La palabra inventada de un gran creador
Cerca de las v¨ªas de los ferrocarriles del norte, en Par¨ªs, est¨¢ el teatro de los Bufos: "les Bouffes du Nord", un local mas bien inh¨®spito: un d¨ªa se quem¨® y su titular, Peter Brook, descubri¨® que ten¨ªa mayores posibilidades de albergar el teatro que cuando estaba completo. No digo que entre sus espectadores -es imposible encontrar localidad si no es con mucho tiempo- no haya una parte de esnobismo: pero me parece seguro que en Peter Brook y sus actores no lo hay. En el estilo o la escuela creada por Peter Brook (varios libros: sobre todo, El espacio vac¨ªo) aparece la lucha contra "la teatralidad", e incluso por la incomodidad. Cuando apareci¨® por primera vez en Madrid con Mahahbarata utiliz¨® una especie de pozo al aire libre, en cuyas gradas de madera se asist¨ªa durante casi un d¨ªa entero a la representaci¨®n por actores de razas y colores diferentes en varios idiomas.No quisiera que cundiese entre los creadores espa?oles esta tendencia: bastante inh¨®spitos suelen ser ya sus locales. Sobre todo porque creo poco en las escuelas, aun tan firmes como ¨¦sta" en el sentido de la repetici¨®n o la imitaci¨®n (s¨ª en el de la recepci¨®n del talento, para que cada uno lo desarrolle). He citado ya tres bases firmes de la ideolog¨ªa de Brook: la negaci¨®n de la "teatralidad", la rotura del teatro -local- como casa del burgu¨¦s, y de sus terciopelos y sus dorados; la no identidad del actor y su no identificaci¨®n con el personaje.
Quiz¨¢ hay que tener algunas de las condiciones personales de Peter Brook: un hombre cuya familia (y ¨¦l) hablan el distinguido ruso zarista del exilio en Londres, donde aprendi¨® el ingl¨¦s de John Gielgud al especializarse en Shakespeare, y luego el franc¨¦s de ese exilio al que tantos creadores londinenses prefieren darse. En su compa?¨ªa, en su escuela, ha elegido actores africanos, asi¨¢ticos, americanos, espa?oles: cada uno con su acento o su manera de hablar, e incluso con los gestos o los movimientos caracter¨ªsticos de sus razas. No deja de ser extra?o para un director de escena que sigue creyendo que la base esencial, casi ¨²nica, del teatro es la palabra; y no deja de ser mas extra?o a¨²n que, efectivamente, funcione as¨ª. En los momentos m¨¢s extremos, ha llegado a representar piezas en un idioma imaginario: no improvisado en escena sino inventado pieza a pieza, con una prosodia y una sintaxis imaginarias. A veces ha llevado estos extremos al cine.
He aqu¨ª por qu¨¦ no recomiendo a nadie que busque en Brook una v¨ªa de hacer teatro, pero s¨ª de recibir un chorro de talento y de dejar que el propio -el que lo tenga, en la medida en que lo tenga se impregne de uno de los grandes creadores de este siglo.
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