La calma
A la mitad de cada d¨¦cada se rezuma la sustancia del decenio. En Estados Unidos se ha concretado en el fluido del downshifting. Con eso se alude a la disposici¨®n y los comportamientos sociales que giran hacia, un ritmo menos. competitivo, m¨¢s austero y hasta m¨¢s dulce en el trato. En Estados Unidos, esta corriente -no general- es la moda entre profesionales que han decidido vivir junto a las monta?as Rocosas, con vacas en torno y conectados al tr¨¢fico por las autopistas de la informaci¨®n. Frente al paroxismo materialista de los ochenta, los noventa se redondean all¨ª con un aura que ama el sosiego, mientras, en Francia, un estudio de Francospie viene a confirmar lo mismo o incluso m¨¢s.Los europeos consumen menos que hace unos a?os. En parte por fatiga y en parte por razones de presupuesto. Se consume; en todo caso, menos por ostentar que por procurarse gratificaciones ¨ªntimas. El deseo de no seguir azuzando una liza con el vecino se relaciona tanto con el anhelo de recobrar la calma como gracias a los buenos jugos saboreados en los ¨²ltimos ejercicios de solidaridad. De hecho, la pasi¨®n por la salud -con dietas y ejercicios-, por, una parte, y el crecimiento de las ONG, por otra, definen a un individuo dispuesto a disfrutar, mediante una pizca de ayuno y otra pizca de caridad, la dicha de estar f¨ªsica y espiritualmente en mejor forma. Se cree menos en la redenci¨®n a trav¨¦s del dinero que recuperando el sentido de las cosas. Hay menos compulsi¨®n por seguir las modas y ha decrecido el culto a las marcas. Mientras ha perdido relevancia el af¨¢n de presumir, asciende el ¨¢nimo de comunicarse con la naturaleza y enlazarse con los otros. ?Un nuevo humanismo? La circunstancia acaso no da para tanto, pero se ha estrenado. un periodo que aspira efectivamente a la serenidad y la tregua; al fin y al cabo. Al cabo del siglo.
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