Ni leche ni miel
El sol madruga mucho en Oriente Pr¨®ximo y tambi¨¦n se va a la cama muy pronto. El otro d¨ªa regresaba a Jerusal¨¦n con Juan Carlos Gumucio cuando, hacia las seis de la tarde, una enorme luna amarilla se levant¨® sobre las murallas de la Ciudad Santa. Fue tan hermoso que intent¨¦ dejarme llevar por los mejores sentimientos y darle credibilidad al mito de que ¨¦sta es una tierra de leche y miel. Pero la impresi¨®n no logr¨® cuajar. Hab¨ªamos estado en Hebr¨®n y Gaza y s¨®lo hab¨ªamos hablado de odio, violencia y muerte. En relaci¨®n a mis anteriores viajes a Tierra Santa, la novedad estribaba en que al enfrentamiento entre israel¨ªes y palestinos se a?ad¨ªa el que los israel¨ªes acababan de descubrir en el seno de su misma comunidad.Numerosos observadores internacionales ven¨ªan subrayando que el poderoso sentimiento colectivo de autodefensa frente al mundo ¨¢rabe -y, en general, frente a todo el mundo- que unificaba el Estado hebreo apenas pod¨ªa ocultar las m¨²ltiples fracturas que recorr¨ªan, y recorren, su interior. Entre ellas la que opone a laicos y religiosos, dem¨®cratas y totalitarios, partidarios de un Estado viable y creyentes en el Eretz Israel b¨ªblico. Pero los israel¨ªes, o al menos la mayor¨ªa de ellos, no lo quer¨ªan ver. Ahora, el asesinato por un jud¨ªo de Isaac Rabin ha roto el velo y los israel¨ªes se miran entre s¨ª con desconfianza. Lea Rabin, la viuda, lo ha dicho con la lucidez de su terrible dolor. El fanatismo nacionalista de inspiraci¨®n religiosa que Israel ha dejado crecer en su seno forj¨® la personalidad del asesino Yigal Amir. La feroz campa?a contra el proceso de paz desencadenada Por los ultras y el derechista Likud cre¨® un clima de linchamiento de Rabin y Sim¨®n Peres.
Los partidarios de un Israel democr¨¢tico que ocupe un lugar normal en el concierto de las naciones saben ahora que los otros son capaces de todo, incluso de violar el precepto de que los jud¨ªo¨¢ no matan a los jud¨ªos. Utilizando la misma l¨®gica teocr¨¢tica que los militantes palestinos de Ham¨¢s y Yihad Isl¨¢mica, los extremistas jud¨ªos no son esos individuos pintorescos e inofensivos para su propio pueblo a los que se puede y debe utilizar para colonizar los territorios, ocupados. Constituyen una seria amenaza de guerra civil en Israel. Contando con las fatwas de los rabinos integristas, el dinero de sus camaradas, de Nueva York, la simpat¨ªa de parte de la opin¨®n israel¨ª y un buen arsenal, la nebulosa de yeshivas, colonias y grup¨²sculos partidarios del Eretz Israel, puede convertirse en el equivalente a la OAS de los colonos franceses en Argelia.
Pero nadie desea esa guerra en un Israel que recuerda que el segundo templo fue destruido a causa de las divisiones entre los jud¨ªos. Los dem¨®cratas se enfrentan al mismo dilema que han venido plante¨¢ndole a Arafat: si quieres seguir adelante con el proceso de paz, limpia tu propia casa de extremistas. Ahora bien, como le ocurre a Arafat, les resulta muy duro tener que reprimir a compatriotas. As¨ª que el Gobiemo adelanta la idea de una posible conspiracin para asesinar a Rabin sin terminar de levantar la veda del extremista. Aturdido por la audacia criminal de Yigal Amir y temeroso de represalias, el campo de los israel¨ªes que no lloran la muerte de Rabin se mantiene a la defensiva sin renunciar a su convicci¨®n de que Cisjordania es propiedad del pueblo jud¨ªo porque as¨ª lo dice la Biblia.
El otro d¨ªa, despu¨¦s de que hubi¨¦ramos conversado con algunos i colonos de Hebr¨®n, Gumucio dijo con iron¨ªa: "Estos tipos no son integristas, fundamentalistas, extremistas, fan¨¢ticos o terroristas; tan s¨®lo, ultraortodoxos
Se refer¨ªa al eufemismo con que los israel¨ªes, y los medios de comunicai¨®n occidentales, han intentado ocultar el hecho de que una lectura pol¨ªtica totalitaria de los textos sagrados no es patrimonio exclusivo del islam, sino posible en cualquier religi¨®n y evidente en el caso de estos locos del Eretz Israel. Pese a la belleza de la luna levant¨¢ndose sobre Jerusal¨¦n, esta tierra parec¨ªa menos santa que nunca: y s¨®lo como un sarcasmo pod¨ªa llam¨¢rsele tierra de leche y miel.
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