Un secuestro en la memoria
Garc¨ªa M¨¢rquez rastrea las huellas del sufrimiento con una historia sobre el narcotr¨¢fico colombiano
La pr¨®xima novela de Gabriel Garc¨ªa M¨¢rquez es un reportaje de tres a?os sobre el sufrimiento. "Busqu¨¦ un tema que me permitiera demostrarme a m¨ª mismo que pod¨ªa escribir un reportaje que, sin alterar los datos, pareciera m¨¢s novela que mis novelas", dice el premio Nobel, con una sonrisa de desaf¨ªo que en un instante ya se ha desvanecido. "He hecho un reportaje sobre el sufrimiento de los secuestrados, los familiares, los intermediarios e incluso los secuestradores que vigilan a sus v¨ªctimas", a?ade buscando la mirada de los 12 periodistas a los que acaba de leer el primer cap¨ªtulo y su culminaci¨®n, las ¨²ltimas p¨¢ginas del quinto. Espera Garc¨ªa M¨¢rquez una reacci¨®n, pero s¨®lo encuentra un silencio que nadie quiere vulnerar.Noticia de un secuestro es, como toda la obra del escritor colombiano, una indagaci¨®n en la realidad de su pa¨ªs, al que su pulso narrativo convierte en un crudo s¨ªmbolo del mundo. El reportaje relata nueve de los secuestros que entre 1989 y 1991 orden¨® el capo del narcotr¨¢fico colombiano Pablo Escobar, muerto por la polic¨ªa el 2 de diciembre de 1993 de tres r¨¢fagas de metralleta.
El cartel de Medell¨ªn puso a. Colombia bocabajo al secuestrar a nueve periodistas con el objetivo de forzar al presidente C¨¦sar Gaviria a rechazar la extradici¨®n de narcos a Estados Unidos. Las v¨ªctimas directas de la guerra de los extraditables fueron los periodistas Diana Turbay, hija del ex presidente Julio C¨¦sar Turbay Ayala; Juan Vitta, Azucena Li¨¦vano, Richard Becerra, Orlando Acevedo y el alem¨¢n Hero Buss. Los seis fueron capturados con se?uelo: una entrevista en exclusiva con el cura guerrillero espa?ol Manuel P¨¦rez. Los otros secuestrados fueron Francisco Santos, jefe de redacci¨®n del diario El Tiempo, de Bogot¨¢; Maru¨ªa Pach¨®n, esposa del senador Alberto Villamizar, y la hermana de ¨¦ste, Beatriz Villamizar.
Diana Turbay no vivi¨® para contarlo. Muri¨® tiroteada en enero de 1991 durante la operaci¨®n. de rescate. Una conversaci¨®n con Maruja Pach¨®n incit¨® a Garc¨ªa M¨¢rquez a escribir la historia, que empez¨® centr¨¢ndose en Maruja y Beatriz pero, a me dida que avanzaba, ve¨ªa que se le perd¨ªa el contexto. "Cuando que se acordar, ya estaba mordido por el tema, as¨ª que empec¨¦ a ha blar con los otros". Los orden¨® por la importancia de sus testimonios y la necesidad de discreci¨®n, ya que el escritor no quer¨ªa convertir en noticia su proyecto. Tan confidencial fue que durante dos a?os sus amigos m¨¢s ¨ªntimos sab¨ªan que estaba en algo, pero no en qu¨¦. Incluso la chica que trabaj¨® haciendo gestiones y comprobando datos para ¨¦l ignoraba el tema concreto del libro.
Lleg¨® un d¨ªa en que el novelista estuvo seguro de que ya no habr¨ªa interferencias ni las fuentes se echar¨ªan atr¨¢s, y ¨¦l mismo lo solt¨®. Cuando lo hizo p¨²blico, las agencias internacionales dijeron err¨®neamente que estaba escribiendo la biograf¨ªa de Escobar, lo que sembr¨® de ofertas editoriales y cinematogr¨¢ficas el despacho de su agente.
Garc¨ªa M¨¢rquez comprob¨® con su trabajo algo que ha sabido desde siempre: el poder de los grandes reportajes para reconstruir la vida. Registr¨® en cintas sus largas conversaciones con los secuestrados, redact¨® las primeras p¨¢ginas y se las dio a leer cruzando las versiones. Aunque los primeros testimonios eran fragmentarios e inconexos, fueron recordando y aportando nuevos detalles. Cuando les entreg¨® el borrador sobre c¨®mo hab¨ªan sido secuestrados lo recordaron todo. El escritor evoca de forma indirecta el desgarramiento de los secuestrados al volver al pasado: "A la mecan¨®grafa que me transcribi¨® las cintas me la encontraba llorando a cada rato".
En esta obra, Garc¨ªa M¨¢rquez ha orientado su fulgurante talento narrativo en una recolecci¨®n de hechos reales verdaderamente microsc¨®pica, para lo cual ha contado con la colaboraci¨®n del ex presidente Gaviria en la localizaci¨®n de testimonios. Su fama ha hecho que m¨¢s que viajar ¨¦l a las fuentes, hayan sido ¨¦stas las que han acudido a Garc¨ªa M¨¢rquez. "S¨®lo he viajado para ver a Jorge Luis Ochoa [narcotraficante colombiano]. Fui con un grupo de periodistas norteamericanos, lo cog¨ª e hice un aparte con ¨¦l. No quer¨ªa ir solo para que no se descubriera. Ochoa pod¨ªa dar una versi¨®n falsa que me obligara a dar explicaciones. Muchas de mis fuentes podr¨ªan espantarse y uno no puede quemar a sus fuentes".
El libro consta de unas 700 p¨¢ginas, en 11 cap¨ªtulos y un ep¨ªlogo. El escritor pretende dejarlas entre 500 y 600, pero ya no cambiara apenas los aspectos estil¨ªsticos. Tan s¨®lo reducir¨¢ y modificara el contenido si surgen nuevos datos.
Los papeles que maneja ante los periodistas se convertir¨¢n en un texto definitivo despu¨¦s de sobrevivir a una docena de borradores, y a¨²n tienen correcciones a mano, que Garc¨ªa M¨¢rquez se cuida de poner lejos de la mirada ajena. "En la primera revisi¨®n me preocup¨¦ del equilibrio, del conjunto, de la estructura. Luego fui mirando el rigor de los datos y del estilo. Finalmente, me he esforzado al m¨¢ximo en dejar un espa?ol amartillado. He corregido para condensar, con buen cuidado de no decir aquello que no quiero decir y de decir s¨®lo lo que quiero decir. No quiero ni una ambig¨¹edad. Este libro es un reportaje, no una novela, pero s¨¦ que no convencer¨¦ a nadie de que lo que cuento pas¨®".'
Durante los tres a?os en los que ha escudri?ado el abismo del narcotr¨¢fico, Garc¨ªa M¨¢rquez ha escrito casi todos los d¨ªas. Se despertaba a las cinco de la madrugada y se quedaba hasta las seis revisando papeles. A las seis, en pie, y a las ocho, delante del ordenador. Pasaba escribiendo toda la ma?ana, hasta el almuerzo. El premio Nobel todav¨ªa necesita quedarse tranquilo sabiendo que ya ha hecho el trabajo del d¨ªa. Por la tarde s¨®lo se dedicaba al trabajo de documentaci¨®n, a las consultas y a las entrevistas con las fuentes.
Al margen de los periodistas que han podido escucharle en sus talleres, el escritor ya ha conocido las primeras reacciones de lectores. Hace poco invit¨® a cuatro parejas a un viaje por los glaciares de Chile: "Me los llev¨¦ y les dije: aqu¨ª ten¨¦is, el borrador. Leedlo y decidme lo que os d¨¦ la gana. No se lo di como expertos, sino como puros lectores, de ¨¦sos que luego te pueden decir cualquier tonter¨ªa". Garc¨ªa M¨¢rquez se. guarda los comentarios, pero no oculta la alegr¨ªa cuando recuerda en qu¨¦ coincidieron todos: "Lo cogieron y, no lo pod¨ªan dejar: estaban enganchados".
Babelia
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.