De Buyo a Ram¨®n
Lediakhov. Un futbolista bueno en un partido confuso. Con talento para escoger el momento de arrancar, magn¨ªfica conducci¨®n del bal¨®n y sabidur¨ªa para apoyarse en Julio Salinas. Apareci¨® en la boca de gol varias veces y s¨®lo le fall¨® la suerte. Fue, por s¨ª mismo, una gran amenaza para el Madrid. Dif¨ªcil de entender su cambio cuando a¨²n estaba ¨ªntegro. Tan ¨ªntegro que acababa de protagonizar una jugada que acab¨® con el bal¨®n en el palo de Buyo. ?lvaro. Buena nota en su presentaci¨®n. Fue de m¨¢s a menos y le falt¨® continuidad, pero la verdad es que el flojo funcionamiento del equipo no le ayud¨®. Pero dio guerra. Entre otras cosas, provoc¨® dos penaltis, mandados al limbo por el ¨¢rbitro y Zamorano respectivamente.
Milla-Ra¨²l. Milla floje¨® en el manejo general del equipo, pero sobre todo fracas¨® en su intenci¨®n de conectar con Ra¨²l, que se qued¨® un tanto aislado. La presi¨®n del Sporting le pudo. Ra¨²l intervino poco, pero estuvo en el origen de lo mejor del Madrid: el penalti y el tiro al palo de Zamorano.
Coraje. gan¨® el Sporting. M¨¢s ambici¨®n para presionar, para escapar de la presi¨®n, para llegar y para rematar. La consecuencia fue que Buyo tuvo un partido lucido y Ram¨®n ni se estren¨®.
El penalti. Zamorano fue al punto de penalti y todos ca¨ªmos en la cuenta del empobrecimiento t¨¦cnico de este Madrid. No es un buen pegador de bal¨®n y sin embargo no hab¨ªa sobre el campo ninguno que pudiera discutirle razonablemente el honor y la responsabilidad de tirar el penalti.
No ayudan. El ¨¢rbitro se li¨®, como tantos otros. Pero en su honor habr¨¢ que decir que los jugadores contribuyeron a su confusi¨®n, con ca¨ªdas teatrales y fingidas, y con reclamaciones falsas. En esto tambi¨¦n hay que mejorar.
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