salida del bal¨®n y puso el ritmo del encuentro. Era l¨®gico porque la Real parec¨ªa m¨¢s ocupada por los improperios de su p¨²blico, sensible no s¨®lo a los fallos d¨¦ los futbolistas sino a todo cuanto no fuera verticalidad. En ese marasmo ambiental dise?aron los, ovetenses su mejor f¨²tbol gracias a. la fortaleza de Pedro Alberto y las incursiones de Manel. Pero precisamente en esos minutos desnud¨® el Oviedo sus males ofensivos. Con el partido en el bolsillo, ni Dubovski ni Oli resolvieron sus enfrentamientos con Alberto, que vio adem¨¢s c¨®mo un zapatazo de Pedro Alberto lo devolv¨ªa al poste izquierdo.
La Real segu¨ªa bien marcada por su p¨²blico, que se colgaba de la chepa de cada futbolista, con la ¨²nica excepci¨®n de Karpin, l¨ªder de un equipo roto an¨ªmicamente. Tras ese arranque, el partido se lanz¨® cuesta abajo con momentos que rozaban el rid¨ªculo.Y entonces lleg¨® el gol donostiarra, gracias a que Oli cometi¨® un error infantil en el ¨¢rea y P¨¹rk cabece¨® en la l¨ªnea de gol.
La ventaja no tranquiliz¨® a la Real ni espole¨® al Oviedo, empe?ado en construir lo dif¨ªcil y en enviar el bal¨®n al jugador peor colocado. Dubovski tom¨® el mando y a pesar de su lentitud dise?¨® algunos contragolpes con buen trazo. En uno de ellos habilit¨® al lateral derecho y el centro de ¨¦ste lo remat¨® Oli anticip¨¢ndose a Alberto.
La Real Sociedad volv¨ªa a deprimirse en sus momentos habituales (los que van del minuto 60 al 75), ah¨ª donde cuece todo, sus errores y despistes m¨¢s rid¨ªculos.
El empate otorg¨® desparpajo al encuentro, t¨¦cnicamente insufrible, pero al menos voluntarioso en su recta final. Los contragolpes del Oviedo, rotos en el ¨²ltimo pase, y el coraje donostiarra, malgastado en el ¨¢rea, certificaban la enfermedad de ambos equipos.
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