Un error de Toni castiga al Espanyol
El Rayo derrumba a los de Camacho con una lluvia de marcajes al hombre
Un gesto de suficiencia injustificable de Toni, un exceso de confianza imperdonable en un lanzamiento lejan¨ªsimo de Aquino le cost¨® la vida al Espanyol y relanz¨® al Rayo. Cualquier guardameta se habr¨ªa resguardado por si acaso de aquella bola blanda y mansa poniendo la rodilla detr¨¢s, o juntando las piernas, o atacando el bal¨®n, pero Toni no lo hizo. Simplemente baj¨® los brazos, se agach¨® levemente. Y fall¨®. Fue el certificado de defunci¨®n de un conjunto que por en tonces, a los 17 minutos, anunciaba que se llevar¨ªa los tres puntos de Vallecas.La cita naci¨® muy diferente al desenlace final, con el Espanyol tumbado sobre las cercan¨ªas del ¨¢rea de Wilfred, tirando una presi¨®n asfixiante y ordenada en los ¨²ltimos metros y matando as¨ª en el inicio de todas sus jugadas al Rayo, que no consegu¨ªa quitarse de encima el agobio que le propon¨ªa el rival. Ten¨ªa mal color aquello para los de casa, cuando lleg¨® el regalo de Ton?. La historia cambi¨® de sentido.
El Espanyol qued¨® herido. Ninguno de sus jugadores ya fue capaz de esquivar la lluvia de marcajes al hombre que Marcos Alonso. hab¨ªa arrojado sobre Vallecas: Cota desquici¨® a Ben¨ªtez y, luego, a Raduciolu; De Quintana inutiliz¨® a Urz¨¢iz; Palacios apag¨® la electricidad de Lard¨ªn, y, a ¨²ltima hora, Alc¨¢zar borr¨® del mapa a Javi, la soluci¨®n postrera de la que tir¨® Camacho. El Espanyol se encontr¨® sin aire, perdido en la anticipaci¨®n del adversario. Sali¨® derrotado de todas las batallas individuales y, finalmente, de la guerra global.
Adem¨¢s, el Rayo encontr¨® la forma de sortear la presi¨®n que le tiraba infatigablemente el Espanyol. Lo que hizo el equipo madrile?o fue buscar de forma obsesiva las paredes, abusar de soltar el bal¨®n a la primera. La f¨®rmula alcanz¨® incluso, al menos en la primera mitad, a On¨¦simo, la ant¨ªtesis del f¨²tbol al primer toque. Y as¨ª sucedi¨® que el Rayo, con un planteamiento descaradamente destructivo, lleg¨® a hilar acciones de m¨¦rito. Sobre todo defendi¨®, pero en cuanto atrap¨® la pelota se fue decididamente al ataque, con acometidas cargadas de v¨¦rtigo.
El partido corri¨® siempre por una v¨ªa sangu¨ªnea, m¨¢s pr¨®xima a la musculatura que a las sutilezas. Sin espacios, cerrados a cal y canto mutuamente por cada bando, la cita careci¨® de un juego fluido. Hubo derroche de esfuerzo, pero poco f¨²tbol vistoso; muchas interrupciones y pocos pases seguidos del mismo equipo. Y luego, estuvo Rubio Valdlvieso, el ¨¢rbitro. Reci¨¦n salido de la nevera,. el colegiado vallisoletano fue increpado duramente por una afici¨®n que acostumbra a ser poco ruidosa. "?rbitro, qu¨¦ malo eres", le core¨® repetidamente.
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