El pasajero que no se bajaba
Un taxista ha vivido 32 a?os con el peso de un viajero que muri¨® en el coche y de quien tard¨® horas en deshacerse
Deshacerse de un muerto no es nada sencillo. Isidro Aguado Garc¨ªa lo puede jurar. Hace 32 a?os, en 1963, su rostro apareci¨® en las p¨¢ginas del famoso peri¨®dico de sucesos El Caso y en otros rotativos de la ¨¦poca como Pueblo o el diario Madrid. El joven taxista -entonces ten¨ªa 26 a?os- hab¨ªa protagonizado un macabro paseo por la capital con un fiambre en el asiento trasero de su autom¨®vil. Una historia de pel¨ªcula o de novela negra que a Isidro Aguado no se le olvidar¨¢ mientras viva.El 20 de febrero de 1963, sobre las diez de la ma?ana, el taxista circulaba por el Paseo de las Delicias en direcci¨®n a Legazpi. Hab¨ªa dejado a un viajero en la estaci¨®n de Atocha y rodaba despacio en busca de clientes. Un motorista adelant¨® a un cami¨®n por la derecha y en la esquina de la calle Canarias colision¨® con el camionero. Las ruedas traseras pasaron por encima del joven, que qued¨® malherido. Isidro lo vio todo, par¨® y se ofreci¨® a transportar al accidentado a un hospital. "Entre el camionero, que estaba muy asustado, y yo, metimos al herido en el asiento trasero de mi coche. Al verlo ya me dio muy mala espina. Estaba inconsciente y se ve¨ªa que el asunto era grave. Sangraba por la boca y la nariz", recuerda. Le trasladaron al hospital provincial y all¨ª empez¨® la odisea: "Primero sali¨® un celador y nos dijo que el chico estaba muy mal. Despu¨¦s apareci¨® una monja y tras examinarlo brevemente se fue corriendo a buscar al cura. Yo insist¨ªa en que sacaran una camilla y lo metieran dentro, pero nadie me hac¨ªa caso. No estaba seguro de si el muchacho estaba vivo o muerto, pero el caso es que nadie daba su permiso para ingresarlo. Por fin, sali¨® un m¨¦dico que nos asegur¨® que ya no se pod¨ªa hacer nada. Entonces pens¨¦ que podr¨ªamos dejarlo all¨ª. ?Qu¨¦ va! Muerto no lo admit¨ªan. Nos aconsejaron que fu¨¦ramos al juzgado de guardia, y despu¨¦s de que el cura le diera la extremaunci¨®n cogimos el cad¨¢ver y nos lo llevamos", relata el taxista, que en la actualidad tiene 58 a?os y trabaja con su propia licencia en la cooperativa de teletaxi.
El camionero, detenido
Calle Atocha arriba, Isidro, el camionero y el fallecido -"tocando la bocina, muy nerviosos y tan r¨¢pidamente como nos fue posible",, explicaba el taxista en el diario Pueblo- enfilaron hacia Las Salesas, donde estaba el juzgado de guardia. Aparcaron en la puerta dejando el muerto a bordo. Cuando le explicaron al juez lo sucedido, tom¨® declaracion a ambos y detuvo al camionero. Isidro crey¨® que ahora le enviar¨ªan una ambulancia para recoger al r¨ªgido pasajero que aguardaba en la parte trasera de su veh¨ªculo. Tampoco acert¨®. El juez le dio un sobre y le dijo que tendr¨ªa que ser ¨¦l mismo el que lo trasladara al Instituto Anat¨®mico Forense. "Yo solo en la parte delantera del coche, y el cad¨¢ver atr¨¢s, me fui a la calle de Santa Isabel, al dep¨®sito. Ya no tocaba la bocina e hice el trayecto bastante m¨¢s despacio que las veces anteriores, sin prisas".Tras su declaraci¨®n ante el juez, Isidro se encontraba m¨¢s tranquilo y hasta tuvo humor para hacerle un comentario jocoso a un guardia municipal: "Cuando llegu¨¦ a Cibeles me pill¨® un sem¨¢foro en rojo. Llevaba la ventanilla bajada y junto a m¨ª hab¨ªa un polic¨ªa que dirig¨ªa el tr¨¢fico. Le mir¨¦ y le dije: 'Se?or guardia, este cliente que llevo aqu¨ª detr¨¢s no me quiere pagar la carrera...'. El hombre se qued¨® impresionado al echarle una ojeada al pasajero".
Por fin lleg¨® al dep¨®sito de cad¨¢veres y pudo deshacerse del muerto. "Era ya la hora de comer. Antes fui a recoger las cosas del camionero, que me hab¨ªa pedido que se las llevara a los juzgados, y despu¨¦s me fui a lavar el coche, que estaba perdido de sangre".
Los peri¨®dicos airearon la aventura de Isidro Aguado y se preguntaron por qu¨¦ ni el hospital ni el juzgado quisieron hacerse cargo del fallecido. Los m¨¦dicos del Provincial declararon que hab¨ªan actuado correctamente, conforme a la ley. Un columnista de Pueblo protestaba acerca de las normas del levantamiento de cad¨¢veres: "No es l¨®gico aplicar hoy unas normas de hace cien a?os, cuando nadie se imaginaba que el accidente en las calles madrile?as iba a ser normal y desgraciadamente corriente".
El director del hospital comprendi¨® no obstante la dif¨ªcil situaci¨®n del taxista: "Un particular s¨®lo se encuentra un caso as¨ª una vez en la vida", declar¨®. Isidro, que en la actualidad est¨¢ viudo y tiene tres hijos mayores, se muestra conforme con la afirmaci¨®n del m¨¦dico: "No es f¨¢cil encontrarse con un muerto en Madrid. Es una casualidad muy desagradable. Vivir esos momentos le levanta a uno el alma y le deja un poquito de secuela. No tienes ganas de conducir ni de salir a la calle. Luego lo vas superando".
'El muerto'
En las m¨¢s de tres d¨¦cadas que han pasado no se ha vuelto a encontrar en una situaci¨®n similar y dice optimista: "En esta profesi¨®n y en Madrid te pasan muchas cosas buenas y malas, pero m¨¢s bien buenas".La noticia de su extra?a aventura y la aparici¨®n de su foto en los peri¨®dicos le hizo bastante popular en el barrio de Tetu¨¢n, donde viv¨ªa. Tras el episodio, los vecinos le apodaron El Muerto, cosa que a ¨¦l no le hac¨ªa ninguna gracia. "porque me mud¨¦ a otro sitio, si no, todav¨ªa me seguir¨ªan llamando as¨ª. Que conste que yo una broma la aguanto, pero ese cachondeo que se arm¨®.... No me apetec¨ªa, que hay gente que tiene muy mala leche" protesta todav¨ªa dolido.
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