Los sindicatos franceses desaf¨ªan al Gobierno y tratan de endurecer la huelga
La crisis francesa est¨¢ m¨¢s bloqueada que nunca. Con su doble comparecencia del martes, ante el Parlamento y ante los ciudadanos, el primer ministro, Alain Jupp¨¦, no consigui¨® otra cosa que endurecer las posiciones. El Gobierno no cede; los sindicatos, tampoco, y Francia sigue sufriendo un comp¨¢s de espera durante el cual se desangra la econom¨ªa, se multiplican las incomodidades y se acumula el malhumor. Los l¨ªderes sindicales creen que la huelga se har¨¢ m¨¢s dura desde hoy, con la incorporaci¨®n de maestros, cajas de ahorro y l¨ªneas a¨¦reas. Mientras tanto, empiezan a aparecer en la derecha aspirantes a suceder a Jupp¨¦. El m¨¢s claro, Charles Pasqua, destacado enemigo de Maastricht.
La Confederaci¨®n General del Trabajo (CGT) y Fuerza Obrera (FO), junto con otros sindicatos menores y las bases de la reformista Confederaci¨®n Francesa Democr¨¢tica del Trabajo (CFDT), han convocado para hoy nuevas manifestaciones, que se esperan a¨²n m¨¢s numerosas que las del martes. Hoy deben incorporarse a la huelga los profesores de ense?anza primaria y secundaria, los trabajadores de tierra de Air France y Air Inter y una parte de los empleados de cajas de ahorro. Los sindicatos insisten en reclamar la extensi¨®n de la huelga al sector privado.Mientras intentan dar un nuevo impulso a la protesta, los sindicatos, especialmente la CGT emiten claras se?ales de voluntad negociadora. Pero necesitan una se?al de buena voluntad que, por ahora, el Gobierno no les env¨ªa. Jupp¨¦ y el presidente Chirac prefieren que las huelgas se pudran. Anoche, no obstante, el primero se declar¨® partidario de entablar negociaciones para establecer servicios m¨ªnimos en el transporte.
El riesgo, en una sociedad tan malhumorada como la francesa, es que el pulso Gobierno-sindicatos se extienda a algo peor. Una encuesta de la sociedad Sofres publicada ayer mostraba la impopularidad de todos los pol¨ªticos, de derecha e izquierda. El que fue l¨ªder estudiantil de la revuelta de mayo de 1958, Daniel Cohn-Bendit, declar¨® desde EE UU que la crisis de 1995 no era sino "una demostraci¨®n m¨¢s del absurdo de la sociedad francesa".
Los inversores internacionales parecen haber adquirido conciencia de la gravedad de la crisis, y de sus posibles consecuenclas europeas. Pese a que las previsiones de crecimiento econ¨®mico siguen rebaj¨¢ndose, la Bolsa de Par¨ªs registr¨® ayer una nueva subida del 1,10%. El franco se reforz¨® tambi¨¦n frente al marco.
Chirac tambi¨¦n expres¨® ayer su "absoluto respaldo" a las reformas planteadas por Alain Jupp¨¦. Pero sus palabras se pronunciaron en la confidencialidad del El¨ªseo. La ¨²nica vez en que Chirac ha hablado del conflicto ante las c¨¢maras, desde ?frica, lo ha hecho sin citar el nombre de su primer ministro. Jupp¨¦ podr¨ªa ser la primera v¨ªctima de la crisis, incluso si emergiera de ella como vencedor. Su intento de enfrentar a los franceses con la creaci¨®n de un movimiento antihuelga -un proyecto discretamente abandonado- y su incapacidad para inspirar confianza inquietan en el entorno de Chirac.
Dentro del movimiento gaullista, la crisis social ha reanimado la hostilidad a Maastricht. Emergen dos figuras carism¨¢ticas que se proponen, m¨¢s o menos claramente, como alternativa a Jupp¨¦: el presidente de la Asamblea Nacional, Philippe S¨¦guin, y el ex ministro del Interior Charles Pasqua. Ambos votaron no en el refer¨¦ndum sobre Maastricht, ambos son viejos amigos de Chirac -aunque Pasqua apoyara a Balladur en las presidenciales- y ambos odian a Jupp¨¦. Ni el uno ni el otro inspiran confianza a los inversores internacionales, que exigen disciplina presupuestaria y respeto a los criterios de Maastricht, ni a los socios europeos.
En una entrevista que public¨® ayer el semanario L'Express, Pasqua se present¨® como alternativa y traz¨® las l¨ªneas b¨¢sicas de su programa: di¨¢logo social, relanzamiento econ¨®mico con la captaci¨®n de ahorro para actividades productivas y aplazamiento de la moneda ¨²nica concertada con los alemanes. Un mensaje populista muy similar al de S¨¦guin, hombre fuerte de la campa?a presidencial de Chirac, quien recientemente se entrevist¨® muy amistosamente con una delegaci¨®n de ferroviarios en huelga.
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