?Juda¨ªsmo o tribalismo?
Entre el r¨ªo de comentarios pro vocados por el asesinato de Isaac Rabin, los jud¨ªos estadounidenses e israel¨ªes manifiestan repetidamente el golpe que ha supuesto para ellos que el asesino, Yigal Amir, sea jud¨ªo. Los jud¨ªos, de claran, no matan (o no deber¨ªan matar) a otros jud¨ªos. Desgracia damente, llegan tarde. Las luchas entre las distintas facciones del movimiento sionista en Palestina bajo el Gobierno brit¨¢nico gene raron un gran n¨²mero de asesinatos. El propio Rabin, cuando era un joven oficial en el Ej¨¦rcito del nuevo Estado, en 1948, dirigi¨® un ataque contra unos seguidores de Beguin: murieron quince. Klausner, un famoso personaje jud¨ªo h¨²ngaro, fue asesinado debido a la pol¨¦mica sobre la colaboraci¨®n de los consejos jud¨ªos con los nazis. En una manifestaci¨®n de protesta contra la in vasi¨®n de L¨ªbano en 1982, una granada mat¨® a un participante.No obstante, la cuesti¨®n es mucho m¨¢s amplia. ?Resultan m¨¢s aceptables los asesinatos cometidos por jud¨ªos cuando las v¨ªctimas no son jud¨ªas? Todas las guerras son terribles, y las guerras de supervivencia nacional son m¨¢s terribles a¨²n. Rabin dirigi¨® personalmente la expulsi¨®n de 50.000 ¨¢rabes de sus tierras y pueblos en la guerra de 1948, y fue comandante de un ej¨¦rcito que en las guerras contra Egipto ejecutaba a sus prisioneros para que no entorpecieran sus operaciones. Sus instrucciones de que rompieran los huesos de los resistentes ¨¢rabes en la primera fase del levantamiento, cuando era ministro de Defensa en un Gobierno de coalici¨®n dirigido por Beguin, fueron seguidas y registradas por la televisi¨®n estadounidense y todo el mundo pudo verlas. Las muertes y la tortura sistem¨¢tica de las fuerzas de ocupaci¨®n son cuestiones rutinarias, legitimadas por los tribunales israel¨ªes y, aparentemente, por segmentos significativos de la opini¨®n israel¨ª, as¨ª como de los jud¨ªos norteamericanos. El asesinato de ¨¢rabes cometido por el doctor Goldstein en la mezquita de Hebr¨®n provoc¨® una repulsi¨®n moment¨¢nea: pas¨®, y las fuerzas armadas, la polic¨ªa y los escuadrones de linchamiento de los colonos siguieron adelante con sus estragos. Una semana antes de que Rabin muriera, los agentes israel¨ªes mataron a un dirigente de Ham¨¢s en Malta. Era, ciertamente, un terrorista, pero haremos bien en recordar que un terrorista, a veces, es alguien contra el que lucha un Estado que tambi¨¦n naci¨® de un levantamiento nacional. Yigal Amir sirvi¨® en una unidad de ¨¦lite del Ej¨¦rcito israel¨ª, y lo menos que se puede decir es que si el Ej¨¦rcito es la escuela de guerra civilizada que proclaman sus admiradores, en este caso la educaci¨®n fue defectuosa. La familia del asesino es ortodoxa y un t¨ªo de Arrtir dijo a The New York Times que ¨¦ste era un caso en el que Ia educaci¨®n en el hogar no hab¨ªa influido en nada". Abraham Burg, durante a?os ministro de un partido religioso en varios Gobiernos israel¨ªes, declar¨®, por el contrario, que el asesinato fue "un acto religioso, si bien patol¨®gico". Eso plantea dos preguntas.
La primera es si el estado de guerra continuo y el apoderarse de territorios ¨¢rabes han influido tan profundamente en la cultura israel¨ª que parte del pueblo ha quedado marcada irremediablemente para el futuro inmediato. Hannah Arendt pensaba que el fascismo europeo era una vuelta a Europa de la tecnolog¨ªa pol¨ªtica utilizada para someter a los pueblos coloniales. En unas declaraciones a la televisi¨®n francesa, el respetado intelectual israel¨ª Zeev Sternhell (cuyos escritos sobre el fascismo europeo tienen gran autoridad) dijo que la derecha israel¨ª mostraba todos los rasgos de la primera ¨¦poca de los fascismos: predilecci¨®n por el uso de la fuerza, una concepci¨®n org¨¢nica de la naci¨®n, divisi¨®n del mundo en unos cuantos amigos y muchos enemigos a eliminar. Sternhell a?adi¨® que la extrema derecha disfrutaba, como de costumbre, de la aquiescencia t¨¢cita de una derecha m¨¢s respetable. Benjam¨ªn Netahaynu, dirigente de la derecha israel¨ª, habl¨® en reuniones,en las que se pidi¨® la, muerte de Rabin.
La segunda pregunta es m¨¢s preocupante. Desde la emancipaci¨®n de los jud¨ªos en la sociedad moderna, ¨¦stos han seguido dos senderos hacia la seguridad. Muchos jud¨ªos se identificaron con los valores universales de las revoluciones francesa y norteamericana. Los jud¨ªos s¨®lo podr¨ªan estar a salvo en un mundo en el que todos los seres humanos gozaran de derechos inalienables. Otros jud¨ªos buscaron la alianza con los que estaban en el poder, a los que se pod¨ªa convencer para que les protegieran contra la envidia y el odio de las personas corrientes. Theodor Herzl, un jud¨ªo completamente secularizado y devoto de las ideas de la Ilustraci¨®n, se convirti¨® en el padre del sionismo moderno tras ser testigo en Francia del caso Dreyfus como corresponsal de un peri¨®dico de Viena. No obstante, el sionismo siempre tuvo dos almas. Una buscaba un Estado jud¨ªo democr¨¢tico e igualitario, unido a otros en la tarea de continuar la obra de la Ilustraci¨®n. La otra, especialmente despu¨¦s del Holocausto, abraz¨® una versi¨®n jud¨ªa del darwinismo social. El mundo era una jungla y los jud¨ªos ten¨ªan que defenderse por todos los medios. Beguin no ocultaba su desprecio, su odio, y su rotunda negativa a confiar en los gentiles. Netanyahu, un sucesor mucho m¨¢s moderno en la cuesti¨®n de relaciones p¨²blicas, lanz¨® en The New York Times, el d¨ªa de la muerte de Rabin, una advertencia a Estados Unidos acerca del "terrorismo internacional", elaborada en un nuevo libro, para que modifiquemos la Declaraci¨®n de Derechos, lo mejor para combatir a los "terroristas". Si recordamos que Netanyahu defiende la "transferencia" de los ¨¢rabes de Palestina a otro lugar, entendemos su inquietud por las represalias.
La explosi¨®n de la pol¨ªtica del crimen en Israel, por lo tanto, est¨¢ en total consonancia con su historia reciente. Por supuesto, un sector de los jud¨ªos estadounidenses tiene su parte de responsabilidad". ?Qui¨¦n financia tantos asentamientos? Un componente importante de la ideolog¨ªa de los colonos es precisamente ese sentido de asedio total que lleva a un segmento de los ortodoxos a recurrir al tribalismo y que fue, sin duda, la norma internacional en los tiempos b¨ªblicos. No se puede imaginar un repudio m¨¢s completo de la existencia judeoamericana que el precepto de los colonos de que los jud¨ªos s¨®lo podr¨¢n estar a salvo en la reconstituci¨®n del Estado jud¨ªo b¨ªblico. Se puede entender su afinidad espiritual con nuestros fan¨¢ticos cristianos nativos. Eichman fue juzgado, sentenciado y ejecutado hace una generaci¨®n. El aspecto m¨¢s triste y m¨¢s terrible de la tragedia actual es que, en respuesta al Holocausto, no pocos jud¨ªos han llegado a la conclusi¨®n de que el mundo s¨®lo conoce ejecutores y v¨ªctimas. Rabin ha pagado el precio de su adhesi¨®n -a pesar de su pasado- a un tipo diferente de sionismo.
Norman Birnbaum es profesor de Ciencias Sociales en la Universidad de Georgetown (EE UU).
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