Un pol¨ªtico en el sentido m¨¢s alto
Es notorio que he tenido la inmensa suerte de conocer y tratar en profundidad al capit¨¢n general don Manuel Guti¨¦rrez Mellado y contar, en circunstancias muy dif¨ªciles para Espa?a, con su apoyo, su consejo y su amistad, sobre todo cuando fue vicepresidente de mis gobiernos, encargado de los Asuntos de Defensa. Estos momentos son, entre espa?oles, propicios al elogio. En este caso, es justo que as¨ª sea. Pero creo que el capit¨¢n general que acaba de dejarnos querr¨ªa, sin duda, ser recordado, ante todo, como lo que siempre quiso ser, y lo fue en alto grado, como un gran soldado, leal a Espa?a, al Rey, a la democracia, como un militar hasta la m¨¦dula, al que sus virtudes castrenses y su amor a la milicia -como estilo de vida, como profesi¨®n vital- le hicieron estar abierto siempre a las exigencias de los tiempos y a la puesta en forma de los Ej¨¦rcitos de Espa?a para responder con dignidad y gallard¨ªa a los nuevos retos.Don Manuel Guti¨¦rrez Mellado no ha sido un pol¨ªtico en el sentido vulgar de la palabra. S¨ª lo ha sido en el sentido m¨¢s alto del t¨¦rmino. El ideal al que dedic¨® su vida fue el Ej¨¦rcito, su modernizaci¨®n, su adecuada instalaci¨®n en la moderna democracia espa?ola, el cumplimiento digno y riguroso de la alta misi¨®n constitucional que en ella le corresponde, su contribuci¨®n esencial a la defensa de Espa?a y de la paz mundial.
Su tarea nunca fue f¨¢cil. Pero supo cumplirla con rigor militar y con una extraordinaria entrega personal. En los a?os de la transici¨®n pol¨ªtica se encontr¨® -nos encontramos- con unos Ej¨¦rcitos que a¨²n viv¨ªan y se vertebraban en tomo al recuerdo de una guerra civil, acaecida hac¨ªa 40 a?os, que hab¨ªa enfrentado dram¨¢ticamente a los espa?oles. ?l, en los gobiernos en que ocup¨® la vicepresidencia, luch¨® denodadamente para que los Ej¨¦rcitos de Espa?a miraran al futuro y se pusieran al servicio de la voluntad nacional, libremente expresada, y de la m¨¢s ancha y generosa idea de Espa?a -la Espa?a de todos los espa?oles- encarnada en la Monarqu¨ªa democr¨¢tica.
Su labor principal -y su vida- tuvieron que superar incomprensiones. Supo hacerles frente con enorme inteligencia y extrema generosidad, como un soldado. En la mente de todos los espa?oles perdurar¨¢ durante mucho tiempo la imagen que el capit¨¢n general Guti¨¦rrez Mellado dio del Ej¨¦rcito espa?ol la noche del 23 de febrero de 1981. Los golpistas no le hicieron caer al suelo. Su figura -peque?a y nerviosa- fue capaz de resumir en su resistencia f¨ªsica la enorme dignidad del Ej¨¦rcito, los valores de gallard¨ªa, entereza, firmeza y lealtad. Supo demostrar, en esos tensos, minutos, que, frente a la sinraz¨®n de la fuerza, se puede oponer siempre, con ¨¦xito indudable, la fuerza de la raz¨®n. Fue una lecci¨®n que no podr¨¢ olvidarse jam¨¢s.
Pienso que Espa?a y la democracia -y todos los que la servimos- tenemos con el capit¨¢n general Guti¨¦rrez Mellado, con el marqu¨¦s de Guti¨¦rrez Mellado, una deuda de gratitud y de reconocimiento perdurable. S¨®lo la historia, con su juicio, y Dios, en quien ¨¦l cre¨ªa profundamente, que es dador de todo consuelo y reconocimiento, podr¨¢n saldarla. En esa confianza entra?able ofrezco a su memoria mi reconocimiento y mi tremendo pesar por su desaparici¨®n que -estoy seguro- se une al de la inmensa mayor¨ªa de los espa?oles. Entre ellos, como uno m¨¢s, quiero enviar al capit¨¢n general don Manuel Guti¨¦rrez Mellado, al marqu¨¦s de Guti¨¦rrez Mellado, al hombre entra?able que ha sido Manolo Guti¨¦rrez Mellado, mi adi¨®s m¨¢s emocionado y mi abrazo m¨¢s fraterno.
Amigo Manolo, ?que Dios te otorgue la recompensa que depara siempre a los hombres buenos, entregados, coherentes y leales!
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