La supuesta incapacidad espa?ola para crear empleo
Parece extenderse el pesimismo -incluso entre excelentes analistas de la econom¨ªa espa?ola- sobre la capacidad de nuestro sistema productivo para reducir el alt¨ªsimo nivel de desempleo existente en Espa?a. Hace unos d¨ªas, Carlos Solchaga dec¨ªa que "Espa?a no ha sido capaz, desde los Austrias, de dar un trabajo estable y remunerador a todos sus ciudadanos", y P. Schwartz titulaba El paro en Espa?a: tragedia y misterio un art¨ªculo en el que, adem¨¢s de rebajar las tasas de paro de la oficial del 22,5% al 16% y luego al 12% o 13% -de lo que discrepo-, atribu¨ªa estas tasas, "a¨²n inaceptables", a profundos defectos de nuestro mercado de trabajo y a la malformaci¨®n de la estructura econ¨®mica de nuestro pa¨ªs.Los datos globales de las ¨²ltimas d¨¦cadas parecen, a primera vista, justificar estos diagn¨®sticos descorazonadores. Entre 1968 y 1993,la poblaci¨®n activa espa?ola ha aumentado en 2,9 millones de personas, mientras la ocupaci¨®n se reduc¨ªa en medio mill¨®n de empleos y, por tanto, el paro aumentaba en 3,4 millones de personas, hasta el 22,7% del total de activos (alcanz¨® un m¨¢ximo del 24,2% el a?o pasado), mientras en la Uni¨®n Europea la media en el a?o peor fue del 11,8%. Pero esta situaci¨®n, que Schwartz califica sin exagerar como una tragedia, no es, por el contrario, un misterio, ni una tara estructural que venga de la Espa?a de los Austrias, ni siquiera de la de Franco.
Debo adelantar que soy de los que creen que los datos que proporciona la encuesta de poblaci¨®n activa (EPA),sobreestiman la tasa de paro en cuatro o cinco puntos y que, por ello, quienes elaboran la contabilidad nacional tienen que a?adir al n¨²mero de ocupados del orden de medio mill¨®n m¨¢s de trabajadores. Pero a¨²n as¨ª, esa tasa es alt¨ªsima en comparaci¨®n con la de cualquier otro pa¨ªs de nuestro entorno. Es esto lo que hay que analizar y para ello no hay m¨¢s remedio que utilizar la EPA, aunque sea como primera aproximaci¨®n al fen¨®meno y confiando en que, al trabajar con perfiles temporales y variaciones, los errores sean menores que en t¨¦rminos absolutos.
Lo m¨¢s importante para analizar y localizar las causas del aparente misterio de un paro mucho mayor, no ya que el de la media europea, sino que el italiano, el griego o el portugu¨¦s, es no contentarse con la perspectiva global de 25 o 30 a?os y desglosar por periodos y por conceptos las cifras b¨¢sicas del mercado de trabajo espa?ol Cuando ello se hace, como en el cuadro adjunto, el panorama se aclara y el diagn¨®stico puede prepisarse.
La simple distinci¨®n entre el periodo 1974-1985, dominado por las crisis del petr¨®leo, del periodo anterior y del que va de 1985 a 1993, muestra ya que el desastre del paro espa?ol tiene como causa principal el impacto, much¨ªsimo m¨¢s grave en Espa?a que en el resto de la OCDE-Europa, de aquellas cri sis desencadenadas por las altas subidas del precio del crudo. En esa d¨¦cada larga, mientras Europa en su conjunto manten¨ªa el nivel de empleo, ¨¦ste ca¨ªa un 16% en Espa?a. Traducido a t¨¦rminos absolutos, ello quiere decir que si Espa?a hubiera evitado la ca¨ªda del empleo en esos a?os como la OCDE-Europa habr¨ªa, habido, despu¨¦s de 1985, casi dos millones de para dos menos y el paro habr¨ªa sido, en 1993, de 1,6 millones en vez de 3,48 millones (un 10,3% de la poblaci¨®n activa en vez del 22,7%). En el periodo anterior a la crisis, el emple¨® creci¨® en Espana m¨¢s que en Europa (5,1% frente a 3,1%) y en la etapa 1985-1993, la ocupaci¨®n creci¨® mucho m¨¢s r¨¢pidamente que en Europa: 8,9% frente a 3,4%. En este ¨²ltimo periodo de ocho a?os -con Espa?a incorporada ya a la Comunidad Europea-, ese crecimiento del empleo no s¨®lo super¨® a la media de la OCDE-Europa, sino que fue el mayor de cada pa¨ªs individual, superando el crecimiento del 6,3% que tuvo la Alemania Occidental. Y adem¨¢s ese crecimiento mayor del empleo se mantiene tambi¨¦n en el per¨ªodo sectores no agrarios cuando se elimina el incremento de los que trabajan para las administraciones p¨²blicas centrales, y territoriales: 1.6,7% en Espa?a frente a 8,8% en Europa.
?Cu¨¢les fueron las causas de esa gravedad diferencial de las crisis del petr¨®leo para Espa?a? No dispongo en este art¨ªculo de espacio para hacerlo y basta con alg¨²nas indicaciones. La diferencia no pudo deberse a un menor crecimiento del PIB en Espa?a, pues, como muestra ¨¦l cuadro, la relaci¨®n entre el crecimiento de esta magnitud y el empleo se hizo negativa y menor en Espa?a que en la OCDE Europa. Tampoco puede deberse a una mayor dependencia espa?ola del petr¨®leo, pues Italia era m¨¢s dependiente, a¨²n. A mi modo de ver, las causas diferenciales fueron:
1. La explosi¨®n salarial de aquellos a?os que, al no poderse compensar con aumentos de la producci¨®n, forz¨® a las empresas a despidos masivos y contribuy¨® a que sus beneficios cayeran espectacularmente.
2. Las incertidumbres pol¨ªticas. de la -transici¨®n, a la democracia y la mencionada ca¨ªda de beneficios produjeron una ca¨ªda dram¨¢tica de las tasas de inversi¨®n.
3. La repercusi¨®n de las alzasen los precios del petr¨®leo, sobre los precios interiores fue muy insuficiente, hasta finales de 1982, y no hubo incentivo para ahorrar energ¨ªa, con lo que una gran parte del apartado productivo qued¨® obsoleto y la balanza comercial en desequilibrio.
En la ca¨ªda del empleo hubo otro factor, de gran dimensi¨®n, pero que, extra?amente, rara vez se pone de relieve por los macroeconomistas, tan poco aficionados a desagregar: la rapid¨ªsima reducci¨®n del empleo en la agricultura, no s¨®lo en el periodo de las crisis, sino a lo largo de los ¨²ltimos 30 a?os. Entre 1960 y 1993, la poblaci¨®n ocupada en la agricultura pas¨® de un 38,7% a un 10% de la total, anulando la diferencia -el retraso- respecto al conjunto de la OCDE-Europa, que era de 13 puntos en 1960 y de 0,4 puntos en 1993. El ritmo de la reducci¨®n de empleo agrario fue del 70% en Espa?a, frente a un 47% en la OCDE-Europa, para 1968-1993, y de un 37%, frente a un 19%, durante el periodo de las crisis.
En el cuadro es f¨¢cil. ver tambi¨¦n que la segunda causa en importancia del aumento del paro en Espa?a es el aumento de la poblaci¨®n activa civil a lo 23% en Espa?a y 16% en OCDE-Europa. Este aumento se debe esencialmente a la rapidez de incorporaci¨®n de las mujeres al mercado de trabajo, ya que el n¨²mero de activas creci¨® un 88% en Espa?a, frente a un 4,2% en Europa. La diferencia entre las tasas de actividad femeninas entre Espa?a y la OCDE-Europa era de 11 puntos en 1960, de 7,6 en 1983 y ya s¨®lo de 3,7 en 1993. Este desarrollo extraordinariamente positivo, que est¨¢ superando un retraso secular espa?ol, ha impuesto una presi¨®n enorme sobre el mercado de trabajo: si la poblaci¨®n activa espa?ola hubiera crecido al ritmo europeo del 16%, en 1993 habr¨ªa habido 871.000 parados menos, con la misma creaci¨®n de empleo.
Si las anteriores reflexiones -que creo se deducen elementalmente de una consideraci¨®n adecuada de las cifras- est¨¢n acertadas, no hay razones para el des¨¢nimo sobre la capacidad de la econom¨ªa espa?ola para crear empleo: salvo en el periodo de las crisis del petr¨®leo y de la complicada transici¨®n pol¨ªtica, el aumento del empleo ha sido m¨¢s r¨¢pido -entre 1985 y 1993 mucho m¨¢s r¨¢pido-, en Espa?a que en el conjunto de los pa¨ªses europeos, y las elasticidades renta, tambi¨¦n m¨¢s altas. Y ello incluso con un mercado de trabajo bastante r¨ªgido y con alzas salariales no acompasadas al crecimiento de la productividad de pleno empleo.
Sin embargo, tambi¨¦n se de duce que el problema del paro perdurar¨¢ a medio plazo, puesto que continuar¨¢n, inevitable y deseablemente, los procesos de aumento de la poblaci¨®n activa femenina y de reducci¨®n de empleo agrario, aunque quiz¨¢ a menor ritmo. Raz¨®n de m¨¢s para llevar a cabo las reformas del mercado de trabajo aconsejadas por todos los expertos para maximizar la creaci¨®n de empleo -en especial, suprimir las actuales y nefastas segmentaciones del mercado de trabajo-, puesto que no podemos incidir mucho en los proce sos m¨¢s profundos y decisivos que acabo de analizar. Quisiera que las anteriores l¨ªneas -escritas, sin otro enfoque que el anal¨ªtico y lejos de toda consideraci¨®n pol¨ªtica- sirvieran para evitar el des¨¢nimo e inducir a la acci¨®n reformista. Tragedia, s¨ª, pero con causas bien localizables en lugar y tiempo y muy distintas de una maldici¨®n b¨ªblica sobre los ib¨¦ricos m¨¢s orientales.
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